Encrucijada: La profecía y el tigre

CAPÍTULO 4 Sacrificio

Así como lo dijo Isis a Lena, la muerte llegó a la isla sin que nadie de los pobladores se pudiera defender, no los vieron llegar ya que sus barcos tenían tal magia que se confundían con el mismo océano, estuvieron una semana observándolos y conocieron todos sus movimientos y en aquella noche fatal, arribaron a la isla, ataviados de unas capuchas que se confundían en la noche, asesinaron a todos los centinelas custodios de la noche sin que estos se dieran cuenta siquiera de quien los había atacado, la mayoría de los aldeanos murieron degollados, habrían sus ojos del sueño profundo solo para ver oscuridad y después fallecer, fueron prendiendo una a una las casas de la aldea, hasta llegar a casa de Lena, ya que al no encontrarla ahí, tomaron a sus padres y los arrastraron fuera de la casa, los amarraron a cada uno en los pilares del pórtico y los empezaron a martirizar para que dieran el paradero de la pequeña, mientras otros peinaban la isla en busca de esta.

-¡Maldita perra!, ¿Dime donde está la niña?- Le gritó uno de los Ostrogodos a Kaira, tomándola de los cabellos.

-No sé dónde se encuentra, y si lo supiera no te lo diría, doy gracias a los cielos que la están protegiendo- al terminar de decir esto, Kaira recibió un fuerte golpe en el abdomen lo que la hizo retorcerse de lo sofocada que se sentía y empezó a toser tratando de recuperar el aliento, aunque todo esto no le importaba, ya que al ser interrogada, sabía que la niña no estaba en casa y que estaba a salvo, no importaba su sacrificio mientras ella viviera.

-Mira bastardo, tu mujercita tiene más agallas que tú, ella por lo menos contesta, tú te quedas callado e indiferente a que le hagamos terribles cosas a tu mujer, ¿Qué más podríamos hacerle?- El ostrogodo, empezó a tocar a Kaira y fue bajando su mano hasta casi tocar sus partes íntimas, ella luchaba por zafarse e impedirlo, lo que este acto provocó que Niels embruteciera de ira, y con la fuerza de la adrenalina, arrancó sus amarres que lo tenían preso y tomara por sorpresa al ostrogodo, lo levantó por el cuello, lo golpeó con la cabeza en la suya, le quitó la espada que sostenía en la mano derecha y con ella misma lo asesinó clavándola en su abdomen, otros más que presenciaban la escena se abalanzaron contra Niels, él los recibió con varios golpes, y uno a uno iban cayendo, estaba tan concentrado en la lucha que no se percató de la lanza que llegó sin ningún sonido insertándose en su garganta, lo cual lo hizo tambalearse y quedar aturdido, a esta acción un ostrogodo le hirió en la parte trasera de la rodilla con una espada obligándolo a arrodillarse, Niels, tomó con sus dos manos la lanza y la sacó de su garganta, alcanzando con ella, a otros 2 más, hasta que llegó el dueño de esta y se la arrebató, encajándosela en el pecho, Niels con los ojos muy abiertos, volteo a ver a su amada, quien lloraba a gritos de rabia e impotencia al ver martirizado a quien amara con todas sus fuerzas, él le dedicó la mirada más dulce que podría ser capaz en ese momento y aspiró. Kaira gritó con todas sus fuerzas, maldiciéndolos a lo que los ostrogodos le respondieron con risas y golpes, ella cansada, volteo a ver nuevamente a su amado que yacía ya en el suelo y en susurros dijo –Mi amado Niels, ya que te has ido primero, asegúrate de que los cielos te escuchen y protejan a Lena, y después, espérame, que pronto iré a tu lado- y mirando al cielo gritó – Madre Isis, por favor, toma a bien el sacrificio de nuestro pueblo y cumple tu promesa – el ostrogodo de la lanza, al entender que no les sería revelado el paradero de la niña, tomó una daga y degolló a Kaira.

-Quemen todo, y busquen a la niña, no podemos irnos sin destruirla- gruño el ostrogodo de la lanza. Uno más se lanzó con fuego a quemar la casa de Lena y este lo detuvo -Esta no la quemes, me quedaré aquí a descansar mientras encuentran a la bastarda- le ordenó.

Seren, hermana de Sigurd, escuchó a su hermano levantarse, por lo que ya no concilio el sueño, ella era una niña, de la edad de Lena, vivaracha como su hermano, pero más terca y atrabancada que este. Tenía su cabello largo y lacio, sus ojos eran oscuros y medianos, sus facciones eran suaves, a decir verdad, era muy hermosa, pero su carácter desenfadado hacía que todos los niños salieran huyendo de ella.

Al ver que su hermano no regresaba, se levantó, y al bajar las escaleras, escuchó ruidos, lo que hizo que se alertara, trato de no emitir ningún ruido, ya que quería sorprender a Sigurd, pensando que era este, vio, como una sombra entró al cuarto de sus padres, lo que la hizo seguirle con la mirada, y antes de que los pudiera alertar, vio como eran asesinados, se ahogo su grito tapándose la boca y de la impresión, tiró un vaso que se encontraba en la mesa, miro como aquella sombra se descubría la cabeza y volteaba a mirarla, esta presa de terror salió despavorida de la casa, corriendo hacia el bosque sin mirar atrás, sentía que aquello que había mirado asesinar a sus padres le pisaba los talones, pero ella tenía una ventaja, conocía perfectamente el bosque. No podía tomar decisiones coherentes, solo sabía que debía huir, a cualquier lugar; rodeaba arboles, brincaba desniveles en el suelo, cruzó corriendo el río, y cuando se dio cuenta estaba en el límite de la tierra prohibida por los ancianos, vaciló un momento y pensó que no tenía otra alternativa, se armó de valor y siguió corriendo hasta que divisó una hermosa puerta incrustada en el árbol, casi mecánicamente, empezó a golpearla con su mano y suplicar que se abriera, que la salvaran.

 -¡Ayudenme por favor, ¿Hola?, por favor si alguien me escucha, sálveme por favor!, ¡Madre isis, ten piedad de mí!- Lloraba la niña, en una mezcla de terror, sollozos y angustia. 




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