Engaños y Mentiras

|C a p i t u l o 21|

|Capitulo 21|

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Lydia.

Ahora lo entiendo.

Todo.

No hay cosa que no recuerde ahora. Mis recuerdos fueron liberados, tengo acceso a cada uno de ellos y las ganas de lanzarme a llorar no me abandonan.

Yo los amaba, más que a mi vida.

Eran mis hermanos.

Ahora... ahora son mis enemigos.

—Kendall...

—Shh. —me hace guardar silencio, luciendo peor que antes. —Te ves bien. —comenta, no puedo evitar reír. —Es enserio, te ves bien, a pesar de todo, claro. ¿Por qué no lo note antes? Eres muy bonita.

—No sigas. —suplico en un hilo de voz. —No podré hacerlo, no si sigues diciendo cosas así. Me hacen tener esperanza. —admito.

— ¿En qué?

—En nosotros. —sonríe con pesadez, haciendo que sus ojos brillen. —En una realidad donde tú existas y no seas un producto de mi mente, donde seamos felices.

—Tendrás que buscarme entre los millones de personas, en los mundos, en cada realidad. Pero cuando me encuentres, estaré dispuesto a una vida juntos. —dice, mi corazón se aprieta al imaginarnos juntos.

—Cumpliremos cada promesa, y seremos tú y yo contra el mundo.

—Así será. —asegura, sonrío complacida y mucho más tranquila.

Estaré bien.

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—El plan. —exige nuevamente, niego con la cabeza.

—No lo sé.

—Lo sabes, sé que lo haces. —afirma, vuelvo a negar.

—No hay ningún plan. —reitero, cansada. —Puedes preguntarme todo el día, pero mi respuesta va a seguir siendo la misma, no lo sé.

—Vas a morir. —canturrea. —Junto a tu hermana.

—Xavier, ya te lo dije, no conozco el bendito plan, ¿Crees que tuve tiempo a comunicarme con ella? He estado encerrada aquí por años, hace unos días conozco la verdad, así que si quieres saber algo, sabes a quien preguntarle. —concluyó.

—Tu hermana dijo que... mintió. Tú no sabes el plan, pero ella sí. —comienza a hilar. —Ella nos mintió. No sabes nada.

— ¡Tenemos un ganador! —me burló. —Son muy inteligentes, ¿Lo sabes no? Tienes casi un día aquí. Mientras ella hace no sé qué allá, planeando.

—No le daría tiempo a nada.

—Puedes destruir el imperio en un día. —comento.

—Sí, pero allá solo han pasado unas horas, el tiempo no funciona igual. —me hace saber como si fuera obvio.

— ¿Le estas dando más tiempo? En vez de ir por ella estás hablando conmigo, supongo que me estas protegiendo, ¿No? De tu hermana.

—No te estoy protegiendo. —dice, pero no suena convencido de ello. —Yo te odio. Te juro que te odio.

— ¿Enserio? Yo podría apostar que me adoras, Bubba. —digo su tonto apodo, podía apostar que hubiera sonreído en otra situación, pero en esta, sus ojos se prenden en llamas.

—Ahora te sientes mal, te sientes triste, te sientes confundida, furiosa y temerosa. ¿Sabes por qué? Por qué yo quiero que lo sientas... —dice.

—Tu don...

—Así es, mi don. Ese que me hace controlar sentimientos.

«Esté lugar esta por estallar» Avisa mi sombra, Nahira se escucha emocionada, casi feliz.

No me da tiempo a responder cuando ocurre.

Toma el control, pero no por completo. Me deja decidir si lo que hace me gusta o no, hacer mis propias acciones.

— ¿Qué...?

«Estamos fusionando nuestros espíritus, nuestras almas, ahora seremos una, no más de arrebatarle el control a la otra, ambas lo tendremos».

No.

No me dejes sola. Le pido, cuando empiezo a sentir la fusión.

Todo a nuestro alrededor se ilumina, antes de oscurecerse abruptamente, estoy segura de que mis ojos brillan en un rojo oscuro, se está mezclando a mí.

Las luces vuelven a prenderse, dejándome ver todo a mí alrededor, permitiendo que vea mi piel grisácea, sin vida.

«No estarás sola, no lo olvides, somos una». Me recuerda.

Pero esto aún no termina, no duele, pero es molesto, es algo que va más allá del dolor físico, es algo espiritual.

Las almas están divididas, tu alma gemela es un complemento de tu alma, mi alma está siendo complementada con la de Nahira, pero aún estoy vacía, me falta una parte.

Entonces lo somos, nos volvemos una, y sin tener la más mínima idea de lo que hago, dejo salir la oscuridad, las sombras.

Dejo que todo se arremoline a mí alrededor, haciendo que todo vuele en pedazos.

La casa, la misma en la que viví miles de cosas, —las cuales terminaron siendo falsas— está hecha pedazos, sin detenerme a mirar nada, sin detenerme a analizar, tomo a Kendall en mis brazos y comienzo a correr.

Corro por mi vida, por la de mi hermana y mi futuro incierto, por esperar una vida junto al amor de mi vida, un amor inexistente.

Pero un amor en el que creo.

No los escucho tras de mí, pero a pesar de eso, aprieto el paso, duplicando mi velocidad, queriendo llegar a la barrera.

—Casi llegamos, voy a lograrlo. —le digo, no hace más que mirarme, lo cual tomo como una afirmación.

Mis pies se enredan y ambos caemos al piso, lo escucho quejarse y me apresuro a ir hasta él.

—Kendall... lo siento, oh, dioses.

—Hazlo ahora. —asiento con la cabeza.

Pongo mis manos en el suelo y comienzo a absorber energía; la maleza y plantas van muriendo de poco a poco, todo a mi alrededor comienza a morir, excepto él. Aún no.

Me atrevo a ir más profundo, localizando su energía y extrayéndola, aprovechando mi conexión con este mundo, con su energía.

Me vuelvo más fuerte, me siento más despierta, más poderosa; más viva.

Siento como él se van debilitando y como se aproxima a nosotros.

Vuelvo a levantar a Kendall, comenzando a correr nuevamente, él está cada vez más cerca.

La presencia de la barrera se hace más palpable, cada vez más cercana.

Una explosión nos hace caer, le indico al moreno no moverse, a lo cual obedece, me muevo con rapidez, siendo sigilosa.




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