Me cansé… Me cansé de luchar por tenerte, de forzar un destino que claramente no quería alinearse con el mío. Me esforcé por hacer que lo nuestro durara, por mantener viva una llama que parecía apagarse cada vez que tú decidías alejarte un poco más. Busqué una salida, una solución, una esperanza, como quien busca una diminuta aguja en un pajar infinito. La busqué con ansiedad, con dolor, con fe ciega. La busqué de todas las formas posibles: haciéndome el ciego para no ver tus desprecios, haciéndome el loco para justificar tus ausencias, haciéndome el fuerte para no llorar, haciéndome el tonto para no aceptar la verdad.
Pero ya está. Me cansé. Me rendí. He decidido soltarte. Dejarte ir. Soltarte como se suelta un pequeño barco de papel, frágil y tembloroso, en medio del mar inmenso, sabiendo que probablemente se hunda o se pierda, pero entendiendo que ya no es mío retenerlo. Intentaré sacarte de mí, aunque sé que no será fácil. Porque arrancarte del alma no es como olvidar una canción o borrar un número de teléfono. No. Es más complicado. Es más doloroso.
Llevar una sonrisa falsa pesa. Es agotador. Sonreír mientras por dentro te vas rompiendo poco a poco es una forma lenta de desaparecer. Es curioso cómo uno puede ir muriendo emocionalmente, cómo puede ir apagando sus sentimientos, simplemente por haberse enamorado de alguien que nunca estuvo realmente allí. Es como un suicidio del alma, silencioso, sin sangre, sin gritos… solo una lenta desconexión.
Y cuando todo comienza a salir mal, cuando el mundo se vuelve gris, la risa se convierte en un disfraz. Reír para que nadie note el vacío. Reír para no tener que dar explicaciones. Reír para no estallar en llanto frente a los demás. Y entonces empiezas a pensar que el amor no existe, que quizás fue solo una invención para llenar vacíos, una ilusión que vendieron como eterna, pero que en la realidad no dura más que un suspiro.
Pero a pesar de todo… aquí estoy. Aprendiendo a soltar, a reconstruirme, a respirar sin ti. Tal vez el amor no era lo que creí, o tal vez simplemente no eras tú. Pero seguiré, aunque cueste. Porque merezco paz. Porque merezco algo real.