Engaños y Mentiras

|C a p i t u l o 9|

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Me encuentro recostada boca arriba en mi cama, terminando de procesando las cosas que no sabía o pasaba por alto, pensando que ignorar las desaparecería. Sé que tendré que elegir, no conozco a mi mate y no creo conocerla pronto, siento que es mejor así, no estaría lista para rechazarlo, o rechazar a alguien, en realidad.

Matthew es mi debilidad y al mismo tiempo, lo que me motiva a seguir en el campo de batalla, a mi parecer eso ya había quedado en claro, sería capaz de derrotar millones de demonios por él, pero caería si algo le pasa, que irónico, alguien puede ser mí el centro de mi fuerza y lo que es capaz de destruirla.

No me gusta eso, en lo absoluto, pero supongo que tendré que acostumbrarme a la sensación. Estoy segura de que a nadie le gustaría estar en la posición en la que estuve, explotando mi potencial para salvarnos el pellejo. Fue agotador, me sentía renovada después de ir a no-sé-exactamente-que-lugar.

Y con lo que paso simplemente volví a decaer un poco. Había sobrepasado mis límites, si algo tengo en claro que nunca lo había hecho de esa forma. Tengo que volver a entrenar y con incluso más intensidad que antes.

Al final decido levantarme de le cama y hacer algo productivo en mi día, sí, iré a entrenar, reviso entre los contactos y busco el número del encargado del lugar, hace años que no voy, pero seguro vale la pena.

—Soy Adalia Baxtter, ¿Me recuerdas? — es lo primero que digo cuando contesta, suelta un bufido al otro lado de la línea.

— La chica que no volvió cuando la derrotaron. — se burla, aprieto los dientes y respondo con una tranquilidad muy fingida.

— Sí, la chica que se fue cuando la derrotaron, la misma. — gesticulo, ganándome una buena carcajada de su parte, sigue teniendo el mismo humor.

—Recuerdo que eras muy buena en la lucha cuerpo a cuerpo, siempre dabas pelea, incluso cuando aún no tenías tus... nuevas habilidades. Supongo no llamas solo para que te diga lo buena que eras luchando o para saludar a un viejo amigo, ¿Qué es lo que necesitas?

— ¿Todavía hay cupo?

—No, no lo ha, pero podría hacer una pequeñísima excepción por ti, ¿Qué opinas? — propone.

—Y sé que eso no será algo gratis ¿Qué es lo que necesitas que te consiga, Randall?

—Culpable. —admite— Una de esas pociones que hacía tu madre para sacarte la verdad, ¿Puedes conseguirla?

—Claro. Iré hoy después de conseguirla, ¿En el mismo lugar?

—El mismo lugar, Baxtter. Más te vale no decepcionarme. — dice antes de colgar, buso a mi madre por toda la casa, encontrándola en su pequeña oficina, la cual está repleta de frascos con contenidos desconocidos para mí.

—Mamá...

—No.

—Pero...

—No.

—Necesito volver a entrenar. — le digo, suspira quitándose los lentes que suele usar para hacer pociones, suelen lastimarle los ojos todas esas mezclas de plantas.

—Y yo necesito terminar este encargo. —repone. — ¿Qué es lo que necesitas?

—Una poción para sacar la verdad.

—Están en el rincón de tu izquierda, en la parte inferior. Por favor haz que no me arrepienta de esto, Adalia. — cede mirándome a los ojos. — Ve a entrenar y no abandones a la primera que esas pociones son complicadas de hacer.

—Te haré sentir orgullosa. — seguro con una sonrisa.

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— ¡A tu derecha! — grita, me muevo a la izquierda, esquivando por los pelos una ráfaga de fuego dirigida hacia mí, miro mis pocos cabellos chamuscados antes de mirar con rabia a mi contrincante.

Intento hacer lo mismo que hice con los demonios, después de varios intentos, una bola de luz enorme sale disparada hacía ella, mandándola por los aires y haber hecho eso me deja agotada.

Respiro con dificultad varias veces hasta que logro recomponer mi respiración.

Antes de caer al suelo, hace uso del viento y se estabiliza para caer sobre sus pies, una rama con fuego me golpea en el muslo, chillo al sentirla contra mi piel. Una oleada de calor me recorre el cuerpo.

Elevó las manos, creando uno de esos campos de fuerza, alejando el fuego de mi cuerpo, manteniéndolo detrás de la barrera, empujándola hacía él, eso logra desestabilizarla, aprovecho para atacar, intentando no usar los elementos de la naturaleza, terminara usándolos en mi contra.

Haciendo uso de lo que me queda de fuerza, camino empujando la barrera, la cual con cada paso que doy, se mueve en su dirección, aprisionándola, la presiona contra una pared, haciendo presión ahí, evitando que pueda atacarme y el aire entre a su sistema.

—Ganaste. — murmura y lo suelto, intenta recomponerse, jalando bocanadas grandes de aire hacía sus pulmones.

— Tu sangre. — le recuerdo. Suelta un quejido antes de que el entrenador llegue con un vaso de plástico y un pequeño cuchillo, corta su palma, dejando caer sangre en él. Este es el premio al ganador, la sangre del otro, más poder. — Gracias.

Aunque no te de habilidades permanentes, la cantidad de sangre que se le da al ganador es suficiente para proporcionarle unos días con la habilidad de la persona que perdió.

Tomo el contenido en poco tiempo, sintiendo más energía en mi sistema, manejar el agua siempre se me dio fatal por mi falta de energía, tal vez y ahora pueda mejorar en el control de dicho elemento.

— ¡Siguiente! — una chica baja de piel oscura se planta frente a mí, mirándome con una sonrisa tierna, oh no. Esta chica me venció y me dejo en ridículo, no porque me venció, sino porque aun cuando me rendí continúo. No le di mi sangre, ella no había jugado limpiamente. — Ahora.

Intentando irme por algo nuevo, uso la tierra bajo mis pies para robar su energía, no sus habilidades, solo un poco de energía. Sus ojos se apagan por un segundo, antes de lanzarme un rayo de oscuridad que cuando hace contacto con mi piel, la pudre.




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