Encontrarte

24: Te encontré

La lluvia se ha detenido por completo al día siguiente, aunque los rastros de ella siguen visibles frente a nosotros cuando salimos afuera en la mañana. 

Mi madre no había vuelto a dormir la noche anterior, me había dicho antes de irse que volvería tarde, pero al final no lo ha hecho. 

Alex se adelanta y camina frente a mí, el camino de piedra que atraviesa el jardín delantero está húmedo y hay charcos repartidos por el césped, la camioneta está igual de cubierta cuando me acerco a ella con las llaves ya tintineando en mi mano. Es casi el mediodía, el sol se oculta entre algunas nubes blancas dispersas y el cielo es tan azul que hiere los ojos, pero no hace demasiado calor. La campera impermeable que llevo colgada a la cintura baila con la brisa y me da escalofríos en los brazos descubiertos por mi remera corta.

La mano de Alex en la mía me sobresaltó, sus dedos roban las llaves de mi mano antes de que pudiera abrir la camioneta mientras da dos pasos hacia atrás, alejándose de mí. 

—¿Qué haces? — le pregunté mientras sonrío, bajando mi mano. 

Él negó con la cabeza. —No necesitamos la camioneta, es demasiado lenta de todos modos. 

—¡Hey!

—¡No es personal! — se defendió riéndose y levantando sus manos. —Cualquier cosa es demasiado lenta para mi, ya verás. 

Antes de que pudiera decirle cualquier cosa, él ya está tomando mi mano y tirando de ella hasta arrastrarme con él. Hay un árbol cerca de la ventana del salón, un sauce demasiado grande que nunca nos hemos preocupado por cuidar y que da sombra en los días calurosos de verano, varias veces me he refugiado bajo su sombra con un libro. Cuando estuvimos seguros bajo su sombra, Alex me soltó. 

—¿Prefieres que te cargue en brazos o saltas a mi espalda?

Fruncí el ceño. —¿Para qué?

—Para ir al claro, ¿No?

Levanté ambas manos frente a mí y di un paso atrás, la mochila que colgaba precariamente de mi hombro se deslizó por mi brazo.

—No, espera — reacomodé la mochila en mi hombro. —Vayamos más despacio… 

Ahora es Alex quien está confundido. —¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? — le reproché. —¿Quieres que me muera?¿Que me dé algo? Todo esto es… Es muy nuevo, todavía no sé si estás haciéndome un chiste o no, me siento estúpida creyéndote porque siento que en cualquier momento te reirás y me dirás ¡Era una broma! y me he tomado todo esto muy bien, sí, pero hasta yo tengo un límite y… Y no sé, sólo… sólo no quiero, dame las llaves. 

Extendí mi mano hacia él, palma hacia arriba mientras espero a que haga lo que le pedí. Alex juega con mis llaves por un momento, pensativo, antes de que su mano se convierta en un borrón y, antes de poder reprocharle, mis pies ya han dejado el suelo y un grito ahogado deja mis labios en su lugar. Levanté los brazos con desesperación hasta que pude enredarlos alrededor de su cuello, pero aún así siento que me caeré a pesar de sentir su agarre seguro en mis piernas y cintura.

Alex espera pacientemente a que me calme, su rostro a centímetros del mío y sin desviar la mirada de mi. Cuando por fin me acostumbro lo suficiente a mi nueva situación como para devolverle la mirada, su rostro es serio y apologético. 

—Ya he decidido contarte la verdad, no voy a arrepentirme ahora — su agarre en mis piernas se vuelve más fuerte. —, quiero que me creas y quiero que confíes en mí otra vez, ¿Me dejarías demostrarte que te estoy diciendo la verdad?

Mis manos aprietan con fuerza sus hombros, el corazón me late rápido y fuerte en el pecho mientras la incertidumbre y los nervios se apoderan de mi. 

Suspiré una vez. 

—Está bien…

Alex me sonríe al escucharme. 

—Sujétate con fuerza a mi — me ordenó con voz suave, mis brazos alrededor de su cuello lo abrazan con más fuerza. —justo así, y esconde la cabeza en mi cuello tanto como puedas… Puedes mirar mientras avanzo, pero quizás le haga daño a tus ojos así que ten cuidado… Contaré hasta tres, ¿Sí?

Asentí casi imperceptiblemente, creí que no lo había notado por un breve momento, pero entonces su voz susurró en mi oído el primer número, así que guardé silencio y le escuché hasta que llegó a uno. 

El movimiento es tan repentino hizo que jadeara y cerrara los ojos con fuerza, mi cuerpo se mueve con el suyo casi como si nos meciéramos con una suave briza sentados en alguna parte, y me relajo contra su cuerpo lentamente hasta que finalmente me animo a abrir los ojos de a poco. 

Lo único que puedo ver es un borrón de colores frente a mis ojos, el viento seca mis ojos y me obliga a parpadear constantemente, pero la vista es tan extraña que no puedo evitar querer seguir observándolo todo. Mi cabello, suelto y largo hasta mi pecho, ya no cubre mi rostro. Comenzaba a acostumbrarme cuando de repente Alex saltó sobre algo y volvió a caer al suelo sobre sus dos pies, sonsacándome un pequeño grito que le hizo reír, su pecho vibra antes de murmurar un suave lo siento antes de seguir corriendo. 

Puedo distinguir más esta vez, y me sorprendo al ver solo árboles y vegetación que dejamos atrás con tanta rapidez que apenas y puedo percibir qué son, de a poco levanto mi cabeza para poder observar todo mejor pero Alex se detiene abruptamente, haciendo que mis brazos le saquen el aire mientras lo hace. 




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