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Me levanto de buen humor, y a pesar de las bastantes incógnitas en mi cerebro, amanecí con el pie derecho.
Me dirijo al baño, donde cepillo rápidamente mis dientes para después tomar una lenta y relajante ducha. Salgo del baño después de unos veinte minutos, voy a mi armario a buscar mi ropa, me pongo un pantalón de mezclilla rasgado, una blusa negra manga larga y mis tenis blancos.
Salgo de mi cuarto, me inclino al barandal y salto, cuando mis pies tocan el suelo me levanto. Miro a mí alrededor, dándome cuanta que no tengo mi mochila, me inclino hacia abajo, separando un poco las piernas, preparada para saltar.
Despego mis pies del suelo, dándome impulso, segundos más tarde, me sostengo del barandal, pasando mi cuerpo sobre él. Planeó saltar de una nueva manera, ¿Tal vez con voltereta?
Me paro sobre el barandal, dejo caer mi cuerpo y tomo mis pies, dando una vuelta antes de caer de rodillas, miro mi mochila tirada a mi lado, me inclino a levantarla. Levanto mi mirada topándome con mi madre.
— Mamá. — le saludo.
— ¿Qué dijimos de saltar por toda la casa? Puedes romper algo, ¡La última vez dejaste un hoyo en el piso! Los vecinos te escucharan. — me reclama.
— Los vecinos más cercanos viven a varios minutos de distancia, ¡Lo que son bastantes kilómetros!
— No exageres, tu mejor amiga viene caminando hasta acá todos los días. Casi sin falta. Así que no es bastante la distancia que dices que hay. — la sigo hasta la cocina. Decido simplemente no discutir más, ¿Qué más da? A fin de cuentas, no rompí nada.
— ¿Y papá?
— Tuvo un viaje de negocios inesperado, confórmate con saber que está dentro del país. — Sirve un plato y lo deja en la mesa. Mi padre suele viajar mucho, buscando romper la maldición o saber si sigue en pie. Insisto que lo deje, pero no lo hace. Hay algo personal detrás de todo.
— Entonces ¿si puedo salir? — Intento ser cuidadosa con mis palabras, ella ya sabe que me invitaron a salir, pero todavía no sabe que es mi compañero quien me invito, solo le cuento la verdad a media, eso claramente no es mentir.
— Si, pero te quiero antes de las diez. — Me da una mirada de advertencia que decido ignorar, ¿Acaso sabe que voy a llegar más tarde? Ya saben, ir de caza, buscará alguna creatura sobrenatural para una pequeña pelea.
— ¿11? — Intento hacer ojos de cachorrito que mi madre vio en una revista y le dio demasiada ternura, creo que parece más que tengo indigestión y estoy expulsando todo antes que un cachorrito
— 10 y media, ni un minuto después, ¿Entendido? — ¡Ja! Gane, cuando quiero puedo ser bastante convincente.
— Si mamá, eres la mejor, te quiero. — Me mira mal como si supiera exactamente lo que pienso, rueda sus ojos.
— Me quieres cuando te conviene. — ¿Yo? Eso es mentira, me indigna que piense así de mí. Tendrá bastantes siglos más que yo, pero por favor.
— Mentirosa. — Digo y gira su cabeza rápidamente, como si dijera la peor de las cosas malas que puedo decir.
— ¿Acabas de llamarme mentirosa? — Pregunta con una ceja alzada, luciendo intimidante, sus ojos azules me miran fijamente, trago saliva y niego.
— ¿Yo? No, claro que no, yo no sería capaz de decir tal atrocidad, madre ¿Cómo puedes pensar así de mí? Me indignas, madre.
— Más te vale, adoptada. — La miro boquiabierta antes de que salga de la cocina, dejándome con la palabra en la boca.
Comienzo a almorzar, tranquilamente y después de 20 minutos me subo al auto para esperar a Karen, mi celular vibra y veo un mensaje de ella.
"Amiga del alma, no te preocupes por mí, estaré en un lugar mejor :(
Na, mentira, solo estoy algo enferma, ya te tocaba irte sola.
Besos babosos.; 3
A ver si así te enfermas"
No puedo evitar reír, le contesto del mensaje rápidamente.
"Recupérate pronto, me dejaste sola hoy, traidora:'("
Conduzco hasta la universidad, sumiéndome en el silencio del vehículo y hundiéndome en los miles de recuerdos en mi mente. En momentos así, extraño a mi mejor amiga. Es alguien que hace más ameno el silencio.
La soledad es como una droga, es adictiva. Pero, a fin de cuentas, siempre terminara acabando contigo.
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Seis horas después salgo del campus las 3 de la tarde. A mala gana, comienzo a caminar hacía casa. El sol me golpea con fuerza, al contrario de las tontas creencias humanas, este no me afecta. De hecho, cuando tengo vacaciones, voy a tomase el sol, intentando en vano que mi piel tome un poco de color.
Llego a casa con el sentimiento de que olvide algo, más no recuerdo que, miro todo lo que me rodea, en busca de algo... ¡No! ¡Olvide el coche! Virgen santísima.
Tan nerviosa estoy que olvide el coche en el campus.
Corro a toda velocidad al estacionamiento, paso al lado de personas que, al sentir una fuerte brisa de aire, giran su rostro intentando ver algo, pero cuando lo hacen, yo ya estoy lejos.
— ¿Hola? — digo en voz alta, la chica sobre el capo de mi carro se sobresalta, gira a verme, sacudiendo su corta cabellera.
— ¿Es tuyo? — Pregunta y asiento. — Yo...lo siento, estaba cansada y aquí no me daría el sol.
— No te preocupes. — Contesto dándole una sonrisa de medio lado, ella forma una sonrisa tensa.
— Yo ya me voy. — La miro retirarse a toda velocidad, pareciendo alma que lleva el diablo. Eso fue extraño
Minutos después llego a casa, arrojo mis cosas cerca de la puerta y voy a la cocina, deteniéndose en la puerta, tengo demasiada hambre, más bien, siempre tengo hambre, creo que sería capaz de comerme un elefante y todavía comería una pizza sin problemas.
Miro todo el lugar, pensando que hacer, mi mirada viaja al refrigerador, donde veo una nota, desde aquí puedo leer lo que dice, por lo que no me acerco.
"Querida adoptada, te deje comida en el refrigerador solo caliéntala en el microondas, no voy a llegar temprano no me esperes despierta, suerte en tu cita."
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Editado: 21.05.2023