Clara, con los ojos bien abiertos, explicó la situación. — Ariadna, aprovechando que es viernes y hacía un tiempo que no nos reuníamos todos juntos, Santiago propuso ir por pizzas y venir aquí, como solíamos hacer.
Alonso, al ver a Hugo con su ropa cómoda y una copa de vino en la mano, añadió: — No teníamos idea de que estabas ocupada.
Hugo, al percibir mi estado de colapso inminente, intervino con su habitual aplomo. — Pueden quedarse, no estamos haciendo gran cosa—. Asentí, mi cerebro aún en modo de emergencia.
— Sí, sí, instálense. Yo... Hugo ¿Me acompañas a la cocina un momento?.— El asintió y me siguió.
Una vez en la cocina, Hugo me miró con una ceja arqueada. — Debes calmarte.
— ¡No puedo!—, exclamé, mi voz teñida de frustración.
— Sé que eres una adicta al control, Ariadna—, me dijo, su tono extrañamente tranquilo, acariciando mis brazos suavemente, para calmarme. — Pero debes aprender a manejar las cosas bajo presión.
La frustración me superó y dejé caer mi cabeza en su pecho. Él sujetó mi mentón, obligándome a alzar la mirada. Justo en ese momento, Santiago entró a la cocina.
— No quería interrumpir—, dijo, su voz apenas un susurro, — solo venía por unas copas.
Rápidamente, con la cara ardiendo de vergüenza, le entregué las copas. Santiago las tomó y salió de la cocina con los ánimos visiblemente por los suelos.
En ese instante, una idea descabellada se formó en mi mente. Miré a Hugo. — Santiago piensa que tú y yo estamos juntos.— el encarno una ceja, por lo absurdo del comentario.— Si fingimos el resto de la noche que es así, tal vez simplemente me deje en paz.
Hugo me miró fijamente. — La honestidad sigue siendo la mejor solución, Ariadna —, me recordó, su tono serio.
— Lo se, pero...— Suspire frustrada.
Tras un breve silencio, añadió: — De acuerdo, pero solo por esta noche.— chille de alegria, para luego darle un breve abrazo.
Volvimos a la sala, y yo, sintiendo la tensión, tomé mi copa de vino y la bebí de un solo sorbo. Clara, Santiago y Alonso estaban cómodamente sentados en el sofá más grande, así que Hugo y yo nos acomodamos juntos en uno de los pequeños.
Alonso, que no podía aguantar la curiosidad, preguntó directamente: — ¿Cuándo se conocieron?.
Hugo, con una simplicidad pasmosa, respondió: — Nos conocimos cuando ella fue a Madrid.
— ¡Sería bueno escoger una película!—, intervine rápidamente, intentando desviar la conversación. Discutimos un rato sobre el género antes de elegir, y para entonces, ya me había servido otra copa de vino.
Hugo se inclinó y me susurró al oído: — Me parece muy divertido cómo te pones cuando estás nerviosa e incómoda—. Lo miré mal, pero la verdad era que la punzada de diversión en sus ojos era contagiosa.
La película transcurrió con la banda sonora de preguntas de mis amigos, totalmente interesados en saber qué había entre mi amigo y yo.
— ¿Y vienes muy seguido a canarias?.— Pregunto Clara.
— Normalmente no, pero ahora tengo cosas importantes aquí.— Explico, las sonrisas de mis amigos se intensifico, malinterpretando sus palabras.
— ¿Y tu familia no te extraña viajando tanto?. — pregunto Alonso.
— No, mi madre esta acostumbrada y mi padre adora a Ari, así que todo lo que la involucre, el lo apoya.— Las expresiones de mis amigos, eran una verdadera joya, resplandecientes de ilusión.
— Así que ya conociste a sus padres.— comento Clara. Yo solo asentí, dándole un bocado al trozo de pizza que tenia en mis manos, tratando de lidiar con la incomodidad.
Santiago, por su parte, se limitaba a beber vino en silencio, con una expresión de fastidio creciente. Finalmente, Santiago, ya harto, indicó que era hora de irse. A pesar de estar entretenidos, Clara y Alonso decidieron acompañarlo, cosa que agradecí, no quería que el estuviese solo en ese momento.
Una vez que se fueron, suspiré aliviada y me recosté en el sofá. Hugo hizo lo mismo, sentándose a mi lado.
— Bueno, ¿Cómo llegaste a esta situación con Santiago?—, me preguntó, su voz teñida de una genuina curiosidad.
Y así, mientras la noche avanzaba, le conté toda la historia: cómo Santiago y yo habíamos caído en esa dinámica de "amigos con beneficios", mi creciente incomodidad con la situación, y mi incapacidad para ponerle fin sin herirlo. Hugo escuchaba atentamente, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que podía confiar en alguien con ese tipo de dilemas personales.
Hugo
Perdí la cuenta de cuántas botellas de vino destapamos esa noche. Entre risas y confesiones, me encontré contándole a Ariadna sobre mis amoríos, todas las chicas con las que había estado en mis viajes, y la extraña falta de conexión que siempre había sentido por ellas. Ella escuchaba atentamente, su mirada curiosa y sin juicio, y yo sentía una extraña culpabilidad, pero a la vez, una extraña sensación de no poder ocultarle nada. Si bien ella me había confiado su dilema con Santiago, yo sentía la necesidad de ser igual de abierto con ella.
— ¿Con alguna de ellas sentiste un verdadera conexión? — Me sorprendió con esa pregunta, arrastraba las palabras por su estado de embriaguez.
— Siento que eso es relativo,— le explique—. Hay muchos tipos de conexiones, que no tienen que ser precisamente románticas.— ¿Y tu? ¿Alguna vez pensaste en tener algo mas con ese chico?.
— La verdad es que no, y creo que si aquella noche no hubiese estado tan ebria, nada de esto habría pasado.— me dijo somnolienta.
— ¿Por que no lo terminaste antes?. — Pregunte incrédulo.
— No se decir que no, no se explicarme, todo lo dejo pasar, hasta que ya es muy tarde, sin mencionar que llevo mucho tiempo cuidando de no lastimarlo.— Se sincero.
No recuerdo en qué momento me quedé dormido. Solo sé que desperté en el sofá con un peso cálido en mi hombro. Cuando miré, allí estaba ella, dormida plácidamente, su cabeza contra mi pecho. No pude evitar admirarla mientras dormía. De verdad que era hermosa. Su cabello oscuro se esparcía suavemente, y la serenidad en su rostro era un contraste con la intensidad que solía proyectar despierta. Una sensación de calma, diferente a todo lo que había experimentado con otras mujeres, se asentó en mí.
#3566 en Novela romántica
#1098 en Chick lit
polosopuestos, polos opuestos amistad y amor, romance y casualidad
Editado: 26.08.2025