Enfoque al Corazón

Cinco

La última vez que Olivia había visto a su padre fue después del funeral de su madre, Edgar no asistió, pero se presentó en su casa un par de horas después. Por supuesto, habían terminado discutiendo porque Olivia no le vio el sentido a que él no fuera al funeral y luego apareciera.

No había hablado con él desde entonces, continuaba furiosa y las pocas veces que él había tratado de contactarla simplemente decidió ignorarlas, igual no habían sido tantas, pues no era como si ella o su hermana realmente le importaran a ese hombre.

Tal vez por eso sentía que le hervía la sangre mientras observaba como Jenny le servía una taza de té y le sonreía bobamente, casi como si él hubiera estado presente para ellas toda la vida.

—No puedo creer que mi pequeña se vaya a casar, has crecido tan rápido —dijo Edgar, mientras agarraba la taza de té para beber un poco—. Por casualidad, ¿no tendrás alcohol?

Olivia frunció el ceño al escucharlo.

—No, papá, no he comprado —respondió Jennifer, encogiéndose de hombros—. Y me alegra mucho que pudieras venir, creí que no lo harías cuando te invité.

—¡No podría faltar a la boda de mi hija!

Dios, ¿cómo podía ser tan hipócrita? Nunca estuvo para ellas, ¿y ahora venía como si nada? Incluso las había confundido nada más llegar, pues no conocía el aspecto de sus propias hijas, a pesar de lo similares que ambas eran a él físicamente, con el mismo color de cabello, Jenny incluso tenía sus ojos verdes.

—Esto es demasiado… —murmuró Olivia, no podía ni ver a la cara a su padre sin sentir ganas de darle un puñetazo, si no lo hacía era porque simplemente, a pesar de todo, aún le guardaba algo de respeto.

Estaba arrumbada en una esquina de la sala, no quería acercarse porque sabía que no lo soportaría, pero fue entonces que él volteó a mirarla.

—Querida Livi, ¿no vas a saludar a tu padre?

Ella hizo una mueca de disgusto.

—No lo veo necesario y no me llames “Livi” —dijo fastidiada—. Sabes que nunca me ha gustado ese apodo.

—Vamos, hija, no seas así —insistió Edgar, extendiendo los brazos como si esperara recibir un abrazo, era incluso gracioso ver que la chaqueta de cuero que estaba vistiendo le quedaba un poco corta en las mangas.

Olivia no respondió, estaba ocupada pensando cuál sería el mejor insulto sarcástico de su repertorio, pero el sonido de su celular la interrumpió.

Lo sacó del bolsillo derecho de su pantalón de jean y notó que el número era desconocido, pero igual prefirió responder que tener que hablar con su padre.

—¿Bueno?

Señorita Olivia, soy Caleb, perdón por contactarte de repente, pero necesito tu ayuda.

Los ojos de Olivia se abrieron tanto que por un momento imaginó que saldrían rodando de sus cuencas y rebotarían contra el piso como dos bolitas de plástico de esas que le fascinaban al gato de su vecina.

—Oh, hola. —Se aclaró la garganta, caminando como un rayo hacia la habitación y dejando a su padre esperándola sin explicación alguna—. ¿Cómo conseguiste mi número? —preguntó tras cerrar la puerta, bajando un poco la voz, pues no quería que la escucharan hablar.

Se lo pedí a tu hermana el otro día.

¿En serio había hecho eso? ¡Y Jennifer no le dijo nada! Otra traición más a la lista después de lo de su padre… o más bien antes.

—¿Y qué es lo que necesitas de mí? —Se sentó sobre la cama para tratar de calmar un poco su respiración agitada y los latidos acelerados de su corazón, todavía recordaba que Caleb parecía haber escuchado su conversación íntima con Alex y aún no estaba segura de cuánto sabía ahora.

Dijimos que organizaríamos juntos la despedida de soltero de mi amigo y de tu hermana, ¿no? Necesito orientación sobre algunas cosas.

Durante un pequeño instante, Olivia no dijo nada. A decir verdad, no quería ver a Caleb, después de saber que él aún recordaba su grosería en la boda de su hermana y de que —probablemente— también conocía su relación pasada con Alex, le daba vergüenza sólo mirarlo.

Pero también era cierto que era la excusa perfecta para alejarse un buen rato de la presencia indeseable de su padre.

—Está bien, ¿dónde te veo? —respondió antes de que su cerebro pudiera pensar mejor las cosas.

Mientras esperaba a Caleb sentada a la mesa de una cafetería cercana al departamento de Jenny, Olivia no dejaba de pasar una y otra fotografía del álbum de su cámara digital. En todas ellas aparecía su hermana sonriendo mientras hacía los preparativos para la boda.

Parecía realmente feliz al lado de Alex.

«Amo a Jennifer, lo digo en serio». Las palabras de Alex todavía calaban en su memoria como si hubieran sido grabadas en piedra. No estaba segura si alguna vez él le dijo algo similar mientras estaban juntos, tal vez sí, pero como siempre fue alguien cerrada, probablemente sólo lo ignoró.

Sonrió cuando se encontró con el vídeo de los dos ensayando el vals.

—No puedo negar que son lindos.

Pausó el vídeo y levantó la cabeza para ver si Caleb ya estaba llegando —no quería que la volviera a tomar por sorpresa—, y sí, lo vio acercarse desde la entrada de la cafetería. Él sonrió cuando la vio y alzó la mano para saludar antes de caminar hacia su mesa y sentarse frente a ella.



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En el texto hay: comedia, romance, chick lit

Editado: 21.06.2025

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