Encontrando...amor?

Capitulo 74

—esto es… —el anciano se agacho tomando una de las flores silvestres entre sus manos, todos parecían absortos mirando los alrededores.

Las ruinas de lo que fue un gran castillo en piedra oscura aun están allí, algunas paredes están derribadas y sus muebles siguen allí, enmarañados con las enredaderas que parecen proteger todo lo que se encuentra a su paso.

La soledad de esta zona de las tierras es algo que consume hasta los huesos, todo el ambiente es triste, incluso algunas partes tienen algunas flores, todas de unos colores muy vivos y lindos, los cuervos comenzaron a graznar bastante fuerte y rodearnos parándose en ciertos puntos justo donde estaban las flores.

—¿por…porque se paran allí? —pregunte mientras me abrazaba del brazo de Walter.

—en donde están parados nuestros guardias, es donde algunos de los cuerpos de la familia Lovelace se encuentran. —explico Magnus con calma mientras todos los presentes permanecían en el camino. Mire horrorizada casi dando un salto de donde estaba cerca de uno de esos matorrales.

Walter solo me dio palmaditas en mi mano, cuando dijeron que los cuerpos seguían allí no esperaba que de verdad estuvieran allí.

Magnus y Lucien hicieron unos movimientos con sus manos y el pelaje de los cuervos comenzó a brillar mientras las nubes comenzaron a tapar al sol dejándonos en una leve sombra, incluso el viento se detuvo.

Como si fueran alguna especia de hologramas, Figueras de personas en color blanco como le humo se levantaron y una extraña sensación familiar me invadió acompañado de pánico puro, todos los ojos de esas figuras se giraron a mirarme, eran mujeres y solo dos hombres, todos ellos me miraron con severidad y asombro.

—tu… eras la elegida…—escuche en mi mente y por alguna razón las lágrimas salieron de mis ojos muy rápido.

Solloce aferrándome al brazo de Walter quien se mantenía como piedra a mi lado.

Todas esas figuras se inclinaron haciendo una reverencia, la misma que todos me hacían desde que llegue a este valle.

Los invitados y mi propio consejo me miraron, pero cuando Walter miro detrás de mi supe que no me miraban a mí, levanté la cabeza para mirar al cielo y desde allí vi una luz ligada a una nube de humo alta. La nube me comenzó a envolver y las palabras que la vieja Lovelace me susurro esa noche llenaron mis oídos como si estuviera bajo el agua, mi vientre hormigueo demás y mi mano fue directamente allí, cuando mi palma toco mi vientre pude escuchar claramente el latido acelerado de un corazón.

He escuchado ese sonido en mis vidas anteriores, justo así sonaba una ecografía.

Las figuras de humo que estaba de pie allí en sus lugares caminaron hacia mi mientras susurraban palabras, un encantamiento. Di un paso hacia atrás asustada, sintiendo que en mi garganta subía la ansiedad, no era un encantamiento, eran las mismas palabras que la vieja Lovelace me había dicho.

—detenga esto, maestre Magnus —mire a Magnus, pero él y Lucien se veía preocupados y asustados, ellos ya no tenían el control. Los vi intentar dar marcha atrás al hechizo que usaron, pero las figuras simplemente siguieron su camino, todos les daban espacio.

Pensé que pasarían de mí, pero una de esas mujeres toco mi mano y un color purpura la envolvió y luego subió como si fuera un cohete, directo a las nubes, el resto comenzó a acercarse y hacer lo mismo, su toque se sentía frio, helado como si tocara el hielo, mas allá de ese frio sentía como si sacaran algo de mí, algo que la vieja Lovelace había plantado dentro de mí.

No sé cuántas sombras blancas me tocaron, pero Walter me había soltado o tal vez yo lo había soltado, cuando todas esas sombras terminaron de subir, una voz tronadora desde el cielo hizo vibrar la tierra. —“así será…”—fue todo lo que dijo y comenzó a llover.

Las gotas de agua a pesar de caer y que todo el mundo intentase cubrirse, notaron algo particular en estas gotas, a pesar de estar cayendo agua del cielo mire que a Walter seguía seco, como si todas las gotas pasaran de él.

—¿es…es esto normal? —grito Lisa desde unos metros de distancia, las gotas de agua si parecían mojarla.

Una rápida mirada a mi alrededor me hizo darme cuenta que no solo las gotas me mojaban a mí, estaba mojando a todos los demás huérfanos de la familia.

Nos miramos con incredulidad y las aves volvieron a graznar, me gire para mirarlas ya con la ropa mojada y las gotas de mi cuerpo comenzaron a manchar de negro el suelo.

Los susurros atónitos de todos me hicieron saltar, mi cabello al ser largo y algunos mechones pegarse a mi cara me hicieron darme cuenta del porque todos gritaban y susurraban con asombro.

—mi… mi cabello —mire a Walter quien nunca había dejado de mirarme atónito. —¡¿Qué está pasando!? —Isabel se acercó y me miro sorprendida, como si hubiera encontrado la gallina de los huevos de oro.

—era por eso… —quería gritarle, pero en cambio un leve dolor en mi barriga me hizo volver a poner la mano en mi vientre, solo para darme cuenta de que mi estómago antes plano ahora se encontraba levemente abultado.

—puedo escucharlo —afirmo casi en un susurro audible Walter.

—¿está embarazada? —pregunto cuestionándose si lo que veía era real.




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