Los días pasaron, con el detalle de una difícil adaptación entré ambos, compartir casa después de vivir solos por una larga temporada fue un reto, pero la más afectada por el cambió fue Lina, dormir cada noche que pasaba en su nueva casa era una odisea. Su cuerpo no se había acostumbrado al nuevo entorno, era raro levantarse temprano, preparar el desayuno y almuerzo para dos personas con gustos muy diferentes, tender dos tipos de ropas diferentes, convivir en el mismo espacio sin saltar del susto por un movimiento de Carlos y sus acercamientos. Al no estar adaptada su cuerpo se había convertido en un cúmulo de estrés andante, al nivel de recurrir a la cafeína para realizar sus tareas del día a día.
El apartamento se encontraba sumido en silencio, hoy tenía parte del día libre debido a que estaba Postguardia, Carlos desde temprano fue a trabajar al negocio de su familia y de caminó ingresará al hospital para su turno de la tarde y cubrir un servicio nocturno por la licencia de un compañero. En la actualidad no disponía de ninguna actividad que hacer, había realizado la limpieza, preparado el almuerzo y no eran ni las dos de la tarde.
—Iré a dormir—con esa idea en mente se aseguró de cerrar todo muy bien, empacó algo del almuerzo para que Carlos comiera cuando llegara al otro día, en compañía de varios Brownies.
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Los párpados le pesaban al igual que su cuerpo, el fuerte olor a alcohol lo tenía algo incómodo. La fuerte luz no le permitía abrir los ojos, sentía una presión muy incómoda en uno de sus miembros superiores a nivel codo, cuando le fue posible adaptar su vista notó que estaba en una cama con una vía intravenosa en su brazo derecho, no portaba su uniforme y su esposa lo miraba sentada en una silla a su izquierda, en sus ojos había una mezcla de incomodidad y molestia.
—¿Qué pasó?—preguntó Carlos.
—Te desmayaste— respondió Lina.
—Ya veo— susurró cerrando sus ojos por un momento, se sentía mareado—Me gustaría saber porque me miras con ganas de matarme—
—Tienes anemia— dijo Lina— Acaso tiras mis comida a la basura o se la hechas a los perros ¿Por qué no mencionaste que estabas tan enfermo?— preguntó.
—Porque no lo sabía—respondió— Pensé que mis mareos era por falta de sueño y los otros síntomas por el estrés del trabajo, además no me gusta la mayoría de las cosas que preparas— dijo Carlos— No sabía que mi padre, mi primo y trabajadores sean perros—
—El Doctor Cáceres te ordenó unos días de reposo y suplementos—explicó la joven mujer con los brazos cruzados— Tu les llamaste perros no yo, en verdad eres ridículo—
—¿Qué haces aquí? Es tú día libre—preguntó Carlos, ignorando el último comentario de su esposa.
—Tenías en números de emergencia el mío registrado como tu esposa, me llamaron y vine— Carlos miró a su esposa.
—Entiendo, Lina ¿Quién me cambió de ropa?— preguntó dudoso, odiaba que lo tocaran.
—Fui yo— simplemente respondió a la pregunta.
—Dios mio mujer me viste desnudó— fingió falsa sorpresa—Profanaste mi santuario— las miradas y gestos exagerados hechos por Carlos causó risas en su esposa, una pequeña, pero suficiente.
—Cuando te sientas mal, no dudes en decírmelo, por favor evitame éstos sustos — susurró Lina.
—Vale Doctora Contreras. Espero que esas sabias y reflexivas palabras se adapten para usted también— con cuidado agarró su mano.
—El que tiene problemas de comunicación conmigo eres tú, me exiges demasiado Colón, podríamos irnos ya, estas despierto— dijo Lina.
—No creo estar en condiciones para conducir— expresó mirando el techo, todo giraba a su alrededor.
—Yo puedo hacerlo, solo debes decirme donde está Pandora— el comentario sentó de repente a Carlos en su cama—Despacio hombre— Lina lo atrapó antes que cayera al piso.
—No vas conducir mi vehículo—dijo Carlos.
—Entiendo, pediré un taxi— salió del pequeño espacio para buscar a una enfermera y de camino al Doctor para autorizar el alta de su insufrible esposo.
—No quiero a Pandora aquí— pensó por un momento, dejar su vehículo en el hospital no era posible, recogerla sería una odisea, no tenía efectivo para tomar un taxi al día siguiente, si encontraba dinero en su habitación sería el suficiente para ir en el transporte público— Colón es momento de poner el orgullo y el miedo a un lado— a su cabeza llegaron los pequeños flashes del casi infarto que sufrió al dejar a Nicole conducir a su bebé, estuvieron a poco de chocar un muro, en sus pensamientos solo llegaron los ceros de la factura del mecánico.
—Ya nos podemos ir, me autorizaron quitarte la vía intravenosa — dijo Lina entrando al espacio cubierto por cortinas—¿Qué te pasa?— preguntó ante la cara tan seria que tenía Carlos.
—Nada, solo recuerdo la razón por lo cual no permito que mis novias estén al mando de mi bebé— respondió regresando a la realidad— Pero en estos momentos no tengo otra opción que darte el control, no se si mañana estaré en condiciones de venir y no quiero molestar a mi hermano cuando tiene tanto trabajo— explicó Carlos ante la sorprendida mirada de su esposa.
—Como digas— dijo dudosa— El brazo— pidió mientras se colocaba unos guantes— Listo— colocó una pequeña bandita redonda en su brazo tras retirar la aguja.
Editado: 21.02.2025