Endemoniadas mariposas

Imaginaciones espectrales (10-I)

En aquella sala de trono, tan enorme y solitaria, solo se podía oír el constante golpeteo de las pesuñas contra el suelo por el único poseedor del apellido Abaddon en todo el castillo. Ese eco, evidencia de su nerviosismo y ansiedad, le hacía sentir que los minutos eran horas, hasta que por fin fue interrumpido por el rechinar del exagerado portón de mármol abriéndose.

—¿Me llamó, amo? —La aguda y chillona voz de su sirviente le erizó cada pelo de su cuerpo, después de tanto tiempo seguía temiéndole.

—¡¿Qué fue lo que hiciste?! ¡Te dije muy claro que no interfirieras! —La ira en su voz escondía muy bien el miedo.

—Amo, ella lo vio, ahora sí debía morirr.

—¡¡No ves que ahora Akira se fue para siempre!! ¡¡Mi hijo nos abandonó POR TU CULPA!! ¡¿Cómo…

—Odio interrumpirrlo, amo, pero debe saberr… —La vista del amo del castillo se estaba nublando—… Que yo solo hago lo mejorr… —Sus pies se congelaron al suelo. No, él se congeló en el mismo espacio tiempo—… Para la familia en general, amo —La escarcha abrigó todo el cuerpo del demonio amo, sus latidos y respiración se congelaron, su consciencia invernó—. No se preocupe porr nada, ni siquiera porr Luciferr; al terrminarr esto, la familia Abaddon volverá a serr grande, más que nunca.

(…)

—¡Odio a mi profesora de sociales! —Lili era la última de las tres que bajaba del autobús.

—Carlos les da algebra, pero ¿odias a Yuli? —Misy pestañeó confundida—. O sea, Riascos les da naturales, tienen a Hildebrando dándoles sistemas ¿Por qué Yuli? Es la que menos deberías odiar.

—¿Y qué? En estos momentos me cae mal. —Lili hacia pucheros indignada.

—Recuerda que para esta época octavo ve todo lo del folclor andino y se hizo tradición que preparan actuaciones para el festival deportivo. —Misy asintió al comentario de la castaña de pelo largo, ya sabía por dónde iba la cosa.

—Imagino que su grupo tiene el honor de hacer el acto principal: danzas andinas, en la cancha, frente a todo el colegio, estudiantes y profesores viéndolos. —La mujer de pelo negro arrastraba las silabas, hablaba lento y se acercaba al rostro de la niña apropósito.

Vinna alejó la cabeza de la morena de su hermanita, le dio ánimos y le prometió una corta duración del baile. Lili era muy atlética, pero su energía explosiva e impaciencia no le permitían coordinar movimientos precisos, como una danza; a esto, había que sumarle la mala percepción de Lili sobre su entorno, lo que generaba más miedo en la niña a hacer el ridículo que a su vez, empeoraría los movimientos de la niña, cerrando un pésimo círculo vicioso que Lili no se atrevía a corregir.

—Ika va a estar contigo, mírala a ella, no al público y concéntrate en recordar los pasos. —Vinna tenía una sonrisa tan hermosa y cálida, que para Lili era como recibir una sopita de pollo durante una gripa de invierno a través de las ventanas del alma.

—¡¡Ya veras, hermana!! Hoy mismo empiezo a practicar; ya sé que puedo memorizar cosas muy bien si me lo propongo —La emoción del momento la había hecho olvidar cómo descubrió ese poder—. ¡¡Ja!! ¡¡Seré la que mejor va a bailar ese día!!

Misy sonrió feliz al verla así, pero a su vez, los músculos de su cara apretaron para que no se cristalizaría su mirada marrón.

Las tres estudiantes detuvieron la caminata, frente a una casa de un feo azul nostálgico, al lado de un muchacho amarillento como una foto vieja, con un par de maletas a sus pies.

—¿Cuánto llevas esperando ahí?

—Llegué hace como 10 minutos. —mintió, llevaba dos horas sentado en la acera.

El pobre Akira mortal sudaba frio, la sola idea de vivir en aquella casa con esa persona lo ponía nervioso, la ansiedad lo acosaba y estaba al borde del colapso total. Miles de malos chistes se asomaban en su mente como pequeñas ardillas; actuar de forma genial, según él, no le ayudaba acercarse a Lili, recordó lo que le dijo Misy en el lavadero, debía de ser más él, pero ¿y si no le gustaba ese él a Lili?, por eso pensaba que si se mostrara gracioso le podría agradar, pues a Lili le gustaban las expresiones divertidas.

Repetía las frases que consideraba más normales para iniciar una conversación, para agradecer, debía dejar de ser tan “frío y genial”.

Todos sus ensayos, toda su valentía acumulada, lo abandonaron como cobardes al ver las tres siluetas de las adolescentes. El pobre muchacho olvidó cómo hablar. Los saludos de las chicas lo atravesaron desgarrando todas sus tripas. Levantando la mano y sonriendo, de una forma muy nerviosa logró pasar la primera prueba.

—Primera y más importante regla: tocas a mi hermana y te arranco la cabeza —El pelirrojo negaba de forma exagerada con las manos y su cabeza, sin decir palabra—. Y luego voy por la tuya.

—Te estaré esperando con una escopeta sobre el regazo. —Misy pasó al lado de Vinna, con su vista enfocada en la puerta, entró sin pena ni permiso al salvaje jardín con una de las maletas de su falso primo.

Le presentaron la casa a Akira: al entrar tenía a su diestra una pared lisa y recién pintada y unos metros más adelante en esta la puerta que permitía entrar al comedor, desde el cual se entraba a la cocina adjunta, habitación dueña de esa primera pared; a su zurda estaba la sala de estar, donde un pequeño televisor moderno resaltaba con una decoración y un juego de muebles muy anticuados; de frente, desde la puerta principal, se podía ver las escaleras que daban a un pequeño pasillo a la derecha, el segundo piso, donde habían dos habitaciones y un baño, pero eso no se lo dijeron pues no necesitaba subir para nada, remarcaba Vinna; bajo las escaleras había otro baño justo en la mitad de dos habitaciones al frente, formando otro estrecho pasillo; la habitación del chico era la primera, la conjunta a la sala de estar; la otra siempre estaba cerrada; y al final del pasillo había una puerta oxidada y con la pintura cayéndose, que permitía pasar al minúsculo patio, igual de verde y florido que el jardín, e igual de dejado a capricho de la Pachamama.



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En el texto hay: demonios, obsesion, combates

Editado: 24.07.2022

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