Y aquí estoy yendo de nuevo a la escuela luego de una semana sin asistir, estoy de vuelta.
Así es, no me sacaron. Mi abuela convenció a mis padres para que me dieran otra oportunidad. Además, era mi último año, no podía perdérmelo.
Prometí no escaparme más con mi novio... Bueno, ex-novio. Realmente no lo sabía, esta semana no he estado con mi celular así que no se nada de él y tampoco el ha querido saber de mí.
—¡Celina!—gritan mis amigas desde el fondo del pasillo.
—¡Chicas!—grito igual de emocionada y corro para abrazarlas.—Las extrañaba tanto.
Mary, Lilie y Tere eran mis amigas desde que llegué a esa escuela el año pasado, íbamos juntas en secretariado oficinista.
—Que bueno que regresaste.—se alegró Lilie.
—Hay mucha tarea.—informó Tere.
—Tanto por redactar.—continuó Mary, rodé los ojos.
Ya me habían tomado como su redactora personal.
¿Por qué seguir en secretariado si no les gusta redactar?
Bueno, de que hablo si yo quisiera ser otra cosa y no una secretaría—pensé cuando el timbre sonó.
Era hora de entrar a clases.
Una semana sin ir a clases, una semana sin celular, sin comunicación y Carlos no había echo nada para hablar conmigo, ni siquiera le preguntó a mis amigas por mí.
—¿Celina?—mis amigas interrumpieron mis pensamientos.
—¿Sí?
—Deja de pensar en él, te está engañando con la odiosa de Alexa.—me informe Tere— Te metió en problemas, no vale la pena.
Suspiro, sé que tienen razón, pero aún así duele.
Cuando las clases terminaron salí de la escuela con la esperanza de verlo, pero no fue así.
—Bueno, es lo mejor.—me dije a mi misma, ya tuve suficiente problemas por él.
Era hora de cambiar y mejorar.
¿Y por qué no cambiar de novio?—susurré para mis adentros.
No, no quiero saber nada de hombres.
Subí al bus camino a mi casa donde me esperaba otro tormento, pues todos seguían enfadados conmigo. En serio los había decepcionado.