Enlace Temporal: Una Historia Que Nunca Debió Existir

Capítulo 41

Al despertar sentía la cabeza muy pesada, su cuerpo entumecido, abrió sus ojos mirando todo a su alrededor, no reconocía la habitación en la que estaba, recordó todo lo que pasó, se sentó en la cama que estaba recostada, notó que aún tenía su ropa puesta. Buscó su celular y lo vio intacto, al parecer Carlos no la había registrado, rápidamente su plan era esconderlo, notó un estante más alto que ella, con cuidado se inclinó y lo dejó en vibrador, luego buscaría la manera de mantenerlo cargado y listo para salir de ese lugar.

Se acercó a la puerta para abrirla, pero esta tenía seguró, estaba muy preocupada por Salomón, el pobre debía tener mucho miedo, llamó a Carlos varias veces y golpeó la madera por un tiempo, pero no recibió respuesta, fue hacía la ventana, no tenía visibilidad, había una placa de metal en vez de los cristales. Los bebés comenzaron a moverse inquietos en su abdomen, les susurró que se calmaran, revisó toda la habitación en busca de algo para abrir esa puerta y no encontró nada pesado ni cortante.

Se sentó en la cama intranquila, necesitaba saber de Salomón, le pedía a Dios que Carlos no le hiciera nada. El sonido de varios seguros abrirse la hizo girar en dirección a la puerta, está se abrió dejando a la vista a su secuestrador con su pequeño sostenido en un brazo, ambos entraron, bajó al niño y este no dudo en refugiarse en los brazos de Lina.

— Vamos a cenar— le dijo a los dos— Es muy tarde y debes ir a la cama Salomón, trae a tu madre al comedor— Carlos salió de la habitación.

—¿Estás bien?— Lina comenzó a revisar al niño por todos lados— Te tocó o te hizo daño, dímelo por favor— insistió.

—Estoy bien, no me ha hecho nada, no quiero que te haga nada Lina, tengo miedo— Salomón se aferró a Lina.

— Yo te protegeré, tienes que ser fuerte mi niño, prometo sacarte de aquí—

—Vamos a comer, no quiero que se enojé, Carlos me dijo si no lo obedezco no me dejará verte— el niño se apartó y agarró con su manito la de Lina.

Salieron con Salomón guiandolos al comedor, Lina notó que no estaban en el apartamento que vivió cuando se casaron, era uno totalmente diferente, se sentaron en la mesa, Carlos estaba en la cocina sirviendo la comida en platos, entró al comedor con los tres platos en una bandeja, le colocó su porción a cada uno, la comida era sencilla eran víveres blancos con pollo en salsa roja.

—No me mires así, no voy a envenenarlos— dijo Carlos por la mirada de desconfianza que Lina le dedicaba— No le haré daño a nuestros hijos, ni a Salomón— tomó su tenedor y tomó una porción del plato del niño, se la llevó a la boca, masticó y luego tragó—Es seguro, Lina no le haría daño al niño para lastimarte— está la ignoró y probó la comida del niño y la suya, unos minutos después lo animó a comer.

—Puedes comer cariño, pero hazlo despacio— susurró Lina al pequeño Salomón.

—¿Cómo están mis hijos?— preguntó Carlos a Lina.

—Bien— respondió Lina.

—No estás muy habladora, bueno, hay ropa para ambos en la habitación del niño— Carlos se levantó con su plató— Me voy a nuestra habitación, por más que intentes escapar, no podrás, nos vemos al rato— se retiró al interior de la propiedad.

Apartó el plato del que estaba comiendo sin ganas de comer más, acarició la cabeza del niño despacio, miró todo a su alrededor con cierto interés, no estaba tan amueblado, sus paredes estaban pintadas de blanco, había cortinas en varios puntos del apartamento, indicando la presencia de ventanas. Salomón tocó su brazo y luego señaló su plató vacío, juntos lo llevaron al fregadero, Lina buscó un vaso para darle algo de agua y ella tomar un poco. Ya hidratados, recorrieron su prisión, la sala y la cocina eran pequeñas, tenía un balcón pero no podían salir por la verja, la cual estaba llena cerraduras y candados, el lugar solo tenía dos habitaciones