Encuentros bajo la lluvia

Capitulo 39

Allí estaba, en mi fiesta de graduación. Entre problemas, secuestros, inmadurez y tristeza, me graduaba, o al menos eso era lo que decía mi título.

 

—Te voy a extrañar tanto.—susurró Tere apareciendo de la nada.

 

—No nos dejes fuera del abrazo.—dijo Lilie junto a Mary dándonos un abrazo.

 

En lo personal, la fiesta estaba siendo de lo más aburrida, aunque nunca me habían gustado las fiestas, jamás había sido de ese ambiente.

 

Desde que había entrado a esa escuela, fingí alguien que en realidad no era y eso me había traído problemas. No era la típica chica que perdía clases, que no entraba a la escuela para fugarse con un chico, o peor aún, la que necesitaba de un chico. Todos estos meses estaba siendo alguien que definitivamente no me gustaba ser.

 

"—Mamá, cuándo sea grande seré la mejor maestra de Guatemala.

 

—Claro mi Celi. Tu serás una gran maestra y excelente mujer.

 

—Mamá, los niños no sirven de nada ¿verdad?

 

—Celi, ya hablamos sobre tu feminismo. Eres una niña de tan solo seis años, cuando crezcas te gustarán los chicos y estoy muy segura de que serás muy inteligente al elegir de quién enamorarte."

 

Una lágrima calló por mi mejilla al recordar aquella escena. Solo tenía seis años, pero recuerdo que tenía claro quién era, que quería en la vida. Era...

 

No soportaba más estar en aquel lugar, no era mi zona segura. Mi lugar estaba en un partido de fútbol, un museo, un teatro y en una biblioteca.

 

WoW tengo dos años sin ir a mis lugares preferidos, excepto a la cancha.—pensé, mientras recordaba quién era.

 

Salí de la escuela, no tenía nada más que hacer allí. Las chicas comenzaron a llamarme  por el celular, supuse que ya habían notado mi ausencia, no me importó. Quería alejarme de aquel lugar, irme lejos de ahí y recuperarme.

 

Llegué a casa y vi a mis padres, era algo extraño que estuvieran allí.

 

—¿Celi por qué tan temprano?—preguntó mi madre al verme llegar.

 

No dije nada, solo corrí a sus brazos.

 

—Perdón.—susurré con mi rostro escondido en su cuello.

 

—¿Qué pasó?—preguntó mi madre alarmada.

 

—Perdón por fallar tanto.

 

De camino a casa seguía pensando en todo en lo he había fallado, en lo que había cambiado. Cuando era una niña tenía una excelente relación con mis padres, todo cambió cuando entré a esa escuela, cuando conocí a Carlos. Yo sola me jodí la vida, y ese día me había graduado de algo que ni siquiera me gustaba.

 

—No eres feliz con tu título ¿cierto?

 

—No mamá.

 

—Aún te queda la universidad hija, elige bien.—la vía confundida y ella lo notó.—No te regañaré más Celina, tampoco diré te lo dije. Aprendiste la lección y eso me basta. Solo devuélveme a mí Celina, a mi niña.

 

—Voy a volver mamá, lo prometo.

 

 

Narra Petter:

 

Sabía que era la graduación de Celina, me preguntaba cómo le estaba yendo. Desde nuestra última conversación no había sabido más de ella, ya habían pasado dos meses de esos.

 

Los Aldana ya habían recuperado su empresa y aunque fuéramos vecinos no los había visto.

 

Ya no subía a la terraza, seguía yendo a mis terapias para moderar mi carácter y perdonar todo lo que mi padre había echo.

 

Cuando me si fuera preparado para amarla como ella se lo merecía la buscaría.

 

—Petter, ya me voy a trabajar.—anunció mamá.—Nos vemos en la noche.

 

—Adiós mamá.

 

Me alegraba tanto que mi madre por fin había dejado de depender de mi padre. Trabajaba en una empresa de calzado, ganaba bien y tenemos el dinero que las autoridades retiraron de la cuenta de mi padre, así que estábamos bien.

 

—A mí solo me falta Celina.—susurré en la soledad de la casa.

 

Traté de hacer mis tareas. Era mi último semestre en el liceo, mi padre me había obligado a estudiar administración de empresas, según él, yo sería el dueño de CARDA...

 

Me asomé por la ventana y el corazón se me quería salir del pecho. Mi hermosa vecina estaba entrando a su casa, aún era muy temprano, teniendo en cuenta que ella estaba en la fiesta de su graduación. Quería preguntarle que había sucedido, pero entre los dos habíamos decidido alejarnos hasta madurar.

 

"—Mamá, vámonos. No me gustan las fiestas, las piñatas y el bullicio no me agrada.

 

—Celina, solo será un momento, convive con los demás"

 

Aquel recuerdo me sacó una sonrisa. Muchas veces nos topamos en fiestas de nuestros vecinos y recordaba que a Celina no le gustaba estar ahí. Quizás, eso había pasado, por eso volvió tan temprano de su fiesta.

 

 

Narra Celina:

 

Subí a mí terraza, el día estaba hermoso. El invierno por fin había pasado.

 

No pude evitar voltear a la casa de Petter, lo extrañaba mucho, pero no ambos debíamos madurar antes de seguir juntos.

 

De mi parte, sabía que ese día llegaría pronto...




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