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Pensando en ella

LUKE

Es domingo. He decidido tomarme el día libre de llamadas, Whatsapps, emails… y gente. Normalmente, los domingos suelo salir a dar una vuelta. Pero hoy no. No me apetece. Lo que quiero es quedarme estirado en mi cama escuchando música y pensando en ella.

Eso es lo que hago. Después de desayunar vuelvo a mi cuarto, cojo el móvil, lo pongo en modo avión, le conecto los cascos, abro el reproductor de música y le doy al play. La lista de reproducción está en aleatorio. La primera canción que suena es The second star to the right de la película Peter Pan. Sonrío. Me recuerda a ella. Por lo menos me recuerda a la Katie de seis años que no paraba de cantarla. Era su canción favorita de su película favorita.

Un rato después entra mi madre hablando, pero como llevo los cascos y la música está con el volumen al tope, no la oigo. Me los quito.

—¿Qué? – pregunto.

—Hijo, hace rato que estoy llamando a tu puerta, pero como he visto que no abrías he decidido entrar – me dice. Alzo las cejas. – Han venido a verte.

—¿Quién? – quiero saber. Pensé que había quedado claro que no quería ver a nadie hoy.

—Hola, Luke.

—Queenie.

Queenie Williams. Es una chica muy guapa y atractiva, pero tiene un pésimo carácter. Es mi ex. La relación no funcionó. Yo le gustaba a ella y me pidió salir. Yo no estaba seguro de si ella me gustaba a mí o no, pero le dije que sí. Estuvimos saliendo durante tres meses. Tres meses en los que intenté quererla como ella me quería a mí. O decía quererme. Pero todo se complicó. Ella me puso los cuernos, yo mismo fui el que la pilló, se lo dije y rompí con ella. Ella me pidió perdón y quiso que volviéramos, pero le dije que no, que si quería seguir viéndome y salir conmigo a algún lado, tenía que ser como amigos. Para mi sorpresa, aceptó. Somos buenos amigos, pero ella es muy pesada cuando intenta camelarme para volver a ser pareja, sin éxito. Últimamente, se comporta con posesividad. Se comporta así desde que le hablé de Katie. Respecto a qué hace en mi casa, no tengo ni idea. Ayer envié un mensaje en el grupo de Whatsapp para decir que no podía quedar porque tenía otros planes. Se me queda mirando fijamente. Mi madre sale de la habitación para dejarnos solos.

—¿Estos son tus planes? ¿Quedarte aquí tirado mientras escuchas música? – Me mira enfadada. Yo asiento. – Mira, si es por esa tal… Katie de la que me hablaste, olvídate. Olvídate de una vez por todas de ella. ¿¡No te das cuenta de que no la vas a volver a ver en tu vida!? ¡Abre los ojos, Luke, vuelve al mundo real! Hay chicas de verdad, a tu alrededor, a las que les gustas y se mueren por salir contigo y ser tus novias.

—¿Entre las que te incluyes tú? – le pregunto arqueando una ceja. Ella no responde. – Ya, lo imaginaba. Pues para empezar: no voy a volver contigo, te lo dejé bien claro en su momento. Segundo: ¡estoy en el maldito mundo real, desgraciadamente! Y tercero: Katie es la única que me gusta y me ha gustado siempre, y tú no eres quién para decir que no la volveré a ver jamás, porque no tienes ni idea, maldita sea. Estoy seguro de que, en algún momento, nuestras vidas volverán a unirse y podremos estar juntos, sin que nos importe lo que digan los demás. – Dichas estas palabras, me vuelvo a poner los cascos y me tumbo de lado, dándole la espalda. Pero ella seguía hablando. Había aflojado el volumen de la música así que podía oírla.

—¡Oh, venga ya! ¡Tenías siete años la última vez que la viste, tú mismo lo dijiste! Han pasado muchos años, Luke. Puede que no sea la misma chica que conociste. ¿Pretendes que siendo de una familia de “aristócratas” quiera salir contigo? Seguramente saldrá con gente de su nivel. Y tú no lo estás. Otra cosa es, ¿cómo narices se supone que la vas a reconocer? ¿Por arte de magia? Porque de físico también habrá cambiado mucho. Quizás hasta te llevas una decepción al verla porque esté gorda y sea fea. Además, seguramente ya no viva ni en esta ciudad.

Queenie no se calla. Quiero que se vaya de mi casa y deje de decir estupideces, pero sobre todo quiero que deje de hablar tan mal de Katie. Ella ni siquiera la conoce. Pero sé que no es ella quién habla, sino sus celos.

—Queenie – le digo. - ¿Por qué no te callas de una vez y te marchas? No haces más que decir estupideces. ¿Por qué una chica gorda tiene que ser fea? He visto chicas gorditas que son mucho más guapas que tú y mejores personas, sin duda. Y deja de hablar así de Katie. No la conoces y ¡yo tampoco te permito que hables así de ella! ¿Queda claro? Y ahora, vete, lárgate, fuera. Nos vemos mañana en clase. Adiós.

Está claro que le afectan mis palabras. Pero es lo que pienso y es la verdad. Tiene que aprender a controlar sus celos y sus palabras. Aunque quizás me haya pasado y debería haber usado otras palabras más suaves. Lo entenderé si mañana no me dirige la palabra. Mi madre vuelve a entrar, esta vez sorprendida.

—¿Qué ha pasado? ¿Tan mal ha ido la conversación? – me pregunta. Me encojo de hombros. – Luke…

—Vale, puede que no haya elegido las mejores palabras para decirle a Queenie lo que pienso. Puede que me haya pasado un poquito.

—¿Es por eso que se ha ido tan enfadada? – Yo asiento. Ella se me queda mirando con una ceja arqueada y los brazos cruzados. Sé perfectamente lo que quiere decirme.

—Sí, mamá – le digo. – Mañana hablaré con ella, me disculparé e intentaré arreglar las cosas. Aunque no sé si va a querer escucharme. Ahora, si me disculpas…



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En el texto hay: reencuentro, romance, amistad

Editado: 16.10.2025

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