Artemios estaba mirándolo con curiosidad, ya que Vatse lo seguía de cerca y no se inmutaba por la oscuridad que los rodeaba. El rodian estaba interesado en todo lo que tenían y terminaron sentados en la oficina de Shin, que se puso a hacer té mientras ellos hablaban en la mesa.
“Eres un jedi extraño, caballero.” Dijo jocoso Artemios. “Estás aquí entre los herejes y sus holocrons que emanan oscuridad.”
“No hay ignorancia, hay conocimiento.” Dijo divertido Vatse. “Tenemos holocrons como estos en el templo, Artemios.”
“Vatse es como tú, Artemios. La diferencia es que él sabe controlarse.” Dijo sonriente Shin mientras el té se servía frente a ellos. “Chup estaba paseando con Vitti, se hicieron amigos al instante.”
“Tienes amigas extrañas, Shin…” Dijo pensante Vatse. “¿Qué estás buscando en este lugar?”
“El camino de Revan.” Dijo divertido el purasangre. “Nos faltan pocos eslabones para terminar de entender lo que pasó entre su caída y su… renacer.”
“Supongo que él fue el único que encontró lo que había detrás de las visiones. En la Orden todos creen que tú eres la oscuridad que nos acecha, Shin.” Dijo pensante Vatse.
“Mis visiones son un poco distintas a las suyas…” Dijo pensante Shin. “Usualmente termino perdido en la oscuridad, buscando algo desconocido, encontrándome a mí…”
“¿Qué crees que estamos buscando?” Preguntó al aire Vatse.
“Estoy seguro de que Revan previno un evento, retrasando al enemigo por un tiempo.” Dijo pensante Shin.
“Creo que ese hombre era Revan, el último de los Grises.” Dijo pensante Artemios. “Su voz coincide y creo que puedo oler su presencia en el holocron.”
“¿Oler?” Preguntó sin cuidado Vatse.
“Así es Artemios… Voy a seguir tus instintos. Creo que ahora podría reconocer a Revan si lo tuviera enfrente. Cuando hablé con Xania en la sala del trono estuvo en mis visiones, aunque tal vez se veía como en los holocrons de Korriban.” Dijo pensante Shin.
Vatse quería escuchar más.
“Revan derrotó al Emperador antes de Xania y desató una guerra entre las sectas de la Orden Sith.” Resumió divertido Artemios.
“Ch’Chok fue al que Xania derrotó para apoderarse del trono hace unos veinte años.” Dijo pensante Shin.
“Todavía no estoy cómodo con esa idea, Shin, pero Alara nunca me ha mentido en su vida.” Dijo pensante Vatse. “¿Revan encontró el Imperio antes que la República?”
“Kralos organizó sus fuerzas ignorando lo que pasaba en Dromund Kaas, es la principal razón de la guerra fría, el poder combinado del Imperio los hubiera destruido de un solo plumazo en el estado que estaban…” Dijo pensante Artemios. “Revan simplemente se esfumó, no sabemos dónde terminó. Lo que sí sabemos es que estuvo en este lugar y grabó algunos recuerdos para nosotros.”
“Quiero que Alara vea esos recuerdos, Vatse. Ella me estuvo contando sobre Bastila Shan, resulta que era su esposa.” Dijo sonriente Shin. “Después los vemos juntos.”
“¿Lo puedes confirmar?” Preguntó con curiosidad Vatse.
“Tú lo podrás hacer, caballero.” Dijo divertido Artemios.
“Todavía no encontré esos holocrons que Alara nombra, Shin. Estoy seguro de que la Fuerza los puso frente a ella.”
“La Fuerza juntó dos puntos, Vatse. Alara necesitaba escuchar lo que Bastila había grabado hace años. Ambas se sentían de la misma manera y a la Fuerza le encanta atraer sentimientos.” Dijo sonriente Shin.
“Quiero aprender más de los Grises, Shin. Son un gran misterio y me agrada como tratan a la Fuerza.”
“Nuestro deseo es entender la Fuerza, Vatse. Nuestro deber es proteger a la galaxia de sus peligros y excesos…” Dijo pensante Shin. “¿Sabes cómo destruyeron Ossus durante la época de Exar Kun?”
“¿Magia sith?” Dijo en voz alta Vatse.
“Somos la raíz de todos los problemas.” Dijo jocoso Artemios.
“Una mujer destruyó un cúmulo de estrellas que ahora llaman Cron Drift.” Dijo pensante Shin. “Usó la nave de Naga Sadow para potenciar sus poderes sin saber que iba a destruir absolutamente todo a su alrededor, incluyéndola a ella.”
