Del otro lado del mundo: Complejo Catedrático Simons.
—no. —la impaciencia en su tono de voz comenzó a elevarse mientras los chicos colocaban otro—¡mueve ese maldito cuadro! ¿será que nadie aquí tiene el concepto de decoración de interiores? —grito el hombre dándose la vuelta dejando al grupo en caos.
—no tienes que ser tan duro —susurro en una leve risa una mujer de cabellos dorados.
—querida… ¿Qué haces aquí? ¿no deberías estar al norte? —pregunto el hombre con suma preocupación acercándose rápido a la mujer dejando un beso en cada mejilla que la rubia acepta.
—sabes que lo mío no es el frio —respondió arrugando levemente la nariz para luego examinar al hombre de pies a cabeza.
—lo sé, prefieres lo pueblitos nublados y llenos de perros sarnosos. —el hombre lleno su rostro de asco haciendo que la mujer se riera dándole una palmadita en el brazo.
—¿sabes que te pueden arrancar el corazón por eso? —el hombre le restó importancia encogiéndose de hombros y caminando hasta el jardín interno de la catedral.
Ambos esperaron un momento que todo quedara completamente en silencio, incluso con su oído sobrenatural.
—escuche un rumor —la coquetería en la voz del hombre hizo sonreír a la rubia mientras metía su cabello detrás de su oreja, caminando hasta el centro de la fuente.
—en encantan los rumores. —tomo asiento en la orilla de la fuente cruzando una pierna sobre la otra, el hombre a su lado la imito.
—de esos valles al oeste —susurro como si fuera un secreto y la mujer quedo en silencio y con una ceja elevada.
—¿sooobre? —quiso saber tomándole la mano al hombre mientras este miraba a todos lados aunque ya sabía que nadie los escuchaba.
—Henry —susurro haciendo que la mirada de la mujer se volviera fría en segundos.
—oh… él. —se levantó casi enseguida dispuesta a irse.
—lo vieron completamente cambiado, se… dice, que estuvo como esclavo en la familia de brujos Shine —esto detuvo el andar de la mujer quien se giró lentamente para mirar al hombre rebuscando en su celular, al encontrar lo que quería se lo mostro a la rubia quien con incredulidad miro la pantalla; la imagen clara de un video de seguridad mostraba a un hombre delgado y en los huesos mientras hablaba con otro mucho más fornido de espaldas a la cámara. Como si se sintiera observado miro a la cámara directamente, dándole así una razón a la rubia de apagar el celular y devolverlo.
—dicen que estuvo buscándote, pero ahora otros tambien han mencionado tu nombre —la mujer extrañada frunció el ceño.
—¿Quiénes? —pregunto con dureza haciendo que el hombre le hiciera un ademan para que la siguiera, la mujer así lo hizo haciendo resonar sus tacones al caminar.
La catedral más grande de la ciudad central, no solo era un museo para que los humanos pudieran admirar el arte antiguo y tomarse fotos, tambien era el centro de operaciones más grande del mundo, donde se reunían los brujos, lobos y demás seres con gran poder económico y antigüedad del mundo, intentando equilibrar la balanza de todos sin crear el caos en el mismo. Haciendo ver a los humanos como simple carne para sus platillos e incluso eso era regulado por los vampiros y algunos hechiceros, ciñéndose por las mismas reglas viejas que los mantenían en pie.
—mi señora, ellos son los que te buscan. —dijo el hombre apenas abrió la puerta.
Un hombre de cabellos cafés y una delgada figura de cabellos negros y rasgos delicados hacia ver a la pareja completamente dispar. Ambos jóvenes en trajes formales, hicieron una reverencia. La mujer rubia por su parte solo aspiro hondamente para luego sonreír.
—vaya… pero si es un lobo y una bruja ¿Quién lo diría? —se rio leve, pero los chicos mantuvieron la calma mirándose entre ambos.
—¿es usted… Isabel Bremoux? —pregunto en tono dócil la chica aun con las manos cruzadas al frente, visiblemente nerviosa.
—¿Quién pregunta? —la mujer rubia se pavoneo hasta uno de los sofás mientras los chicos solo se miraron entre si nuevamente.
—Soy Jared Wormore y
—yo soy Lisa Mace —a pesar de que ambos se presentaron con temor la mujer siguió mirándolos de arriba abajo.
—¿Qué los trae por aquí chicos? —los chicos tomaron eso como una confirmación de la identidad de la mujer, además de que las especificaciones que les había dado Henry encajaban perfectamente con la mujer; labios rojos, ojos azules como el cielo y cabello rubio recogido como si estuviera en los años veinte, además de la figura curvilínea casi perfecta.
—venimos en nombre de…la familia Lovelace —la chica saco con cuidado una carta de su bolsillo delantero y se lo entrego con cautela a la mujer. Esta examino el sobre y saco el trozo de papel, leyendo tan ávidamente rápido que en solo unos segundos dejo el papel dentro del sobre soltando un suspiro fuerte. —y… como podrá ver… necesitamos de su ayuda.
—así que… es un qué ¿prisionero? —pregunto con enojo haciendo que el joven de cabellos negros se adelantara, justo como Cass le había sugerido.
—está en una lenta recuperación, pero para la tranquilidad de los habitantes del valle se mantienen en una pequeña cabaña bajo un hechizo —al escuchar esas palabras la mujer hizo una mueca de desagrado.
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Editado: 18.11.2024