Encuentro en el faro

Capitulo tres - Refugio

El pueblo costero en el que Lyra encontró refugio era un lugar de ensueño. Ubicado en un acantilado que se asomaba al vasto océano, ofrecía una vista panorámica impresionante. Pero lo que realmente capturaba la atención de Lyra era el majestuoso faro que se alzaba en la punta del acantilado, vigilante y solitario.

El faro, con su estructura de piedra y su imponente altura, era un símbolo de esperanza y guía en medio de la oscuridad. Su brillante luz atravesaba la noche, ofreciendo seguridad a los navegantes perdidos y recordando a Lyra que, incluso en los momentos más oscuros, siempre había una fuente de iluminación y salvación.

Durante el día, Lyra solía caminar hacia el faro, siguiendo un sendero serpenteante que atravesaba campos de flores silvestres y acantilados escarpados. Cada paso que daba hacia su destino, podía sentir cómo su espíritu se elevaba, alejándose de las sombras del pasado.

Al llegar al faro, Lyra se detenía frente a sus majestuosas puertas de madera y observaba el vasto mar extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Las olas rompían contra las rocas con gracia y el aroma salado del océano llenaba sus sentidos.

Desde lo alto del faro, Lyra contemplaba el horizonte infinito, con sus tonos dorados y naranjas reflejados en las aguas danzantes. Era como si el mar estuviera tejiendo una sinfonía de colores y sonidos solo para ella, envolviéndola en una tranquilidad renovadora.

Era en ese lugar mágico donde Lyra encontraba la paz que tanto anhelaba. Se sentaba en un banco de piedra junto al faro, dejando que la brisa marina acariciara su rostro y llevándose consigo los últimos vestigios de dolor y angustia. Observaba los barcos que se deslizaban en el horizonte, sintiéndose libre como las aves que surcaban el cielo.

En el pueblo, la comunidad también tenía un vínculo especial con el faro. Era un símbolo de unidad y fortaleza. Los lugareños se reunían alrededor de él en ocasiones especiales, compartiendo historias, risas y alegría. Era un faro que no solo iluminaba las oscuras noches marinas, sino también los corazones de aquellos que habitaban en su cercanía.

Para Lyra, el faro se convirtió en un faro de esperanza, un recordatorio constante de su propia capacidad para superar las tormentas de la vida y encontrar la felicidad. Cada vez que se acercaba a él, sabía que estaba un paso más cerca de dejar atrás el pasado y abrazar un futuro lleno de amor y autenticidad.

En ese pueblo costero, con el faro como testigo, Lyra encontró la fuerza para sanar y reconstruir su vida. Y mientras continuaba su viaje de redescubrimiento, sabía que siempre podría regresar al faro, para recordar de dónde venía y encontrar la paz en el brillo eterno del mar.



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En el texto hay: amor, amor amistad, sanacion

Editado: 20.08.2024

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