Enemigo en las Sombras

2 - Alara y Shin – 2

La maestra encontró el patio interno junto a sus amigas, Shin estaba del otro lado hablando con Vatse y Chup mientras Thirin miraba con curiosidad una estatua. Parecía un maestro jedi, pero ella sabía que no lo era, ya que era uno de los Grises. Tori estaba encantada con las flores mientras que Juna y Mirabella miraban todo con descontento.
“Esto es demasiado bueno para ser cierto, Alara.” Decía pensante la espía.
“Yo siento lo mismo, maestra.” Dijo pensante Juna.
Tori estaba mirando a Shin desde lejos.
“¿Todavía quieres sentirlo?” Preguntó con curiosidad Alara.
“Es… igual que Chup.” Dijo ofuscada la joven.
“Después puedes pedirle algún consejo, Tori. Shin siempre está dispuesto a compartir su conocimiento.” Dijo sonriente Alara.
La maestra estaba pensando en cómo decirles a sus amigas sobre su relación con él.
“Espero que estés bien, Alara…” Dijo al aire Mirabella mientras se sentaba en un banco de piedra.
“Estoy de vacaciones como ellas siempre me piden.” Respondió sonriente. “Después podemos ir a las aguas termales.”
“Vacaciones con Darth Ihsahan…” Dijo al aire Juna.
“Mi Shin ya no es ese sith, Juna…” Dijo con prestancia Alara.
“¿Tu Shin?” Preguntó con curiosidad Tori.
“Shin es mi…”
“Es su padawan, Tori.” Dijo pensante Mirabella.
Alara sabía que tenía que decir algo, pero no quería que la juzgaran por lo que sentía.
“Nuestra maestra está feliz, Juna…” Dijo pensante Tori. “Nunca la había sentido así…”
Thirin se acercó para mirarla de cerca.
“Es cierto, se te nota en la cara…” Dijo pensante el jedi. “Así era antes de…” Agregó para detenerse de pronto. “Ustedes saben…” Terminó mirando a Shin.
Vatse estaba escuchando lo que Shin decía mientras Chup se acercaba a ellas.
“Se pusieron a hablar de la Fuerza…” Dijo el drall mientras se giraba para mirarlos. “Parece el Shin de antes, Alara…”
“Lo está intentando, Chup. Gracias por venir…” Dijo sonriente Alara.
“Me dijo que tiene al Cóndor en el hangar...” Dijo pensante el drall. “Este lugar es distinto a lo que esperaba…”
“Yo esperaba un volcán… tal vez tormentas.” Dijo divertido Thirin. “En cambio encontramos flores y aguas termales.”
“Esta es la pequeña zona tropical del planeta…” Dijo apenada Alara. “¿En qué piensas, Tori?”
“No lo sé, siento que hay algo para aprender en este lugar… Pero no sé si es necesariamente algo sobre la Fuerza.” Dijo distraída Tori. “¿Cómo sabes que no es un sith?”
“Siempre ha podido ocultar su corrupción…” Aportó pensante Thirin.
Shin venía hacia ellos junto a Vatse.
“¿Te das cuenta de que estás rodeada por imperiales?” Preguntó al aire Mirabella.
“Es normal, Mirabella, mis amigas vivían en el Imperio.” Dijo divertido Shin mientras miraba a Alara.
“Shin… ¿Puedes mostrarles tu… lado oscuro?” Preguntó pensante Alara.
Shin solo tuvo que parpadear para que sus ojos brillen en un intenso rojo. Thirin, Juna y Tori estaban con los ojos clavados en él.
“¿Cómo haces eso, Shin?” Preguntó con curiosidad Thirin.
“No sé qué decirte, maestro. Simplemente invoco mi… odio para…”
“Estás corrompiendo la Fuerza con esa ira…” Dijo al aire Juna.
“Supongo que ese es un punto de vista, Juna.” Dijo sonriente Shin. “Pero como notarás no hay corrupción por aquí, solo ira y odio, cosa que es fácil de encontrar en mí en estos momentos.”
