Encuentros bajo la lluvia

Capitulo 36

Con el corazón echo pedazos me acerqué al ataúd. Con cada pasó que daba me sentía desvanecer. Hace meses me había dado la oportunidad de amar de verdad a la niña que observaba desde lejos. Las manos me temblaban al intentar abrir aquella caja.

 

—Alto, el cuerpo está desfigurado. Nadie puede ver el cadáver.—fueron las frías palabras del oficial que cuidaba del ataúd.

 

Nadie había visto a Celina, ni siquiera sus padres. El forense declaró que era ella por su ropa y rasgos, mas no dejó a nadie verla.

 

—¿Qué piensas?—Jorge sabía que tenía algo en mente. Había estado a mi lado todo el tiempo, y notó que tenía dudas.

 

—Necesito abrir el ataúd y confirmar que es Celina. Distrae a la gente.

 

No sé con qué pretexto pero Jorge logró sacar al policía del lugar. La familia estaba apartada derramando su dolor por la perdida, así que aproveché que nadie me veía para acercarme al ataúd.

 

Me temblaban las manos, un sudor frío recorría mi cuerpo, pero me atreví a abrir la caja...no podía creer lo que estaba viendo.

 

—¡Hijos de perra!—exploté y todo el mundo lo notó.—¡La caja está vacía!—grité desesperado, a lo que todo el mundo se acercó.

 

—¿En dónde está mi hija?—la señora Aldana

le preguntó al policía.

 

—No se nada, mi orden fue cuidar al féretro.

 

Quería matar al bastardo aquel que se había llamar policía. Aún conservaba el arma de Jorge, pero no quería ir a la prisión. Necesitaba saber que estaba pasando.

 

¿Cuál era la maldita verdad?

 

Fui a mi casa, a por mí auto. No tenía ni idea de a dónde ir, pero estaba dispuesto a volver a buscarla.

 

—Hijo, espera.—me detuvo mi madre cabizbaja.—Tú papá planeó toda esta falsa con Carlos. Celina está viva.

 

—¿De que hablas mamá?—ahora sí que estaba confundido.—Explícame.—exigí.

 

Sabía que ella no tenía la culpa, pero calló aún viéndome sufrir. Ella siempre cubría a aquel hombre que decía ser mi padre.

 

—Tú padre estaba desesperado por separarte de esa chica, por eso lo hizo.

 

—Maldita sea, mamá, deja de tapar los errores de ese hombre.

 

—Ese hombre es tu padre, mi esposo.—escuchar a mi madre hablar así me desconcertaba tanto. Ese hombre nunca había sido un buen padre, mucho menos un buen esposo, y ella lo seguía defendiendo. Nunca la iba a entender.

 

—¿En dónde está tu esposo?—le pregunté.

 

Cuando lo vi, venía con su rostro más cínico, quería golpearlo.

 

—¿Qué hiciste con ella?

 

—Le pagué a Carlos, el se encargó de todo, yo no sé nada.—respondió como si de cualquier cosa se tratase.

 

—Eres una basura Esteban.—decir eso me costó una bofetada por parte de mi padre.—¡Pégame! Mátame a golpes para que sigas demostrando que eres un gran "papá"—sentí incluso hasta ganas de sacar el arma, pero no haría eso delante de mi madre, ella estaba allí en silencio, cómo siempre.

 

Prefería salir de esa casa e ir otra vez sin rumbo fijo.

 

Iba queriendo encontrarme con ello,o perderme sin ella.

 

 

Narra Celina:

 

Desperté y todo era tan confuso. No sabía qué día era, ni donde estaba y quién era el chico pelirrojo que estaba parado frente a mí.

 

—Petter.—fueron las primeras palabras que pude pronunciar.

 

—Preciosa, soy David. Estás aquí porque yo pagué por ti.—dijo el pelirrojo.




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