Eran las dos de la mañana, me encontraba en mi terraza viendo la lluvia caer. A lo lejos escuchaba el bullicio que provenía de la sala.
Mi casa estaba llena de policía. Mis padres discutían queriendo matar al señor Carrera. petter estaba en la delegación, pues al regresar de México fue a visitar a Carlos y al resto de los bastardos a la cárcel, allí le dio tantas palizas que casi los mata. Estaba detenido por ello.
—Que día.—susurré para mí.
—¡Mataron a mí padre, robaron nuestra empresa y ahora se metieron con mi hija!—apostaba que los gritos de mi madre se escuchaban por toda la colonia.
—Señora, nosotros nos encargamos.—trataron de explicar los policías, pero mi madre no podía contener todo el resentimiento que tenía hacia los Carrera.—La señorita Ruth ya corroboró las pruebas que inculpan al señor Camilo Carrera del asesinato de su padre, así como también, los jóvenes declararon autor del secuestro de su hijo, al señor Esteban Carrera.
—Celina, iremos a la delegación. Daniela se quedará con tu abuela.—avisó mi madre desde la puerta. Volvía a estar sola.
Terminé en México, desaparecí durante cuatro días, mi novio detenido porque su mayor preocupación fue vengarse de Carlos, mis padres se iban porque su mayor preocupación era ver a los Carreras tras las rejas...¿Y yo?
Ese día aprendí una nueva lección: No importaba lo que esté pasándolo sufriría sola, el resto tomaría mi dolor como más le convenga. Hace seis meses entré a otra etapa de mi vida, mis errores, mi inmadurez, me llevaron incluso a caer en una baja autoestima que nunca antes había conocido. Hace meses bajo una lluvia intensa como la que estaba cayendo en ese momento, creí que Petter había llegado para salvarme, sin embargo, bajo esa misma lluvia me di cuenta de que yo fui mi salvación, ese día me encontré a mí misma.
Mis padres se encargarían de recuperar la empresa y vengarse de los Carrera. Yo me encargaría de recuperarme a mí. Después de tan malos ratos era momento de madurar y encontrar una mejor versión para afrontar la vida.
—Celina.—una voz conocida interrumpió mi charla interna.
—¿Qué haces aquí, Petter?—pregunté Al verlo sentado en la orilla de su terraza.
—No les hice nada, no había razón para que me tuvieran encerrado.—saltó hacia mi terraza.—¿Estás molesta?
—Estuve desaparecida cuatro días, me encuentran y es más importante saciar tú furia que estar conmigo. No estoy molesta Petter, estoy decepcionada de que para ti es más importante una venganza que disfrutar de la vida.
—Te hicieron daño ¿querías que me quedara de brazos cruzados?
—Sólo te quería conmigo.
Petter perdió su mirada en la lluvia, como si no tuviera nada más que decir.
—Estoy cansada.—susurré y volteó a verme.
—¿De mí?—su mirada era de total angustia.—Celina, sé que me he equivocado, digo que mi prioridad eres tú, pero demuestro lo contrario. Solo te he echo más daño. Mi padre y mi tío pagarán por lo que le han echo a tu familia, tú madre finalmente recuperará lo que es suyo y estarán en paz.
—Yo quiero paz Petter.
—Y con un Carrera no la tienes ¿verdad?
—Debemos madurar.—dije revolviendo su melena oscura que tanto me encantaba.
—Primero necesito sanar Celina.Nl es fácil tener como padre a Esteban Carrera, lo odio.—una lágrima corrió por su mejilla, si rostro decayó y estrechó mi mano con fuerza bajando la cabeza.—Odio a mí padre y para dejar de actuar como un psicópata necesito sanar.
—¿Te espero?
—No quiero que me esperes...quiero que me acompañes.