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18: Disturbio

¿Por qué mentir?

Mi mano se detiene abruptamente, la palabra ‘dictadura’ sobre el papel a mitad de escribir. El cielo afuera de mi ventana es oscuro y sin estrellas, la fresca brisa se cuela por ella y revuelve las cortinas blancas. El trabajo de Historia que había olvidado hacer descansa sobre mis piernas, la luz de mi lámpara lo único que me ayuda a distinguir mi propia escritura sobre el papel. Ni siquiera me molesté en acomodarme en el escritorio, mi mente demasiado desordenada y errática como para siquiera considerarlo una opción. 

El rostro de Alex vuelve a mis pensamientos, su cabello desordenado, la leve sonrisa que adornaba su rostro antes de que sus labios se transformaran en una fina línea. 

Había mencionado una hermana… Pero recuerdo vívidamente su voz diciéndome que no tenía hermanos, que es hijo único. Recuerdo todas las anécdotas e historias que me contó de las cosas que hacía con sus padres, las cosas que me contó de ellos, de su vida antes de que le conociera… Nunca mencionó una hermana, nunca siquiera pareció que ocultara u omitiera algo, pero lo hizo, ¿No es así?¿Qué otra explicación podría tener esto?

Ni siquiera me animé a preguntarle, y ni siquiera sé por qué. Mi mente se dio cuenta de la incongruencia de inmediato, ¿Cómo podría no hacerlo? Siempre le escucho con atención, siempre mi atención se desvía hacia él cuando está cerca, a su voz, a cualquier cosa que él comparta conmigo. Alex es alguien preciado para mi, preciado de una manera en la que quizás no debería serlo, pero lo es, ¿Cómo podría no darme cuenta de una incongruencia así? Y aún así, en el momento, no pregunté.

El silencio se extendió, ninguno dijo nada. Comimos en silencio, aunque él perdió rápidamente el apetito y yo también. Me pidió que leyera en voz alta mi libro favorito para él, algo que no es extraño, le gusta escuchar mi voz al leer y siempre lleva una copia de aquel libro que le mencioné el primer día que le conocí en la mochila. Con la botella de agua al lado, me dediqué a ello con su cabeza descansando sobre mis piernas. El sol se movió en el cielo, su calor alcanzándonos de a ratos, los árboles meciéndose a nuestro alrededor. Podría haber sido una tarde tranquila, cualquiera, pero no lo fue. 

No puedo olvidarlo. 

Horas han pasado, conduje devuelta a casa luego de que el sol comenzara a desaparecer en el horizonte, Alex insistió en que le dejara en la esquina en la cual casi siempre le recojo cuando salimos juntos, y se despidió de mí como siempre lo hace; con un abrazo antes de irse. Sus ojos miraron en los míos por algunos segundos de más, y luego observé su espalda alejarse. Ni siquiera recuerdo el resto del viaje a casa, debo de haber manejado en automático. Cuando él estaba conmigo, su presencia me obligó a permanecer pendiente, atenta a su movimientos, pero una vez que él se fue no hubo nada que me detuviera de perderme en mi propia cabeza, en mis propios pensamientos confundidos y desorientados, llenos de preguntas sin respuesta lógica aparente. 

¿Por qué mentir? 

Ninguna respuesta que pudiera conjeturar por mi cuenta me satisface. 

¿No somos amigos?¿Es que no confía en mí?¿Por qué no lo mencionó antes?

¿Por qué mentir? 

Si es un asunto delicado, si es algo de lo cual no está listo para hablar en voz alta, ¿Por qué guardar silencio?¿Por qué no decirlo? 

No estoy herida, estoy confundida, y sé que no obtendré respuesta a las cientos de cosas que me están dando vueltas por la cabeza porque sé que no le preguntaré nada, no lo presionaré. Debe ser algo delicado, algo que le hiere mencionar, y por más que no comprenda por qué eligió mentir al respecto y no confiar en que confiaría en él y no le presionaría, sé que mañana me levantaré temprano y le veré en el colegio y le sonreiré, porque, ¿Cómo podría no hacerlo?¿Cómo podría no mirarlo a los ojos y no sentirme contenta, no querer devolverle aunque sea un poco de todo lo bueno que él trajo a mi vida cuando llegó a ella e insistió en quedarse? 

Nunca comprenderé por qué, nunca entenderé qué vio cuando levantó la mirada y se encontró con la mía que le hizo pensar que yo lo valía, que era interesante, que debería acercarse. No lo entiendo, pero no creo que jamás pueda arrepentirme de ello. 

No sabía que le faltaba algo a mi vida sino hasta que él llegó a ella, hasta que él se sentó a mi lado ese día de finales de Julio y me sonrió y me dijo que mis garabatos a un lado de los apuntes de clase eran bonitos, y que sólo quería una excusa para hablar conmigo. No creo que mi yo de ese entonces podría imaginarse lo mucho que llegaría a depender de ese chico extraño luego de tan solo un par de meses. 

Lo mucho que llegaría a quererlo, a cada parte de él, cada sonrisa y cada risa y cada recuerdo y tontería que comparte conmigo, a cada abrazo. 

No puedo no confiar en él, no cerrar los ojos y confiar en que lo que sea que esto signifique, lo que sea que no me esté diciendo, es algo que confiará en decirme en algún momento, o no, y que eso está bien. 

Todo el mundo tiene secretos, historia, cicatrices, cosas de las cuales prefiere no hablar, y él no es diferente. 

Yo tengo mis propias sombras, y hasta hace poco no se me ocurrió pensar en que Alex podría tenerlas también, no cuando siempre está tan dispuesto a sonreírle a todo aquél que se le cruce enfrente, no cuando su sola presencia hace que mi pecho se sienta cálido y quiera nada más que disfrutar de estar cerca, de oír su voz, de dejarme contagiar de su energía arrolladora y adictiva.




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