Alex estaba a un lado de mi camioneta en el segundo en que aparqué en la esquina de la calle del colegio.
Cuando Victoria abrió la puerta del acompañante, se hizo a un lado e intentó ayudarla a bajar, pero cuando ella saltó a la vereda esquivando su mano, pareció darse cuenta de su error y la apartó.
Mi hermana levantó su mano, se despidió de ambos y corrió hacia donde sus amigos la esperaban cerca de la entrada al colegio.
Alex ocupó su lugar y cerró la puerta de la camioneta antes de darse la vuelta hacia mí.
—Tengo que mostrarte algo.
Ni siquiera me dio la oportunidad de saludarlo cuando él ya revolvía en su mochila.
Está prácticamente vacía, así que no tardó mucho.
Sacó un frasco de mermelada vacío y limpio bajo mi expectante mirada, y estaba a punto de señalarle que está vacío cuando algo se movió dentro de este.
Una pequeña lucecita casi imperceptible por la luz de día se movió dentro del pequeño frasco. Cuando volví a mirar a Alex, él me sonríe mientras me pasa el frasco.
—Es una luciérnaga.
Observé al pequeño insecto sin decirle nada. Hay algunas hojas secas al fondo del frasco y que solo noto ahora que lo tengo en mis manos.
Mis ojos no dejan de observarlo. —Acá les decimos 'bicho de luz' — el pequeño insecto se posó en donde está mi dedo del otro lado del vidrio. —Mi tía siempre decía que cuando era pequeña habían cientos de estos por todas partes cada noche de verano, pero nunca vi a uno.
Alex me sonrió y captó mi atención. —Ya es Noviembre y comienza a hacer calor, vi a varios anoche, fui al claro y-
Bajé el frasco bruscamente para poder enfrentarlo. —¿¡Fuiste al claro de noche?!
Su boca está entreabierta, como si no supiera qué decir.
Es lunes en la mañana y no nos hemos visto desde que nos despedimos el Sábado en la noche, hemos hablado durante todo el día de ayer y nunca mencionó que saldría de noche.
—¿¡Qué rayos estabas haciendo ahí de noche, Alex?!
Él suspiró con resignación. —Estaba aburrido, y no fue tan tarde, eran como las dos de la mañana y-
—¿¡Aburrido?! — le devolví el frasco antes de que terminara en el suelo por mi culpa. —Ir a la carretera de noche es peligroso, ¡Salir de noche es peligroso! Esto es Argentina, ¿Lo olvidaste?¿Por qué-?
—Nada va a pasarme, créeme, he estado en lugares peores. —dejó el frasco entre nosotros en el asiento. —Puedo cuidarme, solo quería mostrarte la luciérnaga. Son raros, no creí ni siquiera que encontraría alguno aquí.
Me relajé un poco contra el asiento. —¿Estaban en el claro?
Mi mente de inmediato conjuró esa imagen mental. El pequeño claro que ya conozco de memoria bajo la tenue luz de las estrellas y la luna, pequeños puntos de luz flotando alrededor de mí, de nosotros.
No puedo evitar incluir a Alex en esa imagen mental.
—Pensaba volver a ir esta noche. —su voz me trajo devuelta a la realidad. —Este pequeño no puede quedarse en este frasco para siempre, así que iba a ir a soltarlo, e iba a preguntarte si querrías ir conmigo pero viendo cómo reaccionaste...
Le observé por un momento. El cabello de Alex está tan desordenado que parece que no se ha peinado en días, quizás desde que lo ató el sábado en la mañana en mi habitación, pero de alguna manera eso no hace que se vea menos bonito.
Su campera negra de mezclilla está impecable, pero sus jeans rotos tienen algo de verdín en algunas partes, como si hubiera venido al colegio directamente desde el claro.
Respirando profundamente ahora puedo instintivamente percibir olor a lluvia, humedad y muzgo.
Alex, ¿Qué has estado haciendo en realidad?
Se volteó a verme justo en ese momento, y sonrió al encontrarse con mi mirada fija en él.
Aprieto la mano en un puño para evitar seguir mis instintos y comenzar a peinar su cabello, pero él notó el movimiento de inmediato y, luego de algunos segundos, se volteó a peinarse con el espejo retrovisor.
—¿Cómo hiciste para llegar al claro de noche, de todos modos? Me dijiste que no tenías licencia.
Sus movimientos se detuvieron abruptamente por un momento antes de continuar lo que hacía.
Mi pregunta lo tomó por sorpresa, ¿Es que no había pensado en ello?¿En que preguntaría eso?
¿Por qué no me contesta?
Estaba por llamarle la atención cuando finalmente levantó su mochila del asiento, dándome la espalda mientras toma el frasco.
—Caminé hacia allá.
Me tomó un poco de tiempo procesar lo que sus palabras implican.
Alex caminó hacia allá.
Caminó.
Me toma cuarenta minutos, o más, conducir mi camioneta hasta allá.
Mis ojos se desvían devuelta al frasco, ahora un mero bulto dentro de su mochila.
Encontrar las luciérnagas había sido una sorpresa para él, eso es lo que pareció, al menos. ¿Significa eso que fue hasta el claro, las vió, volvió a su casa a tomar un frasco y fue al claro otra vez?