Ihsahan estaba camino al taller de Vera cuando dobló en un oscuro callejón. La sombra de los edificios ocultaba solo alguna de las maquinarias que se encargaban de los servicios. Un chiflido de fondo anunció a tres personas, sus blasters apuntaban hacia él y los disparos no se hicieron esperar. El trío solo pudo patalear en el aire ante su poder. Ihsahan sabía que había alguien más en el callejón. El individuo cayó lentamente frente a él cuando los cuellos de los bandidos se rompían en el aire. El purasangre parecía impresionado con su despliegue y clavó sus ojos en él. Su túnica era negra y su sable pequeño. Tenía unos anillos en los tentáculos de su cara y su peinado estaba ordenado. Parecía estirado y su postura era alta.
“Darth, es un placer por fin conocerlo.” Dijo con gracia el sith. “Parece que los rumores son ciertos.”
El sith liberó su presencia, era fría y calculadora como la suya.
“¿Por qué quieres morir?” Preguntó con severidad Ihsahan.
“Ah, me imagino que esta situación me hace parecer un suicida… No es el caso, milord, solo quiero saber si usted es el maestro que he estado buscando.” Respondió sonriente el purasangre.
El sith saltó al ataque junto a toda la maquinaria que había cerca. Ihsahan, en cambio, solo repelió un purificador de aire con un revés para patear en la cara al sith, que terminó rodando por el suelo. Su técnica era agresiva, pero su velocidad no llegaba a su nivel.
“El famoso Soresu Imperial, asombroso.” Dijo con seriedad el sith. “Parece que no necesito contenerme.”
Ihsahan pudo sentir el calor de su ira mientras la velocidad y fuerza de su oponente aumentaba drásticamente. Era un gran luchador, su Makashi era agresivo y se adaptaba perfectamente a su sable curvo. El purasangre saltó para bloquear sus movimientos e intentar patearlo en las costillas. Ihsahan solo resistió el ataque, ya que era una simple patada, para luego contraatacar con un puñetazo lleno de Fuerza. El sith salió despedido hacia atrás para rodar en el húmedo cemento de la ciudad. Saltó desde el suelo para hacer un barrido alto y recibir una patada ascendente en la cara, dando contra un climatizador para luego caer dentro de un contenedor de basura. Los rojos ojos del sith se apagaron cuando empezó a limpiar su túnica.
“Parece que no puedo derrotarlo, milord.” Dijo con seriedad el purasangre.
“Nombre.” Dijo con severidad Ihsahan.
“Mis más sinceras disculpas, me enardeció su falta de presencia.” Dijo sonriente el purasangre. “Lord Artemios Bokan es mi nombre, estoy listo para servirlo.”
“Tienes demasiada estima en su valía, sith.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Ah, no quería probarme en batalla, milord. Soy más bien un… estudioso de la Fuerza y parece que no hay mejor empleador que el Guardián del Imperio.” Dijo sonriente Artemios. “Escuché que estaba en busca de algo parecido a un Archivista, así que me encantaría probar mi valía para ese puesto.”
Artemios no podía leer nada de lo que hacía Ihsahan, ya que estaba perfectamente inmóvil frente a él y no podía sentir su presencia.
“Me asombra no poder sentir su poder de la manera tradicional, milord.” Agregó nervioso.
Ihsahan empezó a caminar hacia él sin decir nada. Nervioso, Artemios pensó que todo había terminado, pero el sith simplemente caminó a su lado. Lo siguió de cerca para entrar a un extraño negocio, donde una rubia mujer los recibió con respeto.
“Maestro.” Dijo mientras los saludaba al llevarse un puño al pecho. “¿Quién es este sucio sith?” Agregó con severidad.
“Su nombre es Artemios, quiere ser nuestro nuevo Archivista.” Dijo con seriedad Ihsahan.
Mirana se acercó a mirarlo de cerca.
