Enfoque al Corazón

Seis

La casa de Caleb era más grande de lo que pensó, no parecía el mejor lugar para vivir solo, tenía tres dormitorios y dos baños: seguro era difícil de limpiar. Aunque, en realidad, todo relucía de limpio.

—¿Realmente vives solo en una casa tan grande? —preguntó admirada, sin poder dejar de fijarse en el bonito decorado del living o en las fotos familiares que adornaban una zona de la pared de la entrada, la mayoría de Caleb y su hermana mayor.

—Vivíamos mi hermana y yo aquí, pero ella se marchó cuando se casó —fue su explicación escueta—. No puedo negar que me siento un poco solo, he pensado en cambiarme a un sitio más pequeño, pero Linda no estaría cómoda.

Olivia arrugó el ceño al escuchar lo último.

—¿Linda? —preguntó confundida—. ¿Tu novia?

Caleb rio y caminó hacia el ventanal que daba hacia el patio, lo corrió hacia un lado y una pequeña perrita poodle de color blanco corrió a través de las cortinas, agitando su cola peluda y ladrando escandalosamente, hasta llegar a las piernas de Caleb, quien se agachó para acariciarla.

—Ella es Linda —dijo, tomando entre sus brazos a la pequeña—. Es más como una hija que una novia —bromeó.

Olivia se sintió avergonzada, pero rápidamente dejó eso de lado para acercarse a mirar con más detalle a Linda.

—¡Es preciosa! —exclamó, sus ojos brillaban de la emoción—. Adoro a los perros, la tuya es muy bonita, ¿cuántos años tiene?

La perrita se dejó acariciar la cabeza gentilmente por la mano cálida de Olivia, a leguas se notaba que era muy cariñosa.

—No estoy seguro —respondió Caleb, haciendo una mueca con la boca—. La encontré una mañana cuando sacaba la basura, estaba lloviendo y ella estaba acurrucada entre las bolsas, tenía una pata lastimada y temblaba de frío, creo que sus dueños anteriores la abandonaron y fue atropellada.

—Eso es horrible…

Con cuidado, Caleb volvió a dejarla sobre el suelo y la pequeña corrió hacia su plato de comida, que todavía tenía bastante, aunque ella era muy demandante y en lugar de ponerse a comer de inmediato, se sentó a un lado y movió la cola, como diciendo “No quiero eso que está rancio”.

—Lo sé, pero afortunadamente la encontré. —Caleb se dirigió hacia el armario donde guardaba la comida de Linda y le sirvió un poco de alimento fresco, lo que ella agradeció con un ladrido antes de ponerse a comer—. ¿Entonces te gustan los animales en general o sólo los perros?

Olivia sonreía mientras veía a la pequeña comiendo tan feliz, era demasiado adorable, parecía un peluche.

—Los gatos también me gustan, aunque ellos me odian —dijo en tono de decepción—. La última vez que intenté acariciar a uno casi me saca un ojo con sus garras.

—¡Eso debió ser feo!

—Incluso me dejó una cicatriz, mira.

Olivia acercó su mano a él para que la viera, la cicatriz de un profundo rasguño estaba marcada en su antebrazo, por debajo de la muñeca, la había recibido cuando intentó cubrirse la cara de las garras del animal.

—Tuvo que doler mucho.

Ella asintió con la cabeza, notando que nuevamente él estaba demasiado cerca, cada vez que algo así sucedía, le hacía sentir como si la gravedad de la tierra aumentara veinte veces, pero en dirección a él.

—¿Me dejas tomarle una foto a Linda? —preguntó para cambiar de tema, retrocediendo un paso.

Caleb también retrocedió.

—Por supuesto, toma las que desees.

Olivia esbozó una suave sonrisa antes de sacar su cámara del bolso, enfocándole hacia la perrita, la cual continuaba comiendo como si no hubiera mañana, haciendo a Olivia preguntarse a dónde iba a parar todo eso dentro de un cuerpo tan pequeño.

Por su parte, Caleb se apoyó contra el mueble de la cocina cruzó los brazos mientras era testigo de la “sesión fotográfica” de Linda. Olivia tenía una forma de tomar la cámara y de disparar las fotos que, sin que él pudiera entenderlo, parecían hacerla brillar.

—Mira esto. —Se acercó a Caleb para mostrarle la imagen de Linda, aunque él muchas veces le había sacado fotos, jamás había tomado una que se viera tan profesional, definitivamente había personas cuyas manos estaban bendecidas para ciertas tareas.

Así como las suyas tenían el don de la buena sazón.

—¿Quieres comer algo? —preguntó de repente, como una especie de excusa para retener a Olivia un poco más en su casa, pues tenía la leve impresión de que ella se iría pronto.

Olivia lo miró al escucharlo hablar, lo pensó un momento y finalmente asintió con la cabeza.

—¿Vas a cocinar para mí? —preguntó en tono de broma, sorprendiéndose cuando Caleb se subió las mangas de la camisa, dejando que las venas se marcaran en sus brazos.

—Por supuesto —respondió sin más.

El tiempo afuera parecía transcurrir de forma distinta con relación a lo que estaba pasando en esa casa. Olivia, siempre preocupada por la hora, se había olvidado completamente de eso o de revisar el teléfono que había dejado en modo silencioso, todo mientras bromeaba y reía junto a Caleb.

Podía sentir el aroma de la comida que él estaba preparando en la cocina, a unos metros de ella, y tenía que admitir que se le había abierto el apetito.



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En el texto hay: comedia, romance, chick lit

Editado: 21.06.2025

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