1 - Alara – 1

Alara estaba entrenando junto a todos los padawans y caballeros del templo, el campo de entrenamiento estaba repleto y todos estaban practicando Soresu. Sus padawans estaban aprendiendo a defenderse mientras ella practicaba técnicas más avanzadas. Cansada, se sentó junto a Thirin a ver a los demás entrenar. Juna y Tori estaban esforzándose entre sus nuevos amigos, ella todavía estaba pensando en que más podía enseñarles para que puedan protegerse mejor.
“Vienes bien con ese relámpago, Alara.” Dijo divertido Thirin. “Eres mejor estudiante que yo, ahora sé porque te convertiste en maestra en tan poco tiempo.”
Alara lo miró con desdén.
“Ya deberías estar acostumbrada a los halagos…” Agregó jocoso.
“Eres un gran maestro, Thirin, por eso aprendí rápido.” Dijo divertida Alara. “Mis padawans están aprendiendo mucho de ustedes.”
“Maestro Uthar es un experto en Soresu, no hay nadie más apropiado que él para estas clases… Tengo que admitir que me hubiera encantado aprender formas de esta manera.” Dijo sonriente Thirin. “Esto fue una gran idea.”
“Creo que deberíamos intentar aprender de esta manera cada vez que podamos.” Dijo pensante Alara.
Un grito, parte de la forma, interrumpió la conversación por un instante.
“Además estamos mejorando todos juntos, los maestros están mejorando sus métodos y de a poco estamos conociendo otras falencias de nuestros alumnos.”
“Eres toda una maestra, Alara.” Dijo divertido Thirin. “¿Cuándo te marchas?”
“Pronto, ya tentemos algunas misiones en espera, pero quiero pasar todo el tiempo posible aquí. He aprendido mucho estos días.”
“Solo quería saber, siempre serán bienvenidas en el templo.” Dijo pensante Thirin. “Tengo que armar un equipo para mi próxima misión.”
“Lleva un buscador o explorador.” Dijo sin cuidado Alara. “Contigo ya tienes todo el combate resuelto.”
“Gracias por el consejo.” Respondió divertido Thirin. “Te encargo a Juna, debes hacer que descanse un poco mejor.”
“La estoy obligando a meditar más seguido…” Dijo al aire Alara. “No sabe cuándo detenerse.”
Thirin se despidió con la mano para luego saludar a sus padawans que venían hacia ella.
“¡Maestra!” Gritó contenta Tori. “¿Viste nuestras formas?”
“Las estuve espiando un rato, Tori.” Dijo sonriente Alara. “Juna, recuerda que Uthar es un experto, no todo en la vida es Ataru.”
“Lo sé, maestra…” Dijo apenada Juna. “Me cuesta quedarme quieta…”
“Es normal, pero tienes que aprender a ver el valor en todo lo que enseñamos aquí.” Dijo pensante Alara. “Tori, tienes clases en un rato, no olvides tu holo.”
“Ya estoy lista.” Dijo contenta la padawan. “¿Nos vemos para almorzar?”
“Allí estaremos.” Respondió divertida Alara.
Tori corrió por el pasillo a toda velocidad.
“Te esperan en los Archivos, Juna. Shura quería mostrarte algo.” Dijo pensante Alara. “No le des muchos problemas.”
Juna estaba mirándola con detenimiento.
“Deberías tomarte unos días, maestra.” Dijo sin cuidado. “Pareces agotada.”
“Pronto, Juna.” Dijo pensante Alara.
“No puedes salvar a todos, maestra…” Dijo apenada la padawan. “Mi maestro murió pensando que era su deber salvar a la galaxia.”
Alara sintió el cariño de sus palabras, así que se acercó a apretar sus manos.
“Voy a tomarme unos días, Juna, tengo mi último examen mañana.” Dijo sonriente. “Un pequeño pajarito me contó que entrenas por las noches…”
“No quería despertarla…” Dijo apenada Juna. “Pero…”
“Nada, recuerda que entrenar sola tiende a reforzar tus errores.” Dijo divertida Alara. “Shin hacía lo mismo…”
“¿De verdad?” preguntó sorprendida Juna.
“Todos siempre hablan de lo talentoso que era, pero la única que lo veía esforzarse era yo… No sé cuántas veces lo encontré durmiendo en la sala de entrenamiento en Karastros. Kysho siempre lo mandaba a dormir cuando lo encontraba por las noches en los Archivos…” Dijo sonriente Alara. “El esfuerzo es un gran talento, pero a veces necesitas experiencia para crecer, por eso los llevamos a las misiones, para aplicar lo aprendido, para enfrentarnos a lo desconocido.”
“Entiendo, maestra…” Dijo apenada Juna. “Quería disculparme por cómo te traté en nuestros primeros días. He aprendido mucho contigo y ahora sé cómo debería comportarse un maestro.”
“No hay nada de que disculparse, Juna.” Dijo sonriente Alara mientras apretaba sus hombros. “Ambas nos estábamos conociendo. Tu maestro nunca debió tener un padawan, con un poco de vigilancia ya nadie va a sentirse como tú.”
“Eso espero… Quería decirte eso hace unos días…” Dijo apenada la padawan. “Gracias por no hacer un escándalo, nos vemos más tarde.”
Alara vio marchar a su padawan para luego caminar hacia su habitación, ya que necesitaba darse un baño. Saludó a Shura a la pasada y miró un rato la estatua de Surih para luego pasar por la sala de meditación pensando en Shin, ya que pudieron pasar un tiempo juntos allí. No pudo quitarse la ropa que alguien estaba golpeando su puerta. Mirabella estaba vestida de padawan, tenía una hermosa trenza y se movía como su fuera una jedi. Su disfraz era perfecto.
