29 de Septiembre de 2018.
Daniel.
Desperté en la madrugada abrazando a Abigail y tan pronto como me di cuenta me hice al otro extremo de la cama dándole la espalda. No es mi culpa que mis estúpidos hábitos de dormir sea abrazar las cosas, claro que siempre es una almohada y no la mocosa que está a lado mío.
Al despertar unas cuantas horas más tarde ella ya no estaba, mi playera estaba doblada y había un olor a comida proveniente de abajo.
Esa es una buena manera de despertar, no como hace rato. Tenía miedo de que se arrepintiera de lo que pasó anoche y me apuñalara mientras dormía.
Bajé a la cocina y Nathan estaba sentado frente a la mesa y Clío estaba cocinando.
—Espero que no te moleste que use tu cocina, tomé cosas para hacer desayuno—me sonrió.
—Claro que no si me das—dije y me senté.
—Así que... ¿quién era la chica de ayer?—Nathan dijo alzando las cejas.
¿Qué le digo? ¿Qué la chica que me sacó de mi martirio sin sexo es en realidad la chica con la que juré nunca involucrarme? ¿Y qué la verdad todo resultó ser un éxito?
—Una amiga, se fue en la mañana—uf, ni de chiste será mi amiga.
—Debe de ser una chica muy inteligente si no le tiene miedo a Eve—dijo Clío, tal vez aliviada de que no fuera ella.
Dije tal vez porque en el fondo ella quería ser la afortunada.
Terminando el desayuno ellos se fueron y yo subí a mi habitación, mis padres llegarían pronto pero al menos ya estaba todo limpio así que podía recuperar algunas horas de sueño.
Abigail.
Cuando desperté inmediatamente me puse mi ropa y doblé la playera de Daniel por que ante todo mis papis me enseñaron modales.
Decidí caminar a mi casa, era muy temprano, apenas comenzaba a amanecer y yo solo quería mi cama ya que no puedo dormir bien en un sitio que no sea mi cuarto. A parte de que tenía a un molesto compañero quien estuvo abrazándome como peluche. Pero es algo que no quiero pensar, ni recordar, ni decir de nuevo.
Al llegar a mi casa dormí y más tarde decidí que era hora de comer, no sin antes bañarme a ver si con suerte lograba olvidar lo que pasó ayer, pero la verdad es que no y odio a mi maldito subconsciente por ello.
Bajé a la cocina y mis padres estaban ahí desayunando, yo me serví algo de café. El único y verdadero amor de mi vida.
—¿Cómo te fue ayer cariño?—me preguntó mi padre.
—Bien pa, aburrido y desastroso—me senté con ellos.
—¿Si te quedaste con Clío, cariño?—esta vez fue mi madre.
—No, estuve con alguien—dije tranquila, mis padres siempre han sido muy "liberales".
No tenía caso mentir ya que les tengo toda mi confianza, son a los únicos que no les invento excusas para salirme con la mía.
Sé que puedo contarles este tipo de cosas siempre, de hecho ellos siempre me motivan a que viva mi sexualidad con todos los cuidados necesarios. Es cierto que puede ser incómodo algunas veces pero ya me acostumbré.
—Oh vaya, ¿con quién?—mi mamá estaba sorprendida—. ¿Vas a volver a las andadas?
Es cierto que hace unos meses salía mucho con chicos, bueno, no necesariamente salíamos pero eso se acabó en cuanto me empecé a topar con cerdos despreciables pero, ¿es tan difícil imaginar que estuve con alguien?
—Alguien sin mucha importancia.
—No uses a los chicos como papel, Abigail Ruíz—me apuntó con su tenedor.
—Déjala Adela, así es mejor, nadie me quita a mi niña—me dijo papá sonriéndome.
—Si tú eres el que siempre insiste en que debe de conocer a más chicos.
—Conocerlos pero no tener algo serio con ellos—sé que solo lo hace para molestar a mamá—. Pero bueno, ¿segura que no quieres hacer nada mañana?
Mañana es mi cumpleaños número 18 y no me siento con muchos ánimos de celebrar. Tengo suerte de que Clío sea una despistada y siempre olvide las fechas por lo que no le recordé nada este año.
—Segura, tengo un examen importante el lunes y me quedaré estudiando todo el día.
Tal vez es una materia que estoy en potencial riesgo de reprobar, pero claro que ellos no se tienen que enterar.Compartimos todo pero solo lo sabrán si llego a reprobar.
Seguimos desayunando hablando de otras cosas por suerte y alguien llamó a la puerta, mi mamá fue a abrir y era Clío, como de costumbre llegó a contarme todo lo que hizo en la fiesta. Claro que mis papás estaban escuchando todo porque de alguien tenía que sacar el instinto del chisme.
—Y lo más importante de toda la fiesta fue que Daniel llevó a una chica misteriosa a su cuarto y nunca volvieron—tomó de su café—. No puedo esperar a ver la reacción de Eve.
Yo estaba callada y mis padres me miraban, por suerte Clío no lo notó. Espero que no sospechen nada.
Ella continuó contándome otras cosas y al final se fue ya que tendría una cita con Nathan.
—Bien, es hora de tomar una siesta—dije tratando de escapar de la serie de preguntas incómodas que se avecinaban.
—Alto ahí Abigail—dijo mi madre—, ¿tú eras la chica misteriosa que comentó Clío?—yo solo me quede callada.
Les dije que mi mamá era muy chismosa, iba a confesar todo pero por suerte papá habló antes.
—¿Qué no Daniel es ese chico latino también? Qué bueno que todo se quede en nuestra cultura—bien, por mala suerte habló antes.
¿Cómo que qué bueno papá? ¡Es una tragedia!
Esperaba que nunca nadie se enterara con quién lamentablemente había compartido mi intimidad y ahora los primeros en saberlo eran mis padres, genial.