“¿Por qué?” Preguntó de la nada Tori.
“Nadie me odia más de lo que me odio en estos momentos, padawan.” Respondió sonriente Shin. “Esta técnica simplemente usa emociones para potenciarte, es exactamente lo opuesto a lo que hacen ustedes al buscar su centro.”
Los brillantes ojos de Shin no coincidían con su aura.
“Es extraño que esté tan tranquilo.” Dijo pensante Thirin.
“Estás pensando en otra cosa, maestro. Eso se llama ira de batalla, yo soy el opuesto a ello. Supongo que usar mi soledad y dolor es lo extraño, la mayoría de los siths usan su odio e ira para esto…” Dijo pensante Shin.
“¿Por eso te sentías frío?” Preguntó con curiosidad Tori.
“¿Cuándo me sentiste?” Preguntó con curiosidad Shin.
“Cuando peleaste con ese wookiee y la sith con armadura.” Dijo pensante Alara.
“Ah, ¿Estaban allí?” Preguntó sonriente Shin. “Me parecía que había olvidado algo…” Agregó mientras miraba hacia arriba. “Pero como dice Tori, los siths se sienten distintos porque usan distintas emociones para conectarse con la Fuerza.”
Shin pestañó para empezar a brillar en gris mientras Alara saltaba a sus brazos.
“Esto es lo que hablamos con Ch’Chok alguna vez… Puede mostrarte lo que quiera.” Dijo pensante Thirin.
“Así se siente siempre.” Dijo sonriente Alara mientras lo abrazaba con Fuerza. “Ahora puedo sentirlo como a cualquiera de ustedes.”
“¿De verdad?” Preguntó sorprendido Thirin. “¿Cómo?”
“Debe haber creado un enlace entre ellos.” Pensó en voz alta Vatse. “La mayoría de los enlaces se forman por sí mismos, pero hay algunas técnicas para crear algunos.”
“Has estado estudiando, Vatse.” Dijo sonriente Shin mientras acariciaba la espalda de Alara.
“¿Qué estás haciendo, Alara?” Preguntó con cuidado Thirin.
“Shin es mi… novio.” Dijo con decisión la jedi.
“Una maestra no debería…” Empezó el jedi, pero se cruzó con la mirada de Shin.
“Es lo que siento hace años, Thirin.” Dijo pensante Alara mientras miraba de frente a su novio. “Todavía no encontré nada de malo en lo que hay entre nosotros… No lo mires así…”
“Este es un templo agnóstico a ustedes o la filosofía sith, así que preferiría que no vengan a escupir su dogma dentro de estas paredes.” Dijo sonriente Shin.
“Dicho como todo sith.” Dijo con seriedad Thirin.
“Eres un fanático religioso, Thirin, en eso no se diferencian con los siths.” Dijo sonriente Shin. “Aquí vemos a la Fuerza de otra manera.”
“Hablas como si tuvieras a la mitad de la galaxia detrás de ti, pero no veo más que a un caído en la oscuridad.” Dijo con seriedad Thirin mientras enfrentaba a la pareja.
“¿Por qué todo tiene que ser un concurso de popularidad, maestro?” Dijo sonriente Shin. “Ustedes y los sith se divierten acusando con sus dedos sin pensar demasiado. Su fanatismo es lo que ha sumido a la galaxia en este interminable ciclo de violencia. Hay otras maneras de percibir la Fuerza, pero no estoy aquí para convertirte.”
Thirin estaba enojado consigo mismo.
“Shin tiene razón, maestro.” Dijo con seriedad Vatse. “¿Qué creen los Grises, Shin? Estamos en desventaja en estos momentos. Tú sabes todo acerca de nosotros, pero nosotros ignoramos todo sobre ustedes.”
