Encuentros bajo la lluvia

Capitulo 32

Estaba en la sala, temerosa por la regañisa que me esperaba.

 

—Siéntate.—ordenó mi madre. Me acomodé en el sofá olvidando los modales.—Siéntate como una señorita.—volvió a ordenar mi madre, me limité a voltear los ojos.

 

Odiaba la frase: “Cómo señorita"

 

"Siéntate como señorita"

 

"Habla como señorita"

 

"Vístete como señorita"

 

"Compórtate como señorita"

 

Qué se joda la sociedad y sus estereotipos de señoritas.—Ouh ¿lo pensé o lo dije? Sí,lo dije.

 

Mi madre solo me observó y guardó silencio.

 

¿Será esta mi madre?—no pude evitar pensar.

 

—Eres tan diferente.—las palabras de mamá me confundieron, esperaba un fuerte regaño, un castigo, no una actitud serena como la que tenía en ese momento.—Vamos a hablar sobre lo que sucedió haya afuera.

 

—Lo siento.—susurré avergonzada.

 

—Está bien.—murmuró mi madre acercándose a mí y yo seguía igual de confundida. Quién me había cambiado a mí madre?

 

—Mamá ¿estás bien?—pregunté confundida, a lo que ella sonrió.

 

—Celina, sé que soy estricta contigo, quizás muchas veces pienses que no te quiero. Pero, hija, tú y tú hermana son lo que más yo amo en la vida.—los ojos de mi madre se cristalizaron.—No estuvo bien lo que hiciste haya afuera, la gente que pasa los puede ver. Tienes razón  al desear que se joda la sociedad y los estereotipos, pero eres mi hija y no quiero que esa sociedad te lastima porque no sé la vida igual que tú. Solo te pido que te respetes y respetes la entrada de esta casa.

 

—Te juro que es la primera vez.

 

—Lo sé, hija—respondió dándome un beso en la mejilla.—Iré a ver a tu abuela, no regreso hasta la noche.

 

No entendía su actitud, pero se sentía bien tener una charla tranquila con mi madre. Era la primera vez en mucho tiempo que me sentía tan cerca de ella.

 

El timbre sonó sacándome de mis pensamientos.

 

—¿Quién será?—me pregunté mientras abría la puerta, encontrándome con el causante de mis problemas: Petter Carrera.

 

—¿Todo bien?—preguntó tímido.

 

—Todo pésimo. Gracias a ti mi madre quiere mandarme al extranjero.—intenté mantenerme sería, pero era imposible con la cara que puso Petrer, me carcajeé sin poder evitarlo.

 

—¿Qué es lo gracioso Celina?

 

—Eres un tonto.—me burlaba, mientras él se iba enojando.—Eyy amargado, todo bien. Mi madre ni siquiera me regañó.

 

Él solo arqueó una ceja y...¡Joder! Es tan guapo cuando hace eso.

 

—¿De verdad no te regañaron?—insistió Petter, yo solo asentí.—¿Entonces podemos retomar lo que mi suegra interrumpió?—dijo acercándose peligrosamente a mí.

 

—No.—dije dando un paso hacia atrás.—Necesito preguntarte algo.

 

—Dime.

 

—¿Cómo recuperaste el auto?

 

—Eso no lo sabrás, al menos que quieras volver a ser mi novia.

 

—Petter...

 

—Celi, vuelve conmigo.—nuestras miradas se conectaron, estábamos a punto de besarnos, cuando una gota de lluvia cae.

 

—Ni siquiera me di cuenta en que momento se nubló.—murmuré mirando hacia el cielo.

 

—Nosotros y nuestros encuentros bajo la lluvia.—dijo Petter con una sonrisa, esa maldita sonrisa que me llenaba de vida.

 

Y allí debajo de la lluvia, volvía a ser la novia de Petter Carrera.




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