Encontré a un ángel

Capítulo # 3

Capítulo # 3

En la mansión Grimaldi Anderson.

Aiden mira a Imiza como está confundida y responde:

—Mi amor, viniste de visita y nos enamoramos.

Imiza lo mira liada e intenta no pensar, le duele la cabeza.

—Tengo hambre —comenta e intentando tranquilizarse, necesita que el dolor pase, se obliga a que sus recuerdos regresen para poder entender como termino casada con ese hombre tan guapo y maravilloso.

Aiden le dio de comer, Bella se quedó con ellos, mientras que Gaia la mira con recelo, no le cae bien, es demasiado extraño el matrimonio de su hermano con esa mujer. Tiene que investigarlo y lo hará pronto.

Bella mira a la pelirroja y la verdad siente que su hermano está ocultando algo, al verlo tan dedicado a ella duda un poco que sea una mentira, que no sea su esposa.

—Gracias —dijo Imiza estirando los brazos para que Aiden la cargue y que él la saqué de la habitación, como hace todos los días—. Quiero salir de aquí.

Aiden obedeció, se la llevó al jardín para que respire del aire puro. Al momento de dejarla sentada, su hermana Bella le hace seña.

—Dime.

—Sé que es tu esposa y todo eso. No lo sé.

—Bella, ella es mi mujer y no voy a cambiar eso —dice con franqueza—. Yo las amo mucho, pero tampoco aceptaré que le hagan daño.

—Nunca —afirma Bella sintiéndose acorralada—. Sería incapaz de lastimarla.

—Por los momentos, pido ayuda con Imiza porque no puedo dejarla completamente sola, me pongo a escribir y he adelantado una novela —confiesa él—, tengo una empresa que cuidar.

—Sabes que la empresa está a mi cargo con Riccardo —dice con una sonrisa en los labios.

—Te gusta mucho el hijo de Samuele.

—Me encanta, mi padre se niega que tenga algo con él —confiesa con tristeza.

—Papá y mamá, solo se preocupan por ti. Así que no le hagas mucho caso —dice dándole un beso en la mejilla—. Te adoro Bella.

Gaia acercándose a ellos y cruzando los brazos con mucha molestia.

—¿Y yo qué?

—Deja los celos y deberías de buscarte un novio —le bromea, ella se niega—. Lo mío es celarte.

Aiden soltó una carcajada, Gaia es tan divertida en cierto punto. No cambia a sus hermanas por nadie, son amables, consentidoras y divertidas, aunque también son muy celosas.

—Yo voy con Imiza —habla Bella alejándose de ellos.

—Bella me ha traicionado —comenta Gaia con ciertos celos de su hermana sea capaz de hacerse amiga de esa mujer que les quiere quitar a su hermano.

—Hermanita, mi hermana no te ha traicionado. Ustedes me van a traicionar a mí cuando se enamoren y me dejen a un lado —bromea divertido y abrazándola—. Ustedes son mis consentidas.

—Ya meloso —dice ella avergonzada—. Bella está que se le cae la baba con Riccardo.

—Sé que se han gustado desde hace tiempo, mis padres se niegan a que tengan una relación —dice con franqueza.

—Para mí, algo oculta mis padres, porque no es normal como mi padre pelea con Bella para que no esté cerca de él —dice con suavidad e indagando un poco más—. Investigaré.

—No te vayas a meter en algún problema, Gaia —pidió su hermano, la conoce, es capaz de ser muy peligrosa.

—Amor —lo llama Imiza con una sonrisa—, vengan. No estén allá botaditos.

—Camina, que mi mujer nos llama —empujando a su hermana, divertido e intenta aceptar esta nueva vida, espera que Imiza no sea una asesina o una persona mala, es muy dulce, amable y cariñosa—. Aquí estoy.

Imiza solo queda sonriéndoles con aquella mirada y alegría tan sincera.

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En Alemania.

En la mansión Anderson.

Walter es un hombre de sesenta años, se encuentra furioso porque su hija mayor no aparece, su hija Hilda es incapaz de soltar alguna información. Es un desastre porque quiere casar a su princesa con Gerónimo Ferrara. Es un hombre con carácter que podrá dominar a su hija a esa rebelde que siempre quiere llevarle la contraria.

Gerónimo es un hombre de carácter que podrá doblegarla y enseñarle quién manda, ahora sin saber de su paradero tendrá que casar a su hija Hilda con él, porque hizo un juramento y casar a Imiza con otro mafioso después de encontrarla.

—Padre —habla Hilda, es una mujer de piel morena y ojos verdes esmeralda—. ¿Qué has sabido de mi hermana?

—No te hagas la inocente Hilda, no voy a creer que no sabes nada —dice realmente furioso con su hija menor—. Sé que sabes algo.

—Para ser sincera, no sé nada de ella —dice angustiada y comenzando a llorar—. Y si le paso algo.

Walter ve la angustia en los ojos de su hija menor, entonces entiende que su hija no sabe nada y en donde puede estar metida Imiza que no ha podido dar con ella. En cierto modo quiere que su hija se encuentre bien.

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En la mansión Grimaldi.

Aiden se despidió de sus hermanas y se encargó de llevar a su esposa a la habitación, nota que se encuentra un poco ausente y seria de lo normal.

—¿Sucede algo Imiza? —le pregunta observándola.

—Sí. Me urge recuperar mi memoria, siento que todo esto para mí es una completa mentira y todo se ve tan extraño, nada se me hace familiar —confiesa con cierta preocupación.

Él traga grueso, no sabe cómo decirle a Imiza la verdad, si es una asesina, espía o mafiosa. La verdad deseaba ser sincero con ella, tiene que asegurarse bien quién es ella para decirle la verdad.

—Tienes que descansar, mis hermanas vendrás a visitarte y podrás estar con ellas —asegura dándole un beso en la frente y salió de la habitación.

Hizo una llamada a su tío.

—Hola, tío.

—Hola. ¿Cómo te va con el juego del matrimonio? —le preguntó.

—Más o menos, mis hermanas vinieron hoy y la descubrieron —comenta con cierta preocupación—. Gaia es la más peligrosa de las dos.

—Gaia tiene un potencial para ser espía, lástima que te niegas a que entre a este mundo —dice con cierto fastidio.




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