Alara sentía que estaba de vacaciones en un sueño donde Shin estaba vivo y a su lado. Apenada por su desnudez, se metió al agua para recibir una sonrisa de su novio. Este la enjabonó como ya era costumbre y terminó entre sus brazos. La maestra se dedicó a besar a su novio, que era tan cálido como ella quería. Estaba lista para dar el siguiente paso, pero alguien estaba buscándolos.
“Mis disculpas, maestro.” Decía apenado Artemios cuando lo dejaron entrar a las termas. “Encontré algo interesante y quería verlos con ustedes.”
“Entendido.” Dijo pensante Shin. “Mis disculpas, preciosa…”
“Podemos… seguir más tarde.” Dijo avergonzada Alara.
Alara entró a su habitación para ver a su novio cambiarse. Era algo que todavía no podía controlar y estaba siempre encantada por su cuerpo. Mirabella tenía razón y tenía que combatir un poco lo que su lujuria estaba trayendo.
“Eres difícil de ignorar…” Dijo avergonzada la maestra mientras intentaba vestirse a su lado.
Shin la atrapó entre sus brazos para besarla.
“Aprendí que hay momentos para todo, Alara.” Dijo sonriente. “Aunque siempre tengo tiempo para ti…”
“No sé si quiero resistirme…” Dijo avergonzada Alara mientras sentía las manos de Shin acariciar su espalda. “Me haces… bien. No me esperaba que me gustara tanto… esto.”
“No sé si quiero que te vistas, preciosa.” Dijo sonriente Shin. “Tal vez quiero…”
Alara se sonrojó al instante.
“Yo tampoco, pero…” Dijo apenada. “Pronto…”
Alara se vistió mirando a su novio, que estaba ordenando su cama mientras tanto. Ya podían hablar de cualquier cosa y ella estaba encantada de escuchar sus historias. Tomó su mano para caminar por el templo mientas pensaba en que iba a aprender hoy. Sus padawans ya estaban en casa junto a Chup, Thirin y Vatse se habían quedado con ellos. Thirin quería asegurarse de que iba a estar bien y Vatse estaba estudiando los archivos del templo. Artemios los esperaba junto a sus amigos en la oficina, donde había una mesa para varias personas con un monitor holográfico. Alara vio con curiosidad los holocrons mientras su novio se sentaba a su lado.
“Empieza por el principio, Artemios. Quiero que Alara y sus amigos estén enterados de todo.” Dijo pensante Shin.
“Por eso saqué todo, maestro.” Dijo divertido el purasangre.
Artemios activó uno de los holocrons al acercarlo al centro de la mesa, de este salió la imagen de un hombre, este tenía el cabello corto y llevaba una túnica con varios tonos azules.
“Encontré este lugar en ruinas y estuve estudiando la información que hay dentro, parece que mi primer destino es Dromund Kaas, pero después voy a dedicarme a explorar un poco más la información que hay aquí dentro.” Decía con prestancia el hombre. “No debería haberme separado de Bastila de esta manera, espero que pueda perdonarme. Estas visiones me han estado acechando desde que nos conocimos. Meetra trajo tu paquete, todavía no me he atrevido a abrirlo.” Agregó mientras miraba hacia abajo. “Espero que me estés extrañando tanto como yo lo hago… Quiero volver a verte pronto.”
La imagen se cortó de repente, el hombre ahora estaba cruzado de brazos mirando hacia arriba.
“No gané demasiado en Kaas… Solo aprendí lo evidente, cosa que ya sabía. Mi memoria está volviendo lentamente a mí. El Emperador fue el detonante de las Guerras Mandalorianas. Resulta que a él estaba persiguiendo cuando terminé en esa sala del trono…” Dijo el hombre mirando hacia el frente. “Estos Grises son interesantes, parece que se dedicaban a estudiar la Fuerza y prevenir desastres mientras protegían a la galaxia de sus abusos. Me gustaría tener tiempo para detenerme a estudiarlos un poco mejor. Bastila, no sé si algún día vas a ver esto, pero necesito decir en voz alta que te extraño cada segundo que paso lejos de ti y no sé cómo voy a disculparme por haberme marchado así, supongo que me regañaras cuando vuelva a tus brazos.” Terminó apenado.
El hombre caminó un poco, pensando en silencio.
“El próximo lugar va a ser interesante, estamos triangulando un planeta en un sector inexplorado, estos Grises estaban desperdigados por la galaxia.” Dijo pensante mientras se acercaba. “Debería hablar con Meetra.”
La tercera imagen era completamente distinta, este era Darth Revan, ya que llevaba su famosa máscara y armadura.
“Estos mapas estelares tienen un recorrido particular para encontrar la famosa forja.” Dijo con severidad Revan.
Alara hizo un gesto con sus manos para que Artemios detenga la grabación.
“Es la misma voz…” Dijo mirando a Shin. “Hablaba como tú en el templo… Antes de que te quitaras la máscara.”
