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MATTHEW
Muevo mi pie de arriba abajo, nervioso, y si... ¿Se escapara por la ventana y me dejo plantado? Ella no es capaz de hacer eso ¿O sí? No lo creo, pero no es un hecho completamente descartable.
En mi campo de visión entra Diana, mi exnovia, acercándose a mí agitando su cabellera rubia de un lado a otro, decidió teñirse cuando se enteró de que tenía una cierta fijación por una chica rubia.
La miro con rabia acumulada, aprieto los puños a mis costados, recordando cada sentimiento agrio que causó, como decidió pasar de mi sin pudor alguno y después fingir que nada paso. Camina sin titubear hasta quedar frente a mí, mirándome con sus grandes y brillantes ojos avellanas, siempre había algo diferente en ellos, a pesar de todo esta no es la excepción. Sus ojos brillan y parecieran resplandecer bajo la tenue luz de la luna.
Para dar un breve resumen, la terminé porque descubrí que me engañaba con mi amigo y ella odia el hecho de que me interesé en alguien más y continuo con mi vida.
— Déjame explicarte Matt todo fue un mal entendido. — murmura con su tono de voz chillón que en algún momento llegue a adorar, pero ahora, de verdad que la odio, me desespera demasiado. Llegué a querer a esta chica, sí, claro que lo hice en su momento, pero a pesar de eso, la rubia estaba allí, presente de una u otra forma, llamando mi atención al pasar.
— No necesito explicaciones. — respondo con un tono tan tosco y hostil que la hace sobresaltarse, sonríe de lado y se acerca unos cuantos pasos, me paro de la banca y la miro fijamente durante algunos segundos. El deseo de lastimar y causar daño me llena por completo, lo reprimo como siempre lo he hecho.
— Matthew, cariño yo no lo quiero, yo te quiero a ti. Entiende que a ti es a quien amo ¿Puedes hacer el intento de entenderme? Amo ver como tus ojos se oscurecen. — intenta tocar mi hombro, pero me aparto. — Como se tornan oscuros, te hacen ver... diferente.
Si supiera que eso ocurre cuando un sentimiento desconocido me llena por completo y todo se vuelve caos dentro de mí.
— Fingiré que te creo. — respondo con un ademán, se le ve molesta, baja su mano con lentitud, formándola puño.
— Matt entiende de una buena vez que yo te sigo amando y aún con más intensidad que antes, volvamos a intentarlo y aléjate de esa abominación, no hará más que arruinar todo por lo que hemos trabajado. — dice con asco, una oleada de ira me recorre el cuerpo, no sé de dónde proviene tanto enojo, tanto coraje.
— Vuelves a hablar así de ella y juro que me encargaré de verte sufrir. — amenazó entre dientes, sorprendiéndome a mí mismo por mis palabras, me mira asustada por unos segundos, pero no desiste, lo único que hace es acercarse un poco más, levanta una de sus manos hasta pasarla en mi rostro, inclinándolo de manera que miro fijamente sus ojos avellanos.
Una pequeña parte de mí, surge desde las profundidades, provocando una terrible atracción hacía ella, a pesar de lo que hizo. En algún momento fue alguien importante para mí y eso no es fácil de olvidar.
Por más que intento moverme no puedo, las emociones negativas me consumen llevándome al abismo, haciendo contraste con la atracción que surgió de la nada, logrando una fusión destructiva y peligrosa. Hipnotizantes y atrayente, pero, sobre todo, explosiva e inestable.
No logro sacar sus ojos de mi mente y eso me vuelve loco, la avellana pareciera estar en todos lados. No aparto mi mirada de la suya, logrando que mi mente entre en un estado congelado, donde no puedo procesar nada más que no sea ella.
— Solo estas algo confundido Matt y yo, tengo la solución a ti. —dice antes de murmurar algo que no logro entender y mi forma de ver todo da un giro brusco, me siento anonado y atontado.
Ella sonríe por algo que no logro procesar, de un momento a otro siento sus labios sobre los míos y, se siente increíble, como tocar el cielo de lleno y no con las puntas de los dedos.
No soy consciente de nada más que no sea el nosotros, nos miramos a los ojos por bastante tiempo, no sé si pasan minutos, segundos, horas o días hasta que algo o alguien interrumpen el momento.
— Matthew... — No me separó de Diana al instante, después de unos largos segundos lo hago, me giro, mostrando mi desagrado con ella, se le ocurre molestarme, ¿Acaso no ve que estoy con la persona que amo?
— ¿Qué quieres? — Contesto de mala manera, sus ojos azules me miran decepcionados y heridos antes de recomponerse y volver a tomar una postura indiferente. Casi puedo sentir pena por ella, olvide que era mi cita de hoy.
— Nada. — murmura y veo sus ojos oscurecerse demasiado, podría jurar que los vi rojos por al menos unos pocos segundos, sigo su mirada y la encuentro en Diana, la está mirando mal, entorno mis ojos a la rubia.
— Vuelves a mirarla así y los cuervos te sacarán los ojos. — Su mirada se posa en mí, y cuando le regreso la mirada, lo único que puedo ver es una completa oscuridad, son como dos pozos negros, en los que te pierdes y te matan, de un momento a otro comienza el aire comienza a golpearon con fuerza. Giro hacía Diana, su cabello se agita con fuerza, enmarañándose, posó mi mirada en la chica del frente, que me mira expectante.
ADALIA
El impulso de darles una buena golpiza recorre mi sistema, logrando que baje de mi sistema la sangre que acabo de consumir, ansiado mucha más, con estos dos me podría dar un festín.
— Matthew. — No se separa de ella, no inmediatamente, tarda unos segundos en girarse y me mira como sí yo le molestara, ¡Vamos Matthew, soy tu maldita alma gemela!
Claramente no lo sabes porque eres un humano y creo que así está mucho mejor, a olvidarme de ti, ahora estoy a tiempo, un día más y no querría hacerlo. Pero el poder y querer son cosas muy distintas.
El enojo se apodera de mi cuerpo, esparciéndose a través de grandes oleadas de ira que recorren mi cuerpo entero. Las ganas de sacarle las tripas a esa arpía y tomarme cada gota de su sangre recorren mi mente, tentándome.
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Editado: 21.05.2023