“Necesita un baño.” Dijo con seriedad.
“Llévalo a la bóveda y espera por mí, Mirana.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Entendido, milord. Shia y Vera lo esperan, este hombre ya recibió sus créditos.” Dijo con seriedad la guardia. “Por aquí, Artemios. Mi maestro va a explicarte el trabajo, espero que estés listo para servir al Imperio. Voy a hacer que se bañe…”
La pareja desapareció en la puerta mientras él miraba al comerciante, que siempre estaba nervioso en su presencia.
“Buenos días, milord.” Dijo el hombre mientras fregaba sus manos.
“Espero que esté compartiendo sus ganancias con Vera.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Es una herramienta importante para mí.”
“Su artesana está en muy buenas manos, milord.” Dijo nervioso el comerciante.
Shia entró con violencia por la puerta lateral.
“Me pareció escuchar tu voz, alor. Ven, tu armadura es magnífica…” Dijo mientras abría la puerta para dejarlo pasar. “Este energúmeno piensa que te está estafando, pero no sabe lo que tiene frente a él.”
“Lo sé.” Dijo Ihsahan para seguir a la mandaloriana por el callejón.
“¿Cómo estuvo tu día?” Preguntó descuidada Shia. “Vera todavía no quiere ser parte de mi clan…”
“Tengo alguien para la bóveda.” Dijo con seriedad el sith. “Parece que quiere trabajar para mí.”
“Todos quieren trabajar para ti, alor. Solo tienes que decirlo y me encargaré de que nadie te moleste.” Respondió con prestancia Shia mientras se quitabas el casco para mirarlo.
“Me atacó en el camino, su fuerte no es el combate cuerpo a cuerpo.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Buenos días, milord.” Dijo con energía Vera mientras acercaba un muñeco vestido con su armadura completa. “Esta es mi mejor creación hasta el momento.”
“No sé si una mandaloriana estaría cómoda en ella, pero es perfecta para ti.” Opinó divertida Shia.
Ihsahan se acercó para revisar su nueva armadura. Esta era negra y solo llevaba el característico rombo en su peto. La armadura era liviana y voluble como esperaba. Su nuevo casco tenía el hueco para su máscara y todo estaba nuevo. En su espalda había lugar para el jet y parecía que podía instalar un lanzallamas si así lo quisiera.
“Tiene lugar para el jet, milord.” Dijo pensante Vera.
“No es necesario. Buen trabajo, Vera.” Dijo con seriedad el sith.
“Eh… ¿Ella es tu favorita?” Preguntó divertida Shia. “Ya estuve disparándole, es una gran armadura y creo que te quedará magnífica entre tus túnicas.”
“Tengo beskar de sobra.” Dijo pesante Vera mientras revisaba a Shia de cerca.
“Puedes mejorar su armadura, yo ya no necesito nada más. Tómalo como tu paga, Shia.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Hmm…” Dijo al aire Shia. “Puede ser… Me haces trabajar mucho más que tu chofer, alor.”
Vera se quitó el casco para mirar a Ihsahan.
“Tienes un gran jefe, Shia.” Dijo pensante.
“Tal vez pueda convencerlo de que sea parte de mi clan, con esa máscara podría ser Mandalore…” Dijo divertida Shia. “¿Qué te parece, alor?”
“No estoy interesado en sus extrañas políticas de estado, Shia.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Me gustaría uno de sus blasters, necesito un arma de largo alcance.”
Shia sonrió divertida.
“Podría darte uno de los míos.” Dijo pensante. “Te veo con un blaster de guerra…”
“Uno de acero durano… de alto calibre. Me imagino que un sith hace valer sus disparos.” Agregó pensante Vera.
“Exactamente.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Shia, te encargo la armadura.” Agregó para marcharse.
“No te preocupes, alor.” Dijo sonriente la mandaloriana, recibiendo una mirada de la artesana.
Ihsahan se perdió en las calles de su ciudad.