Encuentros bajo la lluvia

Capitulo 3

—¡Abuela!—gritó mi hermana.

 

—Buenas tardes.—dijo ella con voz fría llena de decepción al momento supuse que mis padres ya le habían contando.

 

—¡Celina!—gritó mi madre.

 

Salgo de mi habitación para recibir a mi abuela, apenas la vi su mirada fría calló sobre mí.

 

—¿Qué has hecho hija?—fueron sus palabras. No pude decir nada, me lancé a sus brazos echa un mar de lágrimas.

 

—Lo siento.—susurré entre sollozos.

 

—Vamos a afuera.—dijo ella.

 

—Lo conocí en un mal momento, pensé que era bueno, creí en el.—expliqué secándome las lágrimas.—Iba todos los días a verme cuando yo salía de la escuela.

 

—Entonces ¿ni siquiera estudia?—me interrumpió.

 

—Se graduó el año pasado—lo defendí.

 

—Es un vago.—bufó ella.

 

—Vale abuela, el punto es que lo conocí, me enamoré de él y fui su novia.

 

—Celina Aldana enamorada, imposible.—dijo con una sonrisa.—Yo no le llamaría amor, más bien fue un capricho tuyo.—continuó.—¿Recuerdas a los siete años como te molestaban con un amigo? Tus palabras eran: “Los hombres no sirven y seré una mujer que jamás los necesitará.

 

Sonreí—Lo recuerdo y no sé que momento cambié de opinión y comencé a perder el tiempo con ellos.—confesé.

 

—Creciste hija pero te enamoraste del equivocado.—susurró mientras tomaba mi mano.

 

—Ahora lo sé abuela, ahora lo sé.

 

—Y bien ¿qué pasó ayer? Tú madre teme que hayas cometido una tontería—se preocupó mi abuela.

 

—Mi madre todo el tiempo piensa lo peor de mí—respondí.—Cuando hago cosas buenas ella nunca las toma en cuenta pero cuando fallo es la primera en acusarme.

 

—Celina, es tu madre.

 

—Abuela tu hija me hiere con sus palabras.—dije tratando de contener las lágrimas.

 

—Y tú nos hieres a todos con tus actos.—guardé silencio ante su comentario.

 

—No hice nada abuela, no me acosté con él

.Me equivoqué, sí, pero no he fallado a la educación que ustedes me han dado.—dije con certeza.

 

—¿Las cervezas y los cigarros?—pregunta enarcando una ceja.

 

—Eso es normal a mí edad.—quise defenderme.

 

—¡¿Y desde cuándo tú eres y te comportas como las demás!? ¡¿Acaso dejaste de ser tú misma, acaso olvidaste quién eres!?—alzó la voz.

 

—No.—apenas susurré.

 

—Entonces demuéstralo.

 

—No puedo, no puedo abuela.—respondí.—No aguanto más. Mi madre solo se fija en mis errores, todos me señalan porque me fugué, porque tuve un novio a escondidas, porque tomé y fumé. Pero, dime ¿quién se pregunta cómo me siento yo? ¿quien piensa en mí? Nadie, ni siquiera él, estoy metida en problemas por él y ni siquiera está. Solo jugó conmigo abuela, nunca me quiso. No le di lo que quería y me dejó, me botó como a la basura. A nadie le importa como me estoy sintiendo, yo también estoy sufriendo.




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