ENDER.
Yannick me mira con nerviosismo, puedo notarlo, sólo basta estar cerca de él para saber que su aura se muestra mucho más alerta como si esperase el que le atacase en cualquier momento, él no es así, siempre parece confiado de sí mismo.
Ambos nos conocemos desde que somos niños, él es tres años mayor que yo y siempre se ha portado como mi guardaespaldas, mi protector. Cada vez que le miro, que estoy a menos de un metro de distancia de él no puedo evitar pensar en las veces que me acurruqué entre sus brazos o simplemente, esas veces en las que nos sentábamos en el balcón de mi habitación y le escuchaba hablar por horas y horas, sin aburrirme en lo más mínimo.
Ambos nos encontramos en mi habitación, mirando hacía el atardecer que se asoma por mi ventana. Es mi parte favorita del día. Una de sus manos está como mínimo a veinte centímetros de distancia de la mía, la siento tan cerca que la simple idea de cubrirla con mi palma me tienta más de una vez.
Sé que no debería tener fantasías románticas con él, sin embargo, me es tan difícil prohibírmelo cuando estamos en un momento tan pasivo, tan íntimo que parece sólo nuestro.
Abrazo mis rodillas por debajo de las sábanas, intentando reprimir mis ansias por tocarlo; él vuelve su atención a mi rostro, obsequiándome una media sonrisa que me roba un pequeño suspiro, él es el chico más atractivo que he visto en mi vida, el único que muestra una parte humana en su ser, alguien que no se conforma que ese monstruo que dejamos relucir de cuando en cuando.
Por unos segundos, me pierdo en el largo de su cabello que cae de forma despreocupada sobre su frente, cubriendo parte de sus ojos marrones que relucen pese a la piel morena. Él lleva una de sus manos a su melena y tira de ella hacía atrás, alejando el flequillo de su rostro.
— ¿Estás mejor? — pregunta por fin, tras unos segundos de silencio.
Levanto la cabeza con rapidez, impidiendo que advierta la clara muestra de admiración en mis ojos. Él es muy persuasivo, muy meticuloso, sabe detectar hasta el más mínimo detalle que parece imperceptible.
— Eh… sí — asiento con la cabeza, nerviosa —. Creo que el dormir me ayudó un poco. ¿Pasó algo en mi ausencia?
Yannick muerde su labio, no le gusta hablar de trabajo cuando nos encontramos solos, cuando estamos en una situación que no es estrictamente profesional.
Acomodo mi cuerpo sobre la cama, esperando su respuesta mientras recupero a mi corazón que sigue latiendo con fuerza ante su cercanía. Me sorprendo al notar que sólo con él soy capaz de mostrarme dudosa, como si no estuviera segura de dar un siguiente paso, como si fuese una principiante en el mundo.
— Ezra no ha querido el que nadie te moleste pero es necesario que regreses al trabajo — me mira por sus pestañas como si fuera un niño pequeño, desairándome —. He extrañado las caras conocidas.
Río con diversión.
— Seguro me has extrañado, con eso de que hago todo el trabajo duro — gira los ojos aún con una diminuta sonrisa sobre sus labios —. ¿Seguro que Ezra no te ha mandado?
— Está contento con el resultado de la misión — aparta su atención de mí, él no puede ocultarme cosas, siempre hemos sido confidentes —. Me supongo que su buen humor irá para largo.
— Aun no entiendo que es lo que quería mi hermano — suspiro —. En fin, si eso significa el que podré tomarme unas vacaciones, estoy más que satisfecha.
Estiro mis brazos, gozando del crujido de mis huesos al destensarse. Por primera vez en semanas me siento como una chica de diecisiete años, sin preocupación alguna, más que el colegio y uno que otro problema con lo amoroso. Todo sería tan sencillo si mi vida se resumiera a ello, a un intermedio tan rutinario.
Yannick palmea mi rodilla, pequeñas corrientes eléctricas navegan por mi cuerpo, adormeciendo esa pequeña área. Me pongo alerta, estudiando cada uno de sus movimientos para que no me tome por sorpresa el tocarme, no quiero parecer vulnerable, tan frágil frente a él pese a que sea la persona en la que más confío.
— Lamentablemente tendrás que ir al bar con nosotros — gimoteo con resignación —. Lo siento, preciosa, pero ya sabes cómo funcionan las cosas en éste lugar.
Suspiro.
— Tendré que conformarme, mientras no tenga nada que ver con el negocio estoy más que conforme — encojo los hombros, divertida —. ¿Puedo permanecer al menos hoy en cama?