23 de Noviembre de 2018.
Daniel.
—Tenemos que hablar—se me quedo viendo por algunos segundos pensando seriamente si debía de pegarme o debía dejarme pasar.
—Mis padres no están, pasa.
Sus padres nunca están, la verdad es que es una gran ventaja para nosotros. No, no es, era.
Entramos a su casa y estuvimos en la cocina sin que nadie dijera nada.
—¿Y bien?—preguntó.
—¿Y bien qué?
Solo había ideado la primera parte de mi discurso y ya la había usado.
—Querías hablar, capitán obvio.
—Solo creía que era necesario aclarar las cosas entre nosotros.
—No hay un nosotros—su tono de voz ahora era más serio.
¿Ahora qué hice?
Todavía que me porto amable y vengo acá a aclarar las cosas me trata de este modo. Por eso nadie entiende a las mujeres y menos a Abigail.
—Escucha, solo quería que quedáramos bien, ¿sí?—no me contestó y esto comenzaba a estresarme. Solo estaba mirando a sus uñas—.¡Estábamos empezando a llevarnos bien!—de nuevo no hubo respuesta—. ¡Bien! Si no vas a decir nada entonces me voy.
—Sí vete con tu novia—hizo énfasis en la palabra novia—. No sé para que me buscas si la tienes a ella—se cruzó de brazos.
¿Ahora iba a hacer un berrinche?
—¿Te das cuenta de que no tiene sentido lo que dijiste verdad?
¿Qué había hecho para que se molestara tanto? ¿Volver con mi ex? ¡Ella estaba con otro chico!
A penas noté que ella es celosa, lo he visto por cómo trata a Clío cuando esta con Nathan, pero estos no son ese tipo de celos y creo que ella lo sabe.
O eso es lo que creo yo.
—No tienes derecho a reclamarme nada porque pasas todo el tiempo con un chico—le reclamé cuando no me contestó nada.
—Para mí tienen mucho sentido mis palabras. Y sí bueno, paso tiempo con el pero no te traicioné.
—¡¿Cómo podría considerarse eso traición?! Nunca dijimos que íbamos a ser exclusivos—ella estaba pensando que decir, como si no quisiera soltar lo que estaba pensando. O como si supiera que tenía razón.
Tal vez la segunda opción.
—Nunca debimos de acostarnos. Todo fue tu culpa—dijo y estaba frunciéndome el entrecejo.
—Nunca debimos de tener esta conversación. Fue un error querer arreglar las cosas contigo.—puso cara de indignada—. Además, tú accediste, desde ese momento no fue solo mi culpa—di un paso en frente tratando de intimidarla.
—Nunca debiste volver con tu ex. Estábamos bien así—me miró fijamente, ahora ella trataba de intimidarme.
En eso tal vez estábamos de acuerdo. Pero ahora tengo novia y no la voy a dejar porque sí, parecería que estoy jugando con ella y pues no.
—Nunca debiste estar con ese chico, o haber tenido una cita con Chris—ni siquiera sabía de dónde salían esas palabras, debo de pensar más lo que digo.
Yo no soy celoso, ¿o sí?
Tal vez solo quiero tener algo para reclamar y que ella no se quede con la última palabra.
—Nunca debimos pelear, debemos de ser maduros—se calmó un poco.
Era lo más razonable que ha dicho hasta ahora. ¿Qué tal que quiere dejarme como un patán?
—Nunca debiste dejarme de hablar. Eso igual es inmadurez—di otro paso más cerca de ella.
Genial ahora estábamos demasiado cerca y estoy perdiendo el hilo de esta conversación, me es difícil concentrarme a esta distancia.
—Nunca debiste dejar que te dejara de hablar.
Ay sí, yo soy el culpable ahora ¿no?
—Nunca debimos hacer esto—y la besé.
Siempre soy el primero dando discursos de respeto a las parejas y acabo de romper mi regla crucial de nunca ser infiel, para que serlo, si eres novio de alguien significa que solo quieres estar con esa persona.
Bueno no me lo pensé muy bien porque no detuve nada de esto.
Y para arruinar aún más todo, terminamos teniendo sexo en su cocina.
Maldita sea.
(...)
—¿En qué piensas?—le dije cuando estábamos acostados en su sillón de una manera muy incómoda pero al mismo tiempo agradable.
No sé cómo podíamos caber los dos en su sillón, eso sí, estábamos muy pegados como muéganos*, ella estaba acostada arriba de mi cómodamente y a pesar de que me estuviera aplastando me sentía muy cómodo.
—En que estamos jodidos—me quedé callado. ¿A qué venía eso?—. ¡Engañaste a tu novia conmigo!
Ah, eso. Por un segundo lo olvidé y ahora mi remordimiento está llamando. Soy un grandísimo idiota.
—Y tú a Mateo—así podríamos equilibrar la culpa.
—Mateo solo es mi mejor amigo. Éramos amigos en México y vino aquí a terminar la escuela—bueno, eso explicaba muchas cosas. Pero ella no me había aclarado nada así que pude crearme las ideas que quise.
Me quedé callado.
—¿Qué haremos ahora?—dijo y yo la miré pensando en que responderle.
Se me cruzaban muchas ideas por la cabeza pero no creo que fueran las ideas que ella quería en este momento pues tener a una mujer encima mío medio desnuda no ayuda mucho a que mi cerebro trabaje correctamente.
—Mira, tal vez la cagamos pero, no fue un error esto pasó por algo. Y me gusta pasar el tiempo contigo, podríamos seguir pasándolo y obviamente quitando el sexo. El que no podamos seguir haciéndolo no impide que podamos ser amigos. En serio empiezas a ser un poco tolerable.
Se quedó pensando por varios minutos y se sentó en mi regazo, no sé si esto era peor o mejor.
—Está bien, seamos amigos. Cada día te odio menos—me extendió la mano.
—Entonces amiga, ¿estabas celosa?—me burlé de ella mientras estrechaba su mano.
¿Demasiado pronto para bromas? Nah.
—No te sientas especial. Yo soy celosa hasta de mi sombra—me soltó.