Encontrando...amor?

Capitulo 95

—¿ya se te acabaron las referencias? —puse los ojos en blanco ante la pregunta de Cass mientras los niños están a lo lejos rodeando una fogata.

Había celebraciones y festividades que nadie había querido recuperar por miedo a algún castigo por parte de los muertos, pero ya era hora de avivar todo el valle, incluyendo en navidades.

—sí, creo que ahora si me adapté mejor a este mundo —dije bajito sintiendo las manos de Walter sobre mi cintura a los segundos.

—¿de qué hablan? —pregunto como si no supiera nada, pero ese oído de lobo lo tiene bien afilado.

Incluso cuando una vez hablaban a mis espaldas, él se tensaba por completo al punto de mirar a todos mal y gruñirles. En épocas de “celo” o cuando estaba embarazada, parecía incluso más sobreprotector, incluso cuando los latidos de Dylan se hicieron intensos él estaba allí, con su oreja pegada a mi vientre.

—nada solo…que no supera que me adapte mejor a este entorno —hice un gesto con las manos como si desparramara cartas sobre la mesa, el beso mi cuello riendo bajo.

—¿lo hiciste? —cuestiono rascando mi hombro con su barba corta justo donde había estado la marca, ya no se notaba para nada, pero la sensación cada que Walter se acercaba justo a esa zona me hacía temblar ligeramente.

—siempre lo he hecho —me defendí cruzándome de brazos bajo mis pechos.

—pero ya no he escuchado más referencias a libros que no hay en la cultura pop popular —Cass se defendió siempre queriendo estar un paso adelante.

—ñiñiñi … sigue bebiendo o mejor ve a contarles historias viejas a los niños —empuje ligeramente su hombro hacia delante y el me miro apenas de medio lado.

—sí, me iré, solo porque ustedes, par de tortolos necesitan espacio —abrió ambas manos como si hubiera ganado esta partida, rodé los ojos y justo cuando se dio la vuelta no pude soportar decir lo obvio.

—como el espacio que le das a Isabel —grite no tan alto pero el escucho, se detuvo y se giró mirándome molesto.

—¿Qué dijiste?

—que no le cuentes la historia trágica de amor tuya o me los deprimes —apreté los labios para no reírme, pero Walter detrás de mí no ayudaba.

—Evie… —susurro bajo apoyando su frente en mi hombro aguantando las ganas de reírse.

Sé que es un poco cruel burlarse de ello, pero la realidad es que he notado como Cass todos estos años trata de una manera muy diferente a Isabel. Cuando lancé la primera broma delante de Isabel esta se rio, pero no lo negó en cambio vi el color subir por el rostro de Cass y los comentarios coquetos siguieron filtrándose.

Incluso podría decir que los atrape un par de veces en las que las excusas de Cass no fueron tan creíbles.

—¿Qué? —me queje, Cass se había marchado con los niños quienes seguían comiendo malvaviscos. —solo quiero que deje de ocultarse, no es como que la abuela vaya a venir del mas allá solo para mirar cómo se comen a escondidas ¡en nuestra casa! —chille haciendo que Walter se riera, incluso él podía saber más que yo, su nariz es más aguda que la mía.

—calmate cariño, ya pronto nos lo dirán si quieren —Wally intento calmarme dejando un beso en mis labios.

Miramos el cielo nocturno de esa noche como todas las noches de los últimos veinte años.

El tiempo apenas se movía para nosotros y todos los días miraba al espejo esperando la primera marca de vejez, Walter solo se reía pues yo lo obligaba a usar mascarillas todas las noches para evitarlas.

Si se preguntas si nos detuvimos en seis hijos pues… yo creí que sí, pero el numero solo incremento, los cuatrillizos: Gian, Isabella, Ashton y Lucas corrían por la orilla del lago mientras perseguían luciérnagas a sus ocho cortos años de edad.

Todo parecía perfecto.

Bueno, casi todo.

La sensación de vacío comenzó a picar mi cerebro como hacía años no lo hacía.

Esa sensación de que algo faltaba, de que había una habitación oscura en alguna parte.

No se la comente a Walter porque no tenía mucha relevancia, era como si algo se escapara de mis manos y lo llegue a asociar con estar ocupada con los niños, en que no quemaran la casa o la escuela, pero poco a poco, mientras más estudiaba sobre este mundo, sobre esta familia y su árbol genealógico me di cuenta que algo, incluso en los libros parecía ocultarse a simple vista.

Esa noche regrese sola a casa y en mitad de camino la sensación regreso, pero no vino sola, hacia frio, pero este frio de invierno no era el mismo, algo en mi cuerpo me hizo recordar el momento exacto en el que regrese de buscar el maldito libro que la abuela Lace oculto en ese mundo.

Jamás me había atrevido a preguntarle a Cass sobre ese mundo, pero ¿todos los cuervos lo saben no?

Con la idea rondando mi mente comencé a caminar abrazándome a mí misma hasta que solté un pequeño silbido y un cuervo llevo a los minutos.

mi señora ¿usted llamo? —hizo una reverencia el ave susurrando suave en mi mente, su dulce voz disminuyo por un momento mi ansiedad.

necesito saber…sobre algunas cosas —el ave me miro girando su cabeza de un lado al otro.




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