“Podría confundirte con una padawan, Mirabella.” Dijo divertida Alara.
“Maestra, buenos días. Tienen mañanas ocupadas.” Dijo con seriedad la espía. “Estoy de incognito y quería pasar a ver como estabas.”
“Estoy bien, Mirabella…” Dijo pensante Alara. “¿Por qué siempre vienes a ver cómo estoy?”
“No lo sé, siento que se lo debo a Shin.” Dijo pensante la espía mientras la puerta se cerraba detrás de ella. “Me gusta pensar que somos amigas…”
“Lo somos, Mirabella… Siempre puedes llamarme a mi holo.” Dijo sonriente Alara mientras se quitaba la túnica. “¿Cómo está todo por el SIS?”
“Estoy atareada, mi jefe me ha dado libertad para trabajar en las ratas que tenemos en la República, hemos estado ocupados con ellos…” Respondió pensante Mirabella. “El Imperio no va a descubrir más corrupción en el Senado.”
Alara se desnudó para meterse a su baño mientras Mirabella la seguía de cerca.
“Eso es fantástico, Mirabella.” Dijo mientras se perdía entre el vapor.
“Quería darte un poco de información sobre Ihsahan, lo tenemos vigilado.” Dijo pensante Mirabella. “Ha estado haciendo apariciones en toda la galaxia, trayendo orden y cazando bandidos. Su caza es una imagen de esperanza ahora, por otro lado, estoy segura de que tiene un rol mucho más importante dentro del Imperio del que creemos.”
“Nuestros amigos han estado cruzándose con él, pero… No los ha perseguido, simplemente nos deja mal parados frente a los habitantes del lugar donde están.” Dijo en voz alta Alara. “No tengo mucho para darte, usualmente nadie lo ve pelear y termina con sus peleas con su abrumador poder…”
“Gracias por el detalle, Alara.” Dijo al aire Mirabella. “Tengo algunas grabaciones de él, me recuerda a alguno de sus maestros cuando todavía peleaban en la guerra…”
“Está a ese nivel…” Dijo Alara mientras se secaba detrás de la mampara. “Estamos entrenando para lidiar con él, aunque no sé qué tan posible sea.”
“Nosotros hemos intentado asesinarlo un par de veces…” Dijo pensante Mirabella. “No hemos tenido éxito.”
“No deberían desperdiciar sus vidas de esa manera, Mirabella.” Dijo pensante Alara mientras se vestía a su lado. “No es alguien que puedan derrotar con sus tácticas, incluso si usan lo que aprendieron durante la Guerra Civil.”
“Aprendimos eso de la manera difícil… No tienen pudor los jedis.” Dijo al aire Mirabella.
Alara no se había percatado de eso.
“Pensé que estábamos entre amigas.” Dijo divertida.
“Supongo que yo soy la que está sexualizada, es parte del trabajo… Ese entrenamiento te mantiene en forma.” Dijo jocosa Mirabella.
“No creo que puedas encontrar a ninguno de los nuestros fuera de forma.” Respondió divertida Alara mientras se sentaba en su cama. “¿Nos estás espiando a nosotros?”
“Eso intento, ahora que el Senado está bajo control, ustedes son el siguiente problema. Ya hemos hablado de esto…” Dijo al aire Mirabella.
“Lo recuerdo…” Dijo pensante Alara.
“El problema es que no entiendo nada de lo que hacen, son excelentes diplomáticos y a veces se comportan como espías cuando trabajan, cada vez que dudo de alguno de ustedes estoy a punto de arruinar sus planes…” Dijo ofuscada la espía.
“He estado hablando con los maestros sobre el tema, queremos armar un equipo de trabajo con ustedes…” Dijo con seriedad Alara. “No nos gusta que el Imperio sepa todo lo que hacemos.”
“Eso sería fabuloso, Alara…” Dijo sorprendida Mirabella. “No sabía que tenía semejante amiga.”
“Es mi trabajo modernizar la Orden y me parece que necesitamos un grupo de personas para lidiar con este tipo de problemas. Yo te quiero mucho, pero si vienes a apuntar con tu dedo a uno de mis amigos como un traidor… No va a salir bien, necesitamos ser parte de la solución.” Respondió con prestancia Alara mientras notaba la sonrisa de Mirabella. “¿Por qué sonríes?”
“Suenas exactamente como Shin.” Respondió divertida Mirabella. “Escuché algo muy parecido de él en algún momento.”
“Thirin me dijo que Shin fue el primero de hablar de esto con Shura, en ese momento no teníamos el contexto como para tomar la decisión correcta…” Dijo pensante Alara. “Estúpido…”
“Necesito eso por escrito, Alara…” Dijo pensante Mirabella.
“Lo tendrás pronto, ya tengo una docena de jedis que están dispuestos a trabajar con ustedes.” Dijo con seriedad Alara. “Solo resta pasarlo por alguno de mis superiores.”
“¿Cómo están tus padawans? Tori es famosa en el templo.” Dijo pensante Mirabella.
“Tori es muy extrovertida y le gusta ayudar a todos, así que siempre está haciendo algo en el templo. Ya nos amigamos con Juna… Fue difícil al principio.” Respondió al aire Alara.
“Escuché que tal vez te asignaban otro padawan.” Dijo de la nada la espía.
“Estás demasiado informada para no ser una jedi…” Dijo divertida Alara. “Jundo, están estudiando el caso. Yo no tengo problemas, pero no estoy segura de que alguien de sus talentos una maestra como yo.”
“Estoy informada, pero no podría opinar.” Dijo divertida Mirabella. “Debería seguir con mis rondas, nos vemos pronto.”
Mirabella se marchó sin ser detectada por nadie. Alara salió al pasillo para dirigirse al comedor en busca de sus padawans.