Su mirada se mantenía fija sobre el rostro de su esposo, era lo único que podía hacer estando en sus brazos, habían salido a la terraza, por un momento la doctora pensó que la dejaría en una de las sillas, pero su trayectoria cambió al otro extremo, con unos de sus pies abrió la puerta de una patada, Lina sabía que nada bueno saldría de esa forma tan poco convencional de abrir una puerta, al entrar notó que era una pequeña habitación de paredes blancas, una cama, uno que otro mueble y con otra puerta de color blanco que podría ser un baño o una salida al pasillo.
Despacio depositó el cuerpo femenino sobre la cama, la posición de alerta que esta tomó no pasó desapercibida por él. El aire campestre entraba por la puerta moviendo las cortinas de las ventanas cerradas, Carlos fijo su mirada en Lina, estaba muy tensa mirandolo, en el fondo de su ser quería ver y percibir esa misma paz que vio hace unos minutos con el idiota ése, no podía negarlo estaba hirviendo de los celos, no por ver a su ex en compañía de otro, más bien apreciar como su esposa prefería la seguridad de otros brazos que los suyos.
—Lo odio— soltó de repente.
—¿A quién?—
—Al tal Gregorio—respondió.
—Estás celoso por verlo con tu ex— dijo Lina sin abandonar la posición que tenía.
—Nicole ya no es mi prioridad, me molestó verlos a ustedes juntos— se giró de manera brusca, tomó una de las muñecas de Lina y la levantó, quedando ambos cara a cara—¿Qué tiene él que no tenga yo?— preguntó seriamente— No, me expresé mal ¿Qué tienen todos los demás que no tenga yo? Dime aunque sea una maldita razón— dijo exasperado.
—No confío en ti — respondió— Haces cosas sin sentido como estás,como puedo confiar en alguien que tiene arranques como el del día que nos casamos y el de hace unos minutos, piensa en cómo me trajiste a este lugar y como abriste esa puerta— explicó
—¿En verdad no confías en mí?— preguntó soltando la muñeca femenina.
—Ya te dije que no— respondió Lina intentando levantarse—He notado que no eres de los que gusta el rechazó—
—Nunca te haría daño, amiga la secuestre para que se casará conmigo, te di mi apellido, siempre te he respetado y lo seguiré haciendo hasta que mi vida terminé— dijo Carlos— No soy un cavernícola— Lina levantó la mano.
—Los cavernícolas cargaban a sus esposas sin su permiso, como haces tú— comentó desviando su rostro cubierto por un fuerte color carmín, la última frase que Carlos había dicho la llenó de vergüenza.
—Tienes razón— comentó— Sin salir del tema, no quiero que me tengas miedo, quiero ser tu primera opción, entré todos los demás,me gustaría que cuando haga esto— estiró una de sus manos en dirección hacía su esposa, pero ella se apartó, su mano se posó en cuello de esta, bajo su palma sintió el pulso acelerado, sus músculos tensarse— A esto me refiero, te asustas cuando me acerco y todo tu cuerpo se tensa, no quiero que me tengas miedo— apartó la mano.
—No te tengo miedo Carlos, simplemente no te deseo como te gustaría que lo hiciera,no puedes pensar que en unos meses olvidaré a mi ex, esto no es fácil para mí, abrirte las piernas sería sencillo, dejar que hagas lo quieras mientras me quedo quieta y cuando esté harta de tenerte encima de mí llamarte por el nombre de otro, para que dejes en paz o me hagas daño ¿Eso quieres? — dijo Lina.
—Demonios eso duele— cubrió su cara con sus dos manos— ¿Qué fue lo que me hiciste?— bajo sus manos y la miró molestó.
—Nada— susurró lentamente Lina.
—En ocasiones me preguntó como me fijé en ti, en verdad no recuerdo que habláramos tanto, aunque siempre vivía viéndote— Carlos empezó a caminar de un lado a otro.
—Hace un tiempo tenía esas dudas, pero a diferencia de ti, yo dejé ir el sentimiento, necesito que respondas algo— Carlos le hizo señas para que proseguirá— ¿Serías capaz de tenerme por la fuerza si al finalizar el tiempo que acordamos no te cumplo?— preguntó.
—No— respondió mirándola— Me crees capaz de forzar a una mujer en contra de su voluntad— una risa nerviosa se escapó de su labios— ¡No soy un monstruo como me pintas! ¡Cómo crees que le haría algo tan aberrante a la mujer que amo!— gritó a todo pulmón.
—Perdóname— se disculpó.
—Espero poder recuperar lo que sentías por mi, antes que este enlace temporal acabé. Gracias por cuidar de mi cuñada— dijo Carlos cambiando de tema.
—De nada, para mi siempre es un placer ayudar a las futuras madres a traer a sus hijos al mundo— dijo Lina haciendo lo mismo.
—¿Puedes levantarte?— preguntó Carlos al notar que en algún momento de su charla dejó de intentar levantarse.
—Creó que sí— respondió intentando levantarse, pero regresó a su posición inicial— Esto es raro, ya llevaría estar mejor— susurró golpeando con suavidad sus muslos.
—Si quieres tu cavernícola personal puede llevarte— propuso Carlos.
—No te ofendas pero pienso más en tu espalda, peso mucho amigo y no quiero ser la causante de una futura lesión de espalda— explicó la doctora intentando levantarse por tercera vez.
—Mi dolencias son problema mío, ven aquí— Carlos se acercó, pero fue detenido.
—¿Dónde está el Carlos que no le gusta el contacto humano?— preguntó sonriendo.
Editado: 05.05.2025