Encuentros bajo la lluvia

Capitulo 10

La noche nuevamente era fría, la lluvia era muy fuerte, el viento estremecedor y yo estaba sola en casa. Mis padres no vendrían por asuntos de trabajo y mi hermana se quedaría en casa de la abuela.

 

Arreglaba mis cosas mientras pensaba en que al otro día finalmente regresaría a la escuela luego de mi suspensión. Había prometido que no volvería a meterme en líos y esperaba cumplirlo.

 

No lograba dormir, daba vueltas en la cama sin conciliar el sueño. Me levanté y fui a mí terraza mientras pensaba que ya se me estaba haciendo costumbre pasar mis noches allí.

 

—Vecina, los vientos están fuertes, deberías entrar.—escuché la voz de Petter.

 

—Éntrate tú y no te preocupes por mí.—respondí molesta.

 

—¿Por qué a veces eres amable y otras no hay quien te soporte?

 

Tenía razón. No sabía por que me comportaba de esa manera con él, no me había echo nada para tratarlo así.

 

Pues porque todos los hombres son iguales.—pensé.

 

El me miraba esperando una respuesta.

 

—Lo siento, no estoy de humor.—respondí mientras volvía a fijar la vista en la mojada carretera.

 

—Estas sola en casa ¿no es así?—preguntó alzando una ceja.

 

Vaya, pero qué guapo es.—pensé.

 

—Ash.

 

Seguía viendo a la nada cuando noté que él ya no estaba allí.

 

Bueno al menos podré estar sola.—pensé.

 

Pero todo pensamiento se desmoronó cuando sentí una presencia a mis espaldas.

 

—¡Hola Celi!

 

—¡Petter!

 

—¿Qué?—respondió con una sonrisa sínica en su rostro.

 

—¿Qué haces aquí? ¿Estás loco? ¿Cómo te brincaste a mí terraza?—estaba muy molesta y lo demostré cruzándome de brazos.

 

—Dijiste que estabas sola, vine a hacerte compañía.

 

—Estas loco. Apenas hace un par de semanas tú y yo comenzamos a hablar y resulta que ahora quieres hacerme compañía.—parloteaba agitando mis manos en el aire.—¿Te sientes bien Petter Carrera?

 

—Si nunca habíamos hablado es porque eres una chica fastidiosa...y rara.—dijo mientras caminaba por mi terraza.

 

—¡Largo!—grité.—No estoy de humor ni para verte, ni para escucharte, ni mucho menos para tenerte cerca.

 

—Celi, solo bromeaba.—su miraba intentaba conectar con la mía pero yo hacía todo lo posible para evitarlo.

 

—Por ser rara estoy sola.—susurré, una lágrima resbaló por mi mejilla.

 

—¿Quieres desahogarte?—agaché mi cabeza.—Soy tu vecino y puedo ser tú amigo si quieres. Te he visto llorar estás últimas noches, puedo escucharte.

 

No quería hablar, pero necesitaba hacerlo.

 

Me voy a desahogar con mi vecino.—me dije.

 

—A inicios de año...me hice novia de un chico que solo jugó conmigo.

 

—Carlos...—dijo a lo que yo asentí, su mirada era de enojo.

 

—Así es, tú amigo Carlos.

 

—No es mi amigo...—me interrumpió pero yo lo ignoré y continué hablando.

 

—Me enamoré de él...Un día me pidió que me fugara de la escuela para salir con él, lo hice. Fuimos al cine, a comer a la plaza. Todo iba muy bien.—sonreí.—Ya tenía que regresar a casa pero él me dijo que aún faltaba lo mejor. Pensé que me tenía una sorpresa y de echo si que la tenía. Carlos me llevó a un hotel, no me dejó opinar nada cuando ya estábamos entrando.

 

—¿Te hizo algo?—preguntó Petter casi levantando la voz por el enfado.

 

—Déjame continuar.—el asintió y proseguí.—Estando en la habitación yo me negué a ser suya, él se molestó y me dijo que había sido una perdida de tiempo.—una lágrima calló por mi mejilla sin poder evitarlo.—Se fue del hotel y me dejó allí...yo....yo no sabía a dónde ir, no sabía en dónde me encontraba, no llevaba suficiente dinero para el taxi y tenía el celular apagado. Luego de perderme por varias calles conseguí llegar a casa. Ya eran las doce de la noche entonces. Mis padres se volvieron locos buscándome en hospitales, en casa de mis amigas, en parques .Lo tuve que hacer...se lo tuve que contar todo y desde entonces ya no han sido los mismos conmigo.

 

—Maldito.—dijo mientras apretaba los puños.

 

—Decepcione a todos por él...y él me decepcionó a mí. Solo jugó conmigo, me engañó.—mi corazón volvía a doler como el primer día en que todo explotó en mis narices.

 

—El único que perdió aquí fue él, te perdió y se va a arrepentir de eso toda su vida.—dijo mientras limpiaba mis lágrimas con su pulgar delicadamente.

 

—¡Fui su burla!—grité, lloraba cada vez más fuerte, era casi imposible detener las lágrimas.

 

—Él fue un idiota.—fueron sus palabras antes de atraerme a sus bazos.

 

Y allí, al compás de la fuerte lluvia,me desahogué entre los fuertes brazos de mi vecino. Dejé que todo el dolor que me consumía saliera. Y vaya, que bien se sentía.

 




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