—A esta hora debería estar dormida— comentó Carlos mirando lo tarde que era en el reloj de la emergencia, eran las dos de la mañana.
—No te preocupes— bostezo— Con un sueño de una o dos horas estaré lista para la lucha— se estiró con pereza en la silla que le habían suministrado.
Luego de una fuerte negociación, compartieron habitación, Lina en la cama y Carlos en el suelo con unas mantas improvisadas, alrededor de las doce la noche, los gritos de Colón la espantaron tanto a ella como los demás, solo recuerda ver como Daniel tiró la puerta de una patada, en cuestión segundos todo el mundo había entrado, para ver que pasaba. Colón había saltado para ver su brazo, tenía varias marcas de mordedura, vieron como salía de las mantas un enorme ciempiés, el doctor Paredes se encargó de eliminar el polizonte, Nicoles disperso a cada uno a sus habitaciones, al final ambos fueron al hospital del pueblo para tratarlo, desde las una de la mañana, lo tenían ingresado en una de las camillas de emergencia.
—Acuéstate aquí— señaló el espacio vacío a su lado— No es el mejor colchón pero es más suave que esa silla— dijo Carlos.
—Cuidado con esas manos— advirtió acostándose a su lado en el pequeño espacio.
—Sí señora—Se acomodo para que ambos lograran entrar en el pequeño espacio— Te tengo una sorpresa—
—No soy muy fan de las sorpresas, ¿Qué tramas?— pregunto curiosa.
—Te compré algo para nuestro aniversario, quiero verlo puesto, así que no hagas planes con nadie— respondió Carlos.
—Solo faltan dos semanas— Lina miró fijamente los ojos oscuros de Carlos.
—Estoy ansioso por ese día y más con el siguiente a ese, me alegra que ya no sales corriendo de mis abrazos, hacerte mía ya no se ve como algo lejano, me imaginó durar días acurrucado contigo en una enorme cama, donde solo escuche mi nombre salir de tu boca—
—Eso fue raro y perturbador— comentó Lina acariciando sobre el abrigo de Carlos su torso— No soy tu propiedad Colón, pero si una mujer de palabra— recostó su cabeza su firmé y tibio pecho.
—Recuerda que nuestra relación no es normal, mencionando que estamos en habitaciones separadas—
—Ya no estaremos en habitaciones separadas—
—¿Segura?— preguntó acomodando el brazo donde tenía la vía que lo conectaba a su solución salina.
—Sabes que no miento— lo miró a los ojos— Quedamos ese día, que te cumpliría, por lo menos hasta que nos separemos— se acercó besando su mejilla, en un roce muy rápido.
—Para ser una persona tan seria y seca, tienes tus momentos— comentó con intención de besar sus labios— ¿Qué pasa?— preguntó al verla alejarse.
—Tenemos espectadores— se levantó de la cama señalando el espacio de la cortina donde eran observados por la Doctora y una enfermera— ¿Ya me lo puedo llevar?— preguntó.
—Después de este— señaló a la enfermera entrar con una nueva solución salina— Gracias por su ayuda colega, tenía años que esta sala de emergencia no estaba tan ligera— comentó la Doctora.
—No tiene nada que agradecer, todos los médicos que estamos en este pueblo lo hacemos con todo el gusto— dijo Lina.
—En unas horas más, su esposo se podrá ir ¿Quiere que le presté las llaves del cuarto de descanso?— preguntó la mujer.
—Dile que no— dijo Carlos.
—Silencio Colón— dijo sin girarse— Agradezco la hospitalidad, pero estaré bien, debo hacerle compañía, ya dormí una pequeña siesta hace unas horas—
—Si cambia de opinión, no dude en llamarme— sin más que agregar la Doctora junto a la enfermera se retiraron cerrando la cortina en el proceso.
—Gracias por quedarte— dijo Carlos.
—Toma—le extendió su celular desbloqueado con una página abierta— Eres bueno para esas cosas de ropa, elige el más te guste y que me quedé bien Colón— explicó regresando a su incómoda silla.
—No entiendo—dijo al tomar el teléfono pero al ver la página que tenía al frente sus dudas se aclararon— Ya entendí—susurró viendo el menú a su disposición de lencería— ¿Con o sin ligueros?—preguntó.
—Como quieras—respondió sin mirarlo.
—Sabes que esto es lo más sensual que una de mis parejas ha hecho por mi, ninguna se había sentado a mi lado para que elija este tipo de lencería se pondrá para mi—explicó Carlos sin despegar la vista del celular.
—Me gusta mucho la lencería fina, tengo un cajón de mi armario lleno de esos conjuntos, mencionando que adoro los ligueros especialmente los que se ajustan en la cintura, los consideró muy coquetos— dijo Lina.
—Cuando mude tu ropa no vi nada de eso— dijo Carlos.
—Están en mi apartamento, crees que soy tan loca para llevarme eso a tu casa, además, no eran ni son para utilizarlos contigo— Carlos simplemente se encogió en hombros ante su mirada— Termina de hacer lo que te pedí, antes que me arrepienta — su rostro se torno rojo al confesar su pequeño secreto.
—Siento envidia de los hombres que te vieron antes que yo con éste tipo de ropa —susurró mirando a su esposa por un momento.
—Bueno ahora te toca a ti— dijo Lina ante el comentario de su esposo.
Editado: 31.03.2025