“Los Grises fueron formados por los maestros que ustedes bastardearon en la primera guerra sith, Vatse. Ellos fueron los primeros en percatarse de que la Fuerza es algo que conecta toda la galaxia sin importar quien la esgrima, fueron los primeros en preguntarse sobre sus raíces y los primeros en querer entenderla sin cambiarla en el proceso.” Dijo pensante Shin. “La diferencia entre ustedes y los siths es bastante básica. Ustedes creen en la Fuerza como un ente regulador del balance natural de galaxia y sus enemigos en el espectro creen que es una herramienta para doblar a sus necesidades. Ambos están equivocados y están en lo correcto al mismo tiempo.”
“Suenas como un Relativista.” Dijo al aire Thirin.
“Ah, la verdad es que tampoco me parece que esa doctrina tenga lo indicado para describir la Fuerza, maestro. Nosotros creemos que la Fuerza tiene… matices, grises. Creemos que la Fuerza hace al usuario tanto como el usuario a la Fuerza.” Dijo sonriente Shin. “No quiero aburrirlos con la clase de filosofía.”
“A mí no me aburres…” Dijo pensante Vatse. “¿Qué haces con este tipo de situaciones entonces”
“¿Las personales?” Preguntó divertido Shin. “Eso va en cada persona, Vatse. Lo que uno hace en nombre del amor es lo que le da valor a las ideas que predican.” Agregó mientras miraba a Alara. “A mí me salvó de mí mismo, a mí me da algo para vivir todos los días… Nosotros somos los que tenemos que hacer que esto valga la pena y lo único que ustedes hacen es lastimarse al negar estos sentimientos.”
“Esas son patrañas.” Dijo al aire Thirin. “Nuestro poder radica en el centro que encontramos en nosotros al renunciar a esas emociones que tanto nombras, no eres más que un sith.”
Shin sonrió divertido.
“No deberías autoproclamarte maestro, Thirin.” Dijo de la nada Vatse. “¿Vas a dudar de su poder? ¿Vas a dudar de tus ojos?”
“¿Qué significa eso?” Preguntó al aire el jedi.
“Piensa un poco, piensa en lo que tienes enfrente. Shin derrotó a los que tenían el título de los más poderosos en la galaxia. Derrotó a nuestros maestros, derrotó al Consejo Oscuro…”
“No todo es poder en la Fuerza, Vatse.” Dijo sonriente Shin.
Alara estaba mirando a su amigo con curiosidad.
“Lo sé, Shin, pero siempre he creído que nuestra falta de flexibilidad nos hace débiles.” Dijo al aire Vatse. “Hombres como él suelen reforzar la noción de que solo puedes ser un gran jedi si puedes librarte de…”
“La galaxia.” Dijo sonriente Alara. “Ahora entiendo lo que decías, Shin…”
“No es nada espectacular, Alara. Thirin, siempre me has caído bien mientras no entendía nada de lo que hacía. No puedes proteger algo que no amas, ya que nunca vas a tener el coraje para lanzarte a lo desconocido por algo que no sientes propio. Los grandes jedis siempre han amado sus ideales más que al resto del universo y esa es la razón principal por la cual siempre terminan en el mismo lugar. Siendo indiscernibles de un sith, la única diferencia es que ustedes no brillan en rojo.”
“¿Qué rayos significa eso?” Preguntó en voz alta Thirin.
“Que al final del día nos importan más nuestros estudios y problemas que la galaxia, maestro.” Dijo al aire Vatse. “Por eso Alara es la voz de la sensatez en el Consejo…”
Thirin gruñó ofuscado.
“No quería molestarte, Thirin…” Dijo apenada Alara.
Juna y Tori estaban escuchando con atención, Alara notó que Mirabella quería decir algo, pero todas las miradas se centraron en Artemios. El purasangre venía con un holocron flotando detrás de él, este emanaba oscuridad a su paso.
“Buenos días, jedis…” Dijo divertido el sith. “Maestro, va a querer ver esto.”
“Te quiero ver explicar esto, Shin.” Dijo con seriedad Thirin.
“Lord Artemios, Archivista de los Grises.” Dijo sonriente el purasangre.
“Somos dos grises, Thirin.” Dijo sonriente Shin. “¿Algo interesante?”
