La noche se hizo eterna, por momentos parecía que dormía y llegaba por fin a destino, podía sentir bajo mis pies el terreno donde pisaba, percibir la brisa, un poco fría para esa hora de la mañana, pero de repente, la bocina de algún camión que nos cruzaba en la ruta, me regresaba al asiento del colectivo, miraba a mi derecha y mi compañero ocasional dormía.
Por un corto lapso de tiempo, observaba detalles del habitáculo, algunas luces más adelante pequeñas, otras hacia atrás de insomnes pasajeros que observaban un clásico de cine.
El ambiente tranquilo, pero casi silencioso me invitaba al sueño y aunque me resistía mis ojos se sentían cansados, intentaba mantenerlos abiertos, quizás por la ansiedad de pensar que, de estar despierto, se haría más corto el camino.
De repente sentía el bullicio de personas que hablaban, bocinas, gritos, saludos cargados de alegría, sin lugar a dudas, estaba en un terminal, casi puedo recordar algunos rostros felices y otros atentos, con su mirada buscando a alguien que aún no llegaba.
De pronto una voz que decía:
-Paramos por 10 minutos, pueden bajar, recuerden solo 10 minutos. Aún seguía en viaje
Una voz conocida preguntaba como si estuviese un poco asustado
- ¿Dónde estamos, ya llegamos?
Miré buscando un rostro para esa voz.
Era mi compañero de viaje, por fin algo logró sacarlo de ese sueño tan profundo.
-No, aún no hemos llegado, es una estación intermedia, voy a bajar a caminar un rato.
A lo cual se apresuró a responder:
-Espera, espera, te acompaño.
Bajamos con la necesidad de respirar aire más puro, caminamos por el lugar, era pequeño, pero muy colorido, como sí… Lo que allí había, no lo hubiésemos visto nuca, trabajos artesanales hechos a mano se dejaban ver a través de la vidriera de una tienda, continuamos paseando, en cada lugar, mostraba la cultura del pequeño pueblo, incluso podíamos verlo en la construcción, era como un túnel con techo de madera y pilares también de madera labrada con dibujos originarios de comunidades antiguas. A ambos lados del túnel, estaban estos pequeños locales que exhibían de todo lo que puedas imaginar, desde objetos, adornos, hasta comida típica. Hubiéramos querido recorrer aún más, pero los diez minutos pasaron demasiado rápido.
La bocina de nuestro transporte nos llamaba a reanudar el viaje, un poco sorprendidos y atónitos, caminamos hacia él para retomar el camino hacia nuestro destino.