21 de Diciembre de 2018.
Abigail.
Daniel se había ido después de que Clío nos encontrara y los demás seguían durmiendo.
—Estoy esperando—dijo Clío, quería que le contara todo.
Y lo hice, de principio a fin. Si ya nos había cachado en el acto, ¿qué más da que le cuente todo? Es lo más cercano que tengo a una mejor amiga y se supone que debo de confiar en ella así que lo hice.
Tal vez había sido muy explícita.
—Sabes que tienes que decirle a Eve, ¿verdad?
—¿Qué? ¿Por qué?—estaba muy confundida.
—¡Es su ex! Ella merece saber con quién le fueron infiel—dijo golpeando la mesa.
Muy dramático todo el asunto. Mi mesita no tiene la culpa, o sea si habían sucedido varias cosas en esta mesa pero no tiene la culpa.
—Ella ya sabe que Daniel le fue infiel, ¿para qué debe de saber con quién?—le dije.
—¡Porque es de tus mejores amigas!
—Bien sabes que no.
No sé si con trabajos podría a penas considerarla una amiga.
—Si no le dices lo haré yo.
No entendía esta postura.
Ella había sido infiel, debería de entender esta situación y si era por no herir a su prima creo que si le decía quién era una de las personas responsables de eso saldría peor. Si hubiera sido yo no querría saber eso.
—Te lo estoy contando como un secreto, eres mi amiga.
—Sí, pero ella es mi prima, la familia va primero. Y no me lo contaste, te descubrí.
—Lo sé, pero no es como ocultarle algo grande.
Ella iba a decir algo, creo que incluso iba a darme la razón pero vio entrar a Lia.
Digamos que desde el día de la fiesta y los besos no iba a perdonar a mi copia mal afortunada por besar a Nathan aunque fuera en un juego. Clío en ese sentido era muy pesada y por ello no la había visto mucho desde ese día por que le guste o no, primero que nadie va mi hermana, así como ella lo dijo con su prima.
Lia tomó rápidamente su vaso de agua y huyó de ahí. No entiendo porque se deja intimidar, su amiga de México da más miedo que Clío pero claro, las pocas veces que habíamos coincidido las tres había dejado que no era de su agrado.
—Deberías de pensarlo—tomó sus cosas y se fue.
24 de Diciembre de 2018.
—¡Abigail! ¿Podrías ayudarme un poco por favor?—dijo Lia al borde de la desesperación.
Estaba acomodando la mesa para la cena de navidad y yo, bueno yo estaba acostada en el sillón comiendo cheetos. Pretendí no escucharla.
—¡Abigail! ¡Si no ayudas te juro que...!—el timbre de la casa la interrumpió.
—¡Yo voy!—grité y salí corriendo a la puerta. Y Mateo apareció con muchas bolsas de compras—. Ah, eres tú—cerré la puerta después de que pasara.
—¿Puedes ayudarme a cargar esto?—me dijo Mateo y pretendí no escucharlo también y volví a acostarme en el sillón—. ¡Abigail!
Estaba muy cansada, me había tocado asear toda la casa mientras que mi madre, mis tíos y Lia habían pasado toda la tarde haciendo la cena, Mateo había salido a comprar cosas que hacían falta, mi padre estaba en el sillón no ayudando como yo y mis primos llevaban tres horas arreglándose.
Tocaron el timbre de nuevo y salí corriendo pero Jorge llegó antes que yo, maldito metido.
Era Daniel.
Los estúpidos de mis primos no me dejaron estar con él ya que se la pasaron por dos horas amenazándolo y luego hablando con él al menos hasta que fue la hora de la cena y me lo llevé al otro lado de la mesa para que al fin pudiéramos hablar sin que los metidos de Jorge e Iván interrumpieran.
Lia se veía muy satisfecha con el resultado, ella amaba estas fiestas y creo que tanta felicidad no cabía en una persona, de hecho últimamente estaba de muy buen humor claro que como siempre algo tiene que salir mal y el tonto de Mateo mencionó algo sobre el trabajo de Lia de bartender allá en México y, puesto que mi tía odia ese trabajo, se comenzó una pelea sobre lo que Lia debe o no debe hacer y no lo que quiere.
Así que sigilosamente se fue de la mesa en medio de la discusión y yo le hice señas a Mateo de que fuera tras ella y me obedeció.
Cada vez el Lateo es más real.
Después de cenar mis padres y tíos se fueron a dormir y todos los que restamos en el comedor comenzamos a platicar y beber alcohol hasta el día siguiente, de hecho no dormimos esa noche, fue agradable convivir con mis primos sin que quisieran matar a mi novio.
Espera, ¿qué? Daniel de ninguna manera es mi novio.
En año nuevo fue algo de lo mismo, solo que esta vez mis padres se alcoholizaron con nosotros. Lo cuál sería raro para unos padres normales pero los míos se estaban burlando de Lia y de mí toda la noche además decidieron contar las estupideces que hacíamos de niñas.
Pero eso ya era normal en nuestra familia, es lo único que extraño de no vivir en México, ¿a quién engaño? En realidad extraño todo.
Daniel no había venido esta noche, ahora sí estaría con sus padres y aunque me costaba admitirlo lo extrañaba.
Habíamos estado juntos casi todas las vacaciones y eso ya estaba llegando a su fin.
Quien sabe que pasaría en la escuela, venía el último semestre, la graduación, admisión a la universidad, ataques de pánico, estrés, muerte y destrucción. Sin mencionar el no saber cuál era el siguiente paso en nuestra relación.
Ni siquiera sé si esto es una relación.
Me gusta y eso es innegable.