Engaños y Mentiras

|C a p i t u l o 3|

|Capitulo 3|

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— ¿Está segura de esto Adalia? — Me vuelve a preguntar Xavier, decidí darle una oportunidad, él está demasiado feliz.

No me malentiendan, lo quiere demasiado, pero el tanto como yo sabemos que no llegaremos a amarnos. No de esa forma. Eso nunca pasara. Por más que lo intentemos, la respuesta siempre será la misma.

Nunca podrás forzar sentimientos. Es algo que mi especie tiene claro.

— Estoy segura. — respondo antes de que me bese, me gusta que pida mi opinión, lastimosamente para los humanos, las mujeres no tienen voz, estamos en el siglo XVIII, en mi mundo, nosotras si tenemos voz, entre los más grandes monarcas que han existido entre los vampiros, la mayoría son mujeres.

Las mujeres han dejado maraca en el mundo desde hace siglos.

— Tengo que irme. Mi barco sale en unas horas y es urgente mi presencia en el congreso del sur. — Murmura colocando sus suaves labios sobre mi frente. — Te quiero.

— Yo también. — Sin esperar más giro sobre mis talones, mi largo y esponjado vestido rojo gira al mismo ritmo que yo, el corsé es demasiado incómodo me aprieta demasiado, no niego que luzco increíble gracias a él, mi cintura es más marcada y pequeña que sin él.

— Un año más sin ella Sebastián. — Me detengo frente al estudio de mi padre al escuchar llorar a mi madre, habla en griego, ¿Por qué? Solo habla en idiomas antiguos cuando no quiere ser entendida por nadie más que mi padre, pero para su desgracia ese idioma lo estudie el año pasado.

— ¿Crees que no la extraño, Laura? — ¿De qué hablan? Tal vez de la tía, murió hace años a manos de quien más amo, su compañero de vida. Una verdadera tragedia.

— ¿Por qué lo hizo? Esa bruja inhumana era mi amiga, mi mejor amiga, Sebastián, ella la asesinó. — se lamenta, dice algo más que no alcanzo a escuchar, pues salgo corriendo cuando escucho pasos acercarse.

¿Qué acabo de escuchar? Muevo mis cosas, intentando buscará un viejo cuaderno mágico, Madison tiene uno igual, cuando queremos comunicarnos solo basta escribir una palabra y a ella le aparecerá en su cuaderno, es lo más nuevo que salió al mercado mágico.

Escuche algo, necesito contarte, no quiero que nadie nos escuche, es mejor hablar por aquí.

No tardó mucho en obtener su respuesta. Las palabras se comienzan a pintar, borrando las que yo escribí.

También yo, la verdad, nunca fui con nadie, solo quería que ustedes dieran un paso. Son demasiado lentos.

Me molesta saberlo así, todo fue uno de sus planes, aunque no mintió, terminamos juntos, como pareja. La rabia recorre mi cuerpo, aprieto la pluma entre mi mano, provocando que esta se rompa. Me levanto y busco otra. La meto al tintero antes de escribir.

Lo voy a pasar por alto, esto de verdad es importante, padres hablaban sobre algo, me pareció extraño, demasiado, dijo que alguien la asesino, no se sobre quien se refería madre, dijo también, que su mejor amiga, la asesino, no pudo ser a mi tía, ella murió hace años a manos de su compañero.

Las palabras desaparecen en segundos, sin dejar rastro de que estuvieron allí.

Adalia, le preguntare a padre si sabe algo, ya sabes, mis padres son demasiado cercanos a los tuyos, antes y no cuentan el color de los calzones que usábamos de bebes. Ya sabes, intentaré investigar, justo ahora estoy sola, todos tuvieron que ir al congreso anual. Sabes lo molestos que se ponen los superiores si alguien falta.

Está bien, Madison, me cuentas lo que suceda, o lo que te cuenten, me debes una grande por haberme mentido.

Vamos amiga, gracias a mi tienes una relación, la que me debe una grande eres tú, cuñada.

Vamos, pero me mintió y gracias a sus mentiras tengo una relación con su hermano. Me recuesto en las almohadas, cierro los ojos durante un par de segundos y vuelvo a llenar la pluma de tinta, lista para escribir un par de palabras más.

¿Madison? Bueno, gracias, no negare que soy feliz con tu hermano, pero me sigue carcomiendo el remordimiento de saber que cuando uno encuentre a su compañero destinado el otro sufrirá, nos haremos daño.

Su respuesta es tardía, sin embargo, espero que las palabras pinten mi cuaderno con paciencia, sabiendo que tiene que estar pensando en que responder.

Nadie se come un helado pensando en que se va a acabar, de lo contrario nadie nunca comería helado, disfruta nuestro helado y deja de pensarlo tanto, rubia, pase lo que pase siempre seguiremos siendo amigos, aun cuando lo nuestro acabe.

¿Xavier? Pensé... que yo... que estaba hablando con tu hermana, esto es demasiado vergonzoso, ¿Sabes? Pero, tienes razón después de todo, tenemos que disfrutar nuestro helado, dure lo que dure.

Eso me alegra bastante, sabes que si por mi fuera tú ya estarías en el altar.

Siento algo removerse dentro de mí, asqueándome la simple idea de imaginarme con él en un altar, eso es demasiado. La repulsión llega tan rápido que me llena por completo, causándome arcadas. Quiero vomitar.

Me inclino a un cesto y vomito líquido rojo oscuro. Qué asco. Tomo un trapo blanco, limpiando mi boca. Me vuelvo a sentar en la cama.

¿Que? Esto es... no, esto no puede ser, estoy en blanco, no sé qué decirle o contestarle, y se puso incomoda la situación, esto era lo que quería evitar a toda costa, antes de poder dejar el libro en mi mesa de noche, este brilla, anunciando un nuevo mensaje.

Sabes también que eso es mentira, rubia, no me gustas para esposa, tú al igual que yo, no les haríamos eso a nuestras Almas Gemelas, solo bromeaba, pero si estoy feliz en que disfrutes nuestro helado, vamos para largo.

Aún con el estómago revuelto, camino hacia la puerta al escuchar voces. Seguido de un aroma desconocido.

— Por favor, Laura, mi hijo necesita una imagen materna, solo pido que viva contigo un tiempo, es apenas un niño, tiene 18 míseros años y aún tiene mucho que aprender de su mundo. — Súplica un hombre, su acento es italiano, por lo que deduzco que vivió ahí por un largo tiempo.




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