“La explosión tocó su planeta…” Dijo sonriente Artemios.
“¿Cómo puedes destruir un cúmulo de estrellas de esa manera?” Preguntó sorprendido Vatse.
“Es complicado y las circunstancias ataron todo de la manera ideal.” Dijo sonriente Shin. “Obviamente hemos fallado en ese entonces, pero es normal, ya que no existíamos.”
“¿Qué pasó con los Grises?” Preguntó con curiosidad Vatse.
“Somos la causa de la única unión entre ustedes, Vatse. Antes de la época de Exar Kun, antes de que encuentre el poder de Naga Sadow, los siths y los jedis tuvieron un enemigo en común, los Grises. Nosotros detuvimos la supuesta purificación de un planeta en las manos de sus supuestos maestros. Esa técnica que llaman Barrera de Luz es mucho más de lo que dicen sus holocrons…” Dijo pensante Shin. “Tiene el potencial de destruir la conexión de cualquier cosa de la Fuerza.”
“¿Es cierto que la quisieron usar en ti?” Preguntó con cuidado el rodian.
“Sí…” Dijo pensante Shin. “El único problema es que no pudieron encontrarme en la Fuerza.”
“Yo soy uno de los pocos caballeros que estuvo en esas reuniones y sugerí que se olvidaran de ello. Ch’Chok estaba seguro de que ibas a mostrarte para intimidarlos, pero…”
“Es normal, Vatse. No pienses demasiado.” Dijo al aire Shin. “Mi maestro quiso usar una técnica parecida del otro lado del espectro en mí, la magia como esa suele tener precios elevados cuando uno no tiene esclavos para sacrificar.”
“Eres una maravilla, Shin… Absorber el odio de Tharan debería ser imposible.” Dijo sorprendido Artemios.
“Técnicamente hablando, convertí su ataque en una competencia, Artemios.” Dijo sonriente Shin.
“¿Qué clase de competencia?” Preguntó con prestancia el sith.
“Básicamente competimos en el odio hacia mí, yo gané.” Dijo divertido Shin.
Vatse y Artemios estaban impresionados.
“¿Cómo es que ustedes no están… corruptos?” Preguntó sin cuidado Vatse.
“Los purasangres como él no se corrompen, Vatse. Yo soy resistente a la corrupción, como la mayoría de siths que puedes encontrar en el Imperio.” Respondió divertido Shin.
“Shin está siendo humilde, Vatse.” Dijo jocoso Artemios.
“No iba a guardar el secreto… Vatse, la Fuerza… estos… lados que ustedes tanto conocen, están diseñados para usarse en tándem.” Dijo con seriedad Shin. “Ustedes también se corrompen, incluso cuando no lo llaman así.”
“¿Ejemplo?” Preguntó con prestancia el rodian.
“Ceguera.” Dijo al aire Artemios.
“Ustedes, los más antiguos de su Orden, suelen quedarse ciegos al sentir sus alrededores con la Fuerza. Más que nada porque solo usan de una sola manera esa parte de sus sentidos.” Aclaró pensante Shin. “La claridad tiene menos defectos, de todas maneras, pero también tiene menos efectos.”
“De ahí viene la famosa magia sith…” Dijo jocoso Artemios mientras hacía gestos con sus manos.
“Tú sabes que la magia es real, Artemios.” Dijo divertido Shin. “Antaño los practicantes de esa escuela de la Fuerza solían llamarse hechiceros…”
“Tu amigo está en su hábitat, maestro.” Dijo pensante Artemios. “Alara no pregunta como él.”
“Siempre he querido poder intercambiar ideas con siths u otros practicantes de la Fuerza.” Dijo con sinceridad Vatse.
“Ahora es cuando, aquí tienes a dos bien distintos. Yo siempre he sido un sith y mi maestro ya ha visitado todo el espectro…” Dijo al aire Artemios.
“Has progresado muchísimo, Artemios. Ya puedes sanar heridas y has aprendido a protegerte de los elementos sin requerir odio o sensaciones forzadas en ti.” Dijo sonriente Shin.
“¿Ustedes pueden usar todas las habilidades de la Fuerza?” Preguntó con curiosidad Vatse.
“No necesariamente, algunas requieren… sentimientos o conexiones que uno puede rechazar.” Dijo sonriente Shin. “Por ejemplo, hay una habilidad sith que te permite transferirle tu sed de sangre a alguien más… para hacer algo como eso tienes que poder sentir esa sed de sangre.”