“Estoy de acuerdo.” Aportó Thirin.
Shin se rascó la cabeza.
“Tu hipótesis tiene adeptos, Artemios.” Dijo divertido.
“Sus patrones del habla son distintos, pero es normal. Me imagino que la personalidad de uno cambia lo suficiente para cambiar el habla.” Aportó sin cuidado Vatse.
“Estoy de acuerdo, Vatse. Cuando intento recordar algo de esa época siendo que estoy recordando como si fuera otra persona. Todo es preciso y estéril, como estas grabaciones.” Aclaró pensante Shin. “Artemios piensa que esa forja es lo que encontró Darth Revan antes de volver a la República.”
“Malak cree que es un arma, yo creo que es algo mucho más importante. Mis visiones me persiguen a toda hora, hay algo acechando a la galaxia desde…”
La grabación terminó de repente.
“Las otras son más bien de su experiencia en Korriban.” Dijo al aire Artemios. “Luego habla de droides por un rato.”
Alara estaba mirando a su novio.
“¿Así lo encontraron?” Preguntó confundida Alara.
“Puse al traductor a escuchar holocrons…” Dijo sonriente Artemios. “Encontró uno más, maestro. Eso quería mostrarte.”
“Fabuloso.” Dijo sorprendido Shin. “Cuando encontré este lugar no sabía que ese era Revan, pero sí… Artemios tiene buen oído…”
Artemios puso un tercer holocron sobre la mesa para que aparezca Revan. Este estaba serio mirando hacia un lado.
“Mis visiones se han intensificado, parece que la Joya que protegían los Grises es una pista… Meetra quiere ir a explorarla, así que ya encontramos nuevo destino.” Dijo para mirar hacia el frente. “Bastila, siento que no voy a volver a verte… No sé cómo disculparme, besa a Vaner por mí… Solo quiero que tengan un lugar seguro para vivir. En caso de que encuentres esto y quieras seguirme, estaremos explorando un planeta llamado Aytraza… No voy a dejarte las coordenadas, por favor no me sigas, Bastila… Estás haciendo un excelente trabajo como Gran Maestra, gracias por… proteger a la República mientras no estoy.” Terminó sonriente para marcharse.
“No me suena ese planeta.” Dijo pensante Shin.
“Ya estamos buscándolo…” Dijo al aire Artemios. “Estamos cerca.”
“Deberían buscar referencias antiguas…” Opinó pensante Vatse. “Puede que haya cambiado de nombre en todos estos años.”
“Gran idea, caballero.” Dijo sonriente Artemios.
“¿Vamos a ir hasta allí?” Preguntó con curiosidad Alara.
“Es la idea, preciosa.” Dijo sonriente Shin. “Estoy teniendo visiones todos los días… La Fuerza no me quiere dejar tranquilo.”
“¿Qué crees que vamos a encontrar?” Preguntó con curiosidad Alara. “Bastila se fue de la Orden extrañándolo… No te vas a ir solo a ningún lado, ¿Me escuchaste?”
“No lo estaba planeando, Alara.” Dijo divertido Shin. “Si Revan no pudo detener permanentemente esto, yo no voy a poder hacer demasiado…”
“¿Se han sentado a pensar en que hay en las sombras?” Preguntó en voz alta Vatse. “En un principio era el Imperio, después eras tú…”
“No lo sé, Vatse. Lo único que sé es que la Fuerza quiere unir nuestros caminos.” Dijo con seriedad Shin. “No me molestaría ignorar a la Fuerza en estos momentos, pero…” Agregó mirando hacia arriba.
“Shin…” Dijo apenada Alara. “Vamos a encontrar esto juntos.” Agregó apretando su mano. “Tal vez tengamos que salvar a la galaxia de lo mismo que Revan…”
“No lo sé, Alara. A veces me gustaría pensar que la Fuerza está llevándome a un lugar feliz, pero…” Dijo al aire Shin. “Para entender hay que censar suele decir Vitti.”
Mirana entró para saludar militarmente, interrumpiéndose en el medio, ya que no estaba feliz con su saludo.
“Ya no estás en el Imperio, Mirana. Buenos días.” Dijo sonriente Shin.
Mirana se sonrojó por completo.
“Buenos días, Shin… gente.” Dijo sin poder mirarlo. “Vitti me mandó a buscarlos para desayunar…”
“No sabe cómo dejar de ser estirada…” Dijo jocoso Artemios.
“Mirana, relájate, estás entre amigos.” Dijo sonriente Shin mientras se levantaba a apretar sus manos. “¿Cómo está todo en la ciudad?”
“Bien, conseguí todo lo que necesitamos.” Dijo apenada la guardia. “Shia consiguió trabajo y me dijo que venía a almorzar. Artrisa estaba poniendo la mesa…”
“No tienes que informarme de nada, Mirana.” Dijo sonriente Shin. “Ya no soy tu jefe, soy tu amigo. Gracias por hacer los mandados.”
