2 de Octubre de 2018.
Daniel.
Cuando anocheció había vuelto a tener sexo con Abigail y luego nos quedamos dormidos, en realidad no sé muy bien como pasó, una cosa llevó a la otra.
Ya era de mañana y yo estaba ahora en su cama, miré mi celular y eran las nueve de la mañana.
Ella estaba despierta mirando al techo.
—Supongo que podemos faltar a la escuela—dije aún adormilado.
—Oh no, si piensas que faltaré a clases por quedarme contigo estás demente—se levantó de la cama quitándome toda la sábana.
—Ya son casi las diez, no te van a dejar entrar—me senté en la cama.
—A la última clase sí.
—¿Es tan importante administración?—se puso una playera y me tapó la genial vista de sus pechos.
—Más que estar contigo sí—se quedó pensando—. Aunque si me alimentas tal vez lo piense.
Yo rodé los ojos pero obviamente sé como cautivar a alguien con la comida.
Como con todo lo que hago.
(...)
—¿Cómo cocinas malditamente delicioso?—dijo con la boca llena.
—No es lo único que hago delicioso, pero claro eso ya lo sabes—le guiñé el ojo—. Aprendí a cocinar ya que mis padres no están mucho en la casa y no me apetece siempre la comida rápida así que es uno de mis pasatiempos, lo disfruto mucho—me miró curiosa pero no preguntó nada—. Mi papá es doctor también.
Tragó en seco su comida, no sé porque hizo eso pero parecía asustada de algo.
—Los míos tampoco están pero soy un asco cocinando así que siempre compro comida rápida—contestó y ahora yo la miré intrigado—. Papá es manager y mamá fotógrafa paisajista así que siempre que papá sale de viaje con los artistas que representa ella lo acompaña y vende sus fotos para su agencia.
—Parece como una excelente combinación.
Ella asintió con la cabeza y quedamos callados por un momento comiendo nuestros hot-cakes porque sí, amo hacerlos.
—¿No crees que deberíamos parar?—ella soltó.
—¿Parar de comer?
—No... esto. Lo que estamos haciendo.
¿Así que ahora si quiere hablar de esto?
—Se le llama coito, cariño.
—¡Bien! Parar con el coito. Y no me vuelvas a decir cariño—me apuntó con el cuchillo.
Claro, como si un cuchillo de mantequilla fuera a hacerme mucho daño. Aunque es Abigail, con ella no se sabe. Una vez me pegó con una rama de árbol y dolió.
—No lo creo. Yo lo disfruto, tú lo disfrutas. Ninguno de los dos esta con alguien, o al menos yo no.
¿Por qué las mujeres se tienen que complicar todo?
Puedes perfectamente tener sexo con alguien sin ser algo más siempre y cuando queden las cosas claras. No le hace daño a nadie.
Yo soy guapo, ella no es fea así que no veo ninguna falla en esta lógica. Podemos salir beneficiados los dos, cubrimos necesidades los dos, solo eso.
—Solo digo que es un poco incómodo. Hace unos días yo te aborrecía, de hecho todavía lo hago.
Acerque más mi silla a la suya.
—Y eso no tiene porque cambiar, tú también me caes mal. Pero, tengo que admitir que no eres tan mala en la cama como había dicho—ella abrió los ojos y yo puse mi mano en su pierna—y agradece que lo admita.
No había querido decírselo porque si es como yo creía entonces su ego iba a subir a las nubes pero bueno, esa era la verdad. Abigail sabe qué hacer en la cama y qué bueno que lo descubrí.
—Bien entonces hagamos un trato—se cruzó de brazos.
Ya nos vamos entendiendo.
—Dímelo—quité mi mano de su pierna y volví a comer tranquilamente.
—Solo será sexo, ¿de acuerdo? No pláticas, no afectividad, no cursilerías y nadie lo puede saber.
—Está bien. Estoy de acuerdo. Entonces ¿Amigos con beneficios?
—Oh no cariño, nosotros no somos amigos.
—¡Bien! Entonces enemigos con beneficios.
—Me gusta más esa etiqueta.
—¿Entonces tú me puedes decir cariño pero yo no?—le reclamé.
—Cállate—siguió devorando su comida.
6 de Octubre de 2018.
Era sábado por la mañana y estaba con Abigail, toda la semana nos la pasamos juntos, cuando salíamos de la escuela nos veíamos en su casa ya que los padres de ella seguían en México, no llegarían hasta el lunes lo cual nos daba tiempo perfecto para disfrutar esta nueva rara relación.
Clío y Nathan habían comenzado a salir formalmente y eso nos permitía vernos más sin dejarlos de lado y no hacían preguntas de que hacíamos saliendo de la escuela, es genial que nuestros mejores amigos salgan.
Así que todo está en su lugar para que siguiéramos con esta linda enemistad con beneficios.
Prácticamente después de tener relaciones yo me iba, una vez que me quedé a cenar terminamos peleando porque ella dice que le kétchup es asquerosa y yo digo que es de los mejores condimentos, fue divertido hasta que comenzamos a aventarnos kétchup y mostaza en la cara. Si convivíamos más de seguro nos íbamos a matar.
Así que eso es prácticamente todo. No hablar, no afectividad, no nada como habíamos quedado y es genial.
Ahora estábamos en su cama besándonos, ella encima de mí y sin blusa, cuando de la nada se separó bruscamente de mí.
—¿Qué pasa?—le pregunté.
—¿Escuchaste eso?
—¿Qué?
—La puerta de la entrada.
—Yo no escuché nada—la tomé del cuello y volví a besarla.
—¡Abigail!—se escuchó un grito y de un brinco los dos salimos de la cama.
—¿Quién es?
—Clío—dijo mientras se ponía su blusa y cepillaba un poco sin cabello—. Tú quédate aquí, tal vez se vaya pronto. O puedes salir por la ventana—dicho esto salió del cuarto.
Ni loco iba a saltar por ahí, podía dañar mi cara o romperme algo, mejor esperaré.