“Así funcionan la gran variedad de habilidades sith, a base de sentimientos.” Agregó pensante Artemios. “Mi maestro es conocido por su frialdad y odio, pero en realidad todo esto estaba apuntado de la manera opuesta a la esperada. A mí solía pasarme lo mismo, terminé usando mi odio hacia mis maestros para conectarme a la Fuerza, pero siempre ha habido otros caminos para elegir.”
“Ahora nos conectamos a través del entendimiento y el conocimiento que tenemos, por eso parece que estamos en armonía con la Fuerza.” Dijo pensante Shin. “Es un estado nuevo, que ustedes descubrieron y perdieron durante sus caídas.”
“Soy el fuego revelador de la luz…” Dijo jocoso Artemios. “¿Cómo llegaron a esto?”
“¿Eso es el código Je’daii?” Preguntó sorprendido Vatse.
“Está bien informado, caballero.” Dijo divertido Artemios.
“Estoy esperando que me preguntes por Alara, Vatse.” Dijo con curiosidad Shin.
“No hay nada que preguntar, Shin. Yo no creo que el amor en sí sea algo que debamos esquivar, lo importante es estar centrado en el momento de tomar decisiones.” Respondió pensante el rodian.
“Me gusta este jedi, Shin.” Dijo divertido Artemios.
“Es una actitud madura para uno de ellos…” Dijo pensante Shin. “¿Qué no me estás diciendo?”
“Que Alara está… ciega, lo que siente solo le permite ver lo que quiere.” Dijo pensante Vatse.
“Lo sé, por estoy intentando que deje de verme solo con su corazón.” Dijo sonriente Shin. “Espero que no sea un problema.”
“Yo no soy quién para entrometerme en su relación, Shin. Lo que sí puedo decir es que ella siempre te ha extrañado, nunca ha ocultado eso de nosotros.” Dijo pensante Vatse. “Ella es la única que se quejó en su momento, cuando se decidió que estabas muerto.”
Shin estaba sonriendo.
“¿Te parece divertido?” Preguntó sin cuidado.
“No, solo… Es irónico, en ese momento sentía que la galaxia se había olvidado de mí. Alara se cayó al suelo cuando vio mi cara, Vatse. Su sorpresa era real, sus lágrimas eran reales.” Dijo pensante Shin. “No sé cómo explicarlo, de repente me sentí un estúpido…”
“No puedo decir que entiendo por lo que pasaste, Shin.” Dijo pensante Vatse.
“Mi maestro tenía muchos talentos, el más importante era el arte de la manipulación. Puso frente a mí exactamente lo que había que poner para… romperme, perdí toda la voluntad para pelear cuando me enteré de que ya me habían enterrado. Simplemente… me rendí y me entregué a lo que tenía enfrente. La Fuerza no me salvó de él y la estúpida diferencia que había entre nosotros en ese momento. Mi habilidad solo me decía que iba a morir si me enfrentaba a él, nunca me había pasado…” Dijo con seriedad Shin. “Me pasó lo mismo con Rohus y la Emperatriz. La Fuerza estaba diciéndome que iba a morir… En realidad, me estaba diciendo que era demasiado débil para pelear con ellos…”
“¿Eso es lo que sientes?” Preguntó con curiosidad Vatse.
“Me gusta tu amigo, Shin… Deberíamos ofrecerle un puesto.” Dijo jocoso Artemios.
“Los supuestos Pasos de la Fuerza me dejan sentir el campo de batalla con todos mis sentidos a través de la Fuerza. Puedo sentir las intenciones de mis enemigos… Yo lo rebauticé como Instinto de Batalla, porque básicamente es eso.” Aclaró pensante Shin.
“¿Por eso puedes… esquivar?” Preguntó sorprendido el caballero.
“Sí, mi habilidad me ayuda a predecir lo que pasa en el campo de batalla… Entre otras cosas.” Dijo pensante Shin.
“Lo que no dice es que puede unirse a la Fuerza para potenciarse…” Dijo al aire Artemios. “Ni él lo entiende.”
“Debe ser una variación de la Meditación de Batalla, Artemios…” Dijo al aire Vatse. “Eso parecía ser lo que nos mostraste más temprano.”
“Tiene sentido. No lo sé, la verdad es que no hago mucho más allá de… intentar aprovechar a lo que tengo acceso. Alara dice que mi presencia la tranquiza cuando hago eso.” Dijo pensante Shin. “Yo creo que entro en algún trance de batalla, en el cual siento en lugar de… pensar.”
“Es posible, Shin.” Dijo pensante Vatse. “Gracias por responder mis preguntas…”
“Pregunta lo que quieras, pero necesito a Alara.” Dijo sonriente Shin.
Shin ya estaba extrañando a su compañera.