Engaños y Mentiras

|C a p i t u l o 15|

|Capitulo 15|

Lydia.

Lydia.

Lydia.

Lydia...

Nada.

No puedo encontrar nada sobre esa chica, no la recuerdo y no sé si eso es malo o bueno. Porque llegue a la conclusión de que yo había conocido a alguien con ese nombre, y esa persona fue importante para mí, mucho.

No encuentro otra solución a la incógnita, aunque mi respuesta no es tan acertada, porque falta un montón de información de por medio.

Entonces, ¿Qué puedo hacer para descubrirlo?

Ni idea.

Pero de una u otra forma lo descubriré, pero ahora...

Sonrió a mi reflejo, satisfecha con el resultado.

Mi cabello oscuro luce revuelto y algo despeinado, pero así es la forma que quería darle, o eso decía el tutorial, pero sin importar si era así o no, me gusta.

La trenza desemboca en un moño en la zona baja de la cabeza, y dos mechones ondulados caen a los lados de mi rostro.

La corona luce muy bien en mi cabeza, asiendo juego con el vestido esponjado, haciendo alusión a la realeza en la antigüedad, me gusta como el color rojo sienta conmigo y el vestido. El cual posee un corsé visible en la parte de la cintura.

Termino de aplicar la máscara de pestañas, y doy una vuelta frente al espejo, admirándome.

Un Dèjà Vú me ataca.

Sonreía frente al espejo, luciendo un hermoso vestido carmín, con una enorme corona sobre mi cabeza, había una mano sobre mi cintura y yo lucia cómoda, antes de poder ver el rostro del sujeto, ya había vuelto a la normalidad.

Boda en la villa.

Celebración en grande.

Doy un paso atrás, jadeando por la sorpresa.

Seguro no es nada.

Solo una invención mía.

Me alejo del espejo, buscando mi celular y bolso, una vez los encuentro, no demoro en bajar, mi madre me mira con una ceja alzada, mi padre me da una sola mirada antes de volver la vista a su periódico.

—Alguien podría recordarme en que año estamos. —pide papa.

—2020. —responde mi madre, sin dejar de mirarme, ruedo los ojos.

—Según la época victoriana termino hace algunos siglos. ¿Podrías decirme la razón de tu vestuario?

—Una fiesta de disfraces. —explico. —Encontré este vestido en el sótano, fue de mama hace algunos pocos años. Así me ahorre horas buscando un ridículo disfraz.

—Si por algunos pocos años te refieres a algunos siglos. —expone mi madre, encogiéndose de hombros. —Me pregunto cómo esa cosa se mantiene intacto.

—Ni que lo digas, tenía algunos agujeros en la tela, pero nada que no se pueda solucionar. —manifiesto, mostrando la tela agujerada en una parte del vestido.

—Parecerás vagabunda. —y es mi turno de rodar los ojos.

—No, la fiesta es con temática libre, normalmente se busca aterrorizar a las personas, pero sin perder el estilo. —expongo. —Además, aún le falta añadir la sangre.

— ¿Desperdiciaras sangre en un disfraz? —inquiere el hombre.

—Sangre falsa. —añado. —Karen la aplicara en su casa, así que debo de irme ya para que nos alcance el tiempo, los veo más tarde familia.

—Sigo creyendo que parecerás vagabunda. En mis tiempos en las fiestas de disfraces se llevaban vestidos de gala y no vestidos dañados. —comienza a relatar. —Además eran fiestas de alta clase...

—Ya vete cariño, un segundo más aquí y llegaras aún más tarde. —dice mi madre.

—Hasta pronto.

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— ¿Cómo luzco?

—Como una princesa vampiro, es increíble que te ahorres comprar colmillos falsos y suplentes en estos disfraces, ¿Desde cuándo lo haces? —inquiere.

—En cada fiesta de disfraces que había. —murmuro.

—Ahora entiendo porque siempre usabas disfraces de vampiro o lobo. —reflexiona. —Aunque dejo de ser impactante cuando pasó de moda.

—No he pasado de moda, Karen, créeme, apenas estoy comenzando a brillar.

—Eso no lo dudo, Adalia. Tus pones en alto tu nombre, sin importar en que sea. En fin, ahora creo que debí de vestirme de diablo en vez de caperucita roja.

— ¡Pero si te sienta genial! —exclamo.

— ¿Verdad que sí? Pero no es porque me quede mal, sino porque ahora siento que no convino mucho contigo, como lo habíamos acordado.

—No te preocupes por eso, mientras nos divertimos todo está bien y como ya dije, te ves hermosa. —sonríe aliviada, le tiendo la mano y la toma, cuidando de no mancharse de sangre y esparcirla.

Al llegar al lugar de la fiesta, somos conscientes de la enorme cantidad de personas que asistieron, hago una mueca al sentir el aire oloroso a sudor, pegamento de látex, sangre falsa y a alcohol. Hago una mueca al atravesar la puerta, el olor es casi insoportable.

Intento recomponerme cuando la castaña me dedica una mirada.

— ¿Estas bien?

—Si. —miento en seguida, me guía entre las personas hasta un pasillo casi vació, que desembarca en una enorme puerta de madera, que es custodiada por dos guardias. — ¿Que hacemos aquí? La fiesta está al otro lado del pasillo.

—Conseguí entradas a la fiesta VIP, ¿Creías que íbamos a estar de aquel lado con esos apestosos olores? Si yo los siento fuertes, no me imagino tú, pero no, no iba a dejar que pasaras una tortura. Así que vamos, la fiesta apenas empieza.

Caminamos hasta la puerta, donde un hombre robusto nos bloquea el paso, mirándonos desde arriba, como si fuera superior.

— ¿A dónde creen que van? — pregunta, mi mejor amiga le regala una mirada de desafió, elevando el mentón, dándole a entender que su presencia no la intimida.

—Vengo de parte de Xavier Reynolds. —me quedo boquiabierta, mirándola, a lo que ella me ignora, abriéndose paso, no me queda de otra más que seguirla cuando la puerta es abierta para nosotras.

El cambio de ambiente es claro, la música es mucho más suave y las personas beben vino, no alcohol barato, todos lucen trajes impecables, y no me cabe duda de en qué sección estamos.




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