“De nada…” Dijo apenada la mujer. “¿Algo interesante?”
“Encontramos más información sobre Revan.” Dijo sonriente Shin mientras la sentaba en su silla. “Parece que vamos a viajar dentro de poco.”
“¿Puedo ir contigo?” Preguntó con curiosidad Mirana.
“Por supuesto.” Dijo sonriente Shin. “Espero poder protegerlos a todos.”
“Estamos para ayudarte, maestro.” Dijo al aire Artemios.
Alara notó que Mirana estaba encantada con Shin, ya que lo estaba siguiendo con la mirada mientras caminaba por la oficina, siempre estaba celosa.
“¿Cómo estás, Mirana?” Preguntó para llamar su atención.
“Bien, esta vida de… civil es difícil para mí.” Dijo pensante la rubia. “Vitti dice que solo tengo que acostumbrarme, pero tal vez necesite un trabajo como el de Shia.”
“No veo nada de malo en eso, Mirana.” Dijo pensante Alara mientras notaba que el resto estaban siguiendo a Shin hacia una biblioteca. “¿Qué te gustaría hacer?”
“Protegerlo.” Dijo con firmeza Mirana para luego avergonzarse. “Lo siento, sé que es tu novio, pero…”
“No te disculpes, creo que las entiendo…” Dijo apenada Alara. “Estoy celosa a toda hora con ustedes cerca.”
“No creo que tengas nada de qué preocuparte, tu… novio ha dejado en claro que solo te quiere a ti.” Dijo pensante Mirana. “El problema que tengo es que ahora me gusta más que antes…”
“Vitti dice lo mismo.” Dijo ofuscada Alara.
“Ella fue la primera en meterse en su cama, yo pensaba que iba a matarme a cualquier momento…” Dijo pensante Mirana. “¿Te conté cuando tu hermano me lo presentó?” Preguntó al aire mientras Alara negaba con la cabeza. “Shin tenía su nueva máscara y yo estaba lista para volver a trabajar. Cuando ustedes me derrotaron perdí todo el prestigio que había conseguido en mi carrera como Guardia Imperial. Tuve suerte de ser una de las favoritas de Xania y en lugar de morir terminé custodiando puertas y lugares irrelevantes. Esa mañana estaba conociendo al primer aprendiz de Lord Tharan…” Agregó al aire Mirando a Shin en la distancia. “Lo reconocí al instante cuando se quitó la máscara. Tu hermano nos dejó a solas en su casa y lo primero que hice fue intentar matarlo.”
Alara estaba sorprendida.
“Me derrotó con mucha facilidad…” Agregó apenada Mirana. “Desde ese día estuve trabajando para ganarme su respeto mientras temía por mi vida, ya había atacado a mi jefe…”
“Ya veo…” Dijo pensante Alara. “Son extraños…”
“Así son las cosas en el Imperio. Shin siempre ha sido respetuoso y ahora que tengo un poco de perspectiva sé que siempre se ha preocupado por nosotras… Siempre olvido a Artemios.” Terminó jocosa.
“Gracias por contarme esta historia, Mirana.” Dijo pensante Alara. “Yo también quiero protegerlo, ya fallé una vez y no puedo permitir que vuelva a suceder.”
“Ahora nos tienes a nosotras también, las cuatro queremos lo mejor para él.” Dijo apenada Mirana. “Incluso si nos aleja de su cama.” Agregó con malicia.
“Estoy yo en su cama.” Dijo ofuscada Alara, ganándose una sonrisa de la guardia.
“Ah, eres demasiado fácil.” Dijo jocosa Mirana mientras Shin se acercaba a ellas. “Tu novia es muy celosa, maestro.”
“Es Shin, Mirana.” Dijo sonriente mientras se sentaba junto a Alara. “No molestes a mi novia.”
Alara se aferró a su novio para oler su perfume y mirarlo a los ojos.
“Es demasiado divertido, Shin.” Dijo jocosa Mirana. “Deberíamos ir a desayunar.”
“Ya envié al resto.” Dijo pensante el joven. “Pronto tendremos destino, preciosa. Espero que estés preparada.”
“Todavía no me enseñaste a usar mi nuevo sable.” Dijo pensante Alara.
“Tu primera clase es después del desayuno, preciosa, justo antes del mi sparring con Mirana.” Dijo sonriente Shin.
“Entendido.” Dijo contenta Alara mientras se ponía de pie. “Voy a cansártelo un poco, Mirana.”
La guardia sonrió con malicia.
“No digas esas cosas, Alara…” Dijo divertido Shin mientras la acercaba hacia él para empezar a caminar. “Estas cuatro están todo el día pensando en sexo.”
Alara estaba confundida.
“Me encanta tu novia, Shin.” Dijo jocosa Mirana para seguirlos de cerca.
Alara tenía mucho que aprender.