Pov Patrick
Mientras voy en el auto, veo por última vez la ciudad a la que alguna vez llamé hogar. Los árboles pasan tan deprisa como el tiempo mismo. Detallo con gran nostalgia la ciudad que me vio crecer. No voy dejando nada, salvo a Tobías, mi mejor amigo, el único que tengo. Antes tenía a mi tío, el hermano menor de mi madre, no me llevaba más de 10 años, fuimos inseparables desde niños.
Hace unos días, mis padres me dieron la noticia de que nos mudaríamos a Colombia. No me dieron muchas explicaciones, pero es raro que lo hicieran.
**Flashback**
-"Patrick, ¿puedes venir un momento?" Escuché la supuesta pregunta de mi madre desde la planta baja, y digo supuesta porque no es como si me pudiera negar.
A paso lento, salí de mi habitación y me dirigí al living donde se encontraba mi madre y, sorpresivamente, mi padre.
-Ya estoy aquí -les dije una vez llegué y tomé asiento al frente de mis padres, quienes se encontraban en un sillón de tres plazas.
-Buenos días, hijo. ¿Cómo estás?
-Estoy bien, pero no es por eso que me llamaron, ¿verdad?
-No te equivocas. Te llamamos para avisarte que nos vamos a mudar a Colombia en dos días -mi madre tan directa como siempre. Es una mujer que impone respeto. Su porte, su firmeza, su figura y su mirada son suficientes para intimidar al mismísimo presidente. Larga cabellera castaña, que cae en cascada con pequeñas ondas por su espalda, enormes y brillantes ojos azules, labios finos y 1.75 de estatura.
-Directo al punto, me gusta. Bueno, iré a empacar.
-¿Así nada más? ¿No preguntarás por qué o algo así? -Esta vez habló mi padre, Mauricio. Un hombre de 1.84, cabello castaño oscuro, buena contextura física y ojos miel. A simple vista, un ser pacífico, ja, ilusos.
-Ustedes al inicio se encargaron de decir que es una información, más no una pregunta. Quiere decir que no están pidiendo mi opinión y mucho menos puedo objetar, ¿para qué perder mi tiempo? -le respondí mientras caminaba hacia la salida del living.
Si soy honesto, me da igual irme o no, aunque me genera un poco de curiosidad saber por qué nos vamos a mudar de país, incluso de continente, pero sé que no me lo dirán a menos que se les dé la gana hacerlo, así que solo resta esperar.
**Fin del flashback**
Y aquí estoy, en el aeropuerto esperando abordar en el avión privado de mis padres. Minutos después, una de las azafatas nos dice que el avión ya está listo para el despegue y podemos embarcar.
Una vez en él, me dirijo hacia una de las pequeñas habitaciones que se encuentran al final del avión y me alisto para dormir mientras escucho música. Pero como siempre, mis planes salen al revés y mis padres me llaman.
-Te preguntarás por qué esta mudanza tan repentina y si no es así, pues igual te diremos -rodé los ojos tras ese comentario mientras me sentaba en una de las sillas.
-Hijo, ¿de dónde crees que salió nuestra fortuna?
-De las empresas, ¿no? -Mis padres tenían una distribuidora de materias primas y demás para la construcción, aparte de ser inversionistas de bienes raíces.
-No -replica mi madre con su tono frío de siempre. La miro a los ojos pero como siempre lo único que miro en ellos es "nada" -Nosotros nos movemos en los negocios ilegales. Siendo más específica, nos dedicamos al lavado de dinero y el narcotráfico -prosigue ella de lo más tranquila, mientras que yo estoy de todo menos eso. La sorpresa es muy grande, mis padres pueden ser lo que quieran, pero jamás me imaginé algo así.
- ¿Qué hicieron?
-No entiendo -habla esta vez mi padre.
-Nos estamos mudando por una razón ¿Cuál es?
-Muy simple, debemos darle de baja a los dueños de una corporación que nos está estorbando -al pronunciar esas palabras, mi madre estira el brazo y agarra una Tablet que se encontraba en la mesa que los separa a ellos de mí -esta es la empresa, se llama Delacroix Corporación y es manejada por Ángel Delacroix, el cual está casado con Violet Cavalí, tienen 3 hijos y…
-¿Esperen, qué? -la corté de golpe antes de que continuara -¿Me está diciendo que vamos a Colombia simplemente a matar a una familia?
-En resumidas cuentas y pocas palabras… sí -dice mi padre.
-¿Ellos son narcos, pertenecen a la mafia o algo así?
-No -replica el hombre a mi derecha.
-¿Entonces qué tiene que ver eso con ustedes?
-Simple, su empresa no está haciendo la vida complicada, los obstáculos están para eliminarse.
-¿Y los hijos?
-Ellos también van a morir -dice encogiéndose de hombros mi madre.
-¿Qué…?
-Los hijos ya están grandes, sobre todo el mayor, matando solo a los padres no logramos nada. -Responde con la misma indiferencia de antes, mientras mi padre alterna la mirada entre ella y yo.
-Pero ninguno de ellos es responsable de los líos y negocios en los que están metidos, es injusto que por el simple hecho de que sean mejores que ustedes y de forma legar los quieran eliminar.
-Querido hijo, la vida no es justa -eso fue lo último que escuché antes de levantarme e irme hacia la cola del avión, donde se encontraba mi mini habitación.
No sé cómo sentirme al respecto, siento que toda mi vida ha sido una mentira, que a pesar de llevar 17 años conviviendo con esos dos seres, aún no sé nada de ellos. Todo lo que creía resultó siendo una farsa, junto con esos sentimientos se viene una avalancha de dudas y preguntas
¿Habrán matado? Pero con sus propias manos, porque mandar a hacerlo está claro que sí. ¿Cuántas personas? ¿Hace cuánto están en eso? ¿Por qué no me habían dicho? Y muchas preguntas más. Mientras me ahogaba en la incertidumbre, caí dormido.
**Días después**
Y aquí estoy, de pie en la entrada de mi nuevo colegio. Cabe resaltar que odio el tráfico de Bogotá, lo que debía ser un viaje corto a la escuela, se alargó a 40 minutos por los benditos trancones. Tomo una gran bocanada de aire y me adentro en el colegio. Mientras paso por lo que creo que es la cafetería principal, múltiples personas me rodean, supongo que eso pasa con los nuevos y más cuando vas a grado 11, el cual es el último año antes de la universidad. Pocas personas entran nuevos a ese grado.