“Oh, Revan dejó algunos secretos en estos holocrons…” Dijo sonriente Artemios. “No sé si quieres discutirlos con los jedis presentes, no sé si la padawan va a poder resistir la oscuridad que dejó en esto.”
“Llévalos a la biblioteca Artemios, pero ven a almorzar. No puedes encerrarte una semana para estudiar algo, es malo para tu salud.”
“Lo siento…” Dijo distraído Artemios. “Enseguida vuelvo.”
Alara estaba mirando a Juna mientras el purasangre se perdía por una puerta.
“Ahora entiendo lo que dijo en el templo, Alara. Tu corazón te está cegando.” Dijo pensante Mirabella.
“No estoy ciega, Mirabella. Siempre lo he amado…” Dijo apenada Alara. “Entiendo lo que hizo y lo que puede hacer, pero no puedo abandonarlo otra vez.”
Juna se cruzó de brazos y parecía confundida.
“Aquí está la famosa hipocresía jedi.” Dijo divertido Shin. “¿Conoces a las hijas de Kysho?” Agregó mirando a Thirin.
“Kysho no tiene…”
“Tuvo mellizas, deben tener diez años.” Dijo divertido Shin. “El problema es que no hacen lo que predican y puedo nombrar mucho más jedis con familias.” Agregó mirando a la sorprendida Alara. “No te preocupes, borré esa información de las bases de datos del Imperio… Syo tiene un hijo de la edad de Tori…” Agregó mientras se sentaba en el banco. “Lak tiene familia en su planeta natal… Son unos hipócritas, Thirin.”
“No puedo negar eso, Shin…” Dijo pensante el jedi. “Siempre ha sido un problema.”
“No es un problema, Thirin. Es lo que pasa cuando juntas gente en un lugar.” Dijo sonriente Shin.
“Eso pasa en todos los rincones de la galaxia, maestro…” Dijo al aire Mirabella. “Yo siempre supe que estabas enamorado de ella, Shin.”
“Es cierto…” Dijo divertido Shin mientras Alara se sentaba a su lado.
“No entiendo el escándalo.” Dijo al aire Chup. “Me gusta tu templo, Shin.”
“Gracias, me tomó un tiempo devolverlo a su antiguo esplendor…” Dijo pensante el joven. “¿Cómo está todo en Karastros? Alguien me contó que ya no estás en Ord Mantell.”
“Es diferente, lo que más me gusta es la falta de maleantes en mi puerta.” Dijo divertido el drall. “¿Es cierto lo que me dijeron mis amigas?”
“Depende que te han dicho, Chup. He derrotado a ambos consejos y a la Emperatriz.” Dijo sonriente Shin. “Hace poco terminé el trabajo…”
Thirin seguía ofuscado con la presencia de Shin.
“Maestra… ¿Eso significa que te vas a quedar aquí?” Preguntó con cuidado Tori.
“Creo que sí, Tori… Shin es lo que siempre me ha faltado.” Dijo apenada Alara.
“No voy a robarte a tu maestra, Tori… No deberían presionar a mi novia, necesita tiempo para entender todo esto y tomar una decisión con su vida.” Dijo sonriente Shin mientras apretaba a Alara. “Tal vez te encuentres con el monstruo en la cama, preciosa”
Alara golpeó con cariño a Shin, ganándose una sonrisa de Mirabella.
“Ya te dije que no digas esas cosas, estúpido.” Dijo ofuscada la jedi.
“Esto es un poco más complicado de lo que esperaba…” Dijo al aire Thirin. “Podría aceptar ese almuerzo, Shin que no es un sith ni un jedi.”
“Estabas inconsciente cuando lo proclamé, Thirin, pero solo soy un estúpido conectado a la Fuerza.” Dijo sonriente Shin mientras se ponía de pie. “Vitti ya debe estar preparando todo.”
Alara iba a tener que hablar con sus amigos, pero ya se había sacado un peso de su corazón.



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Editado: 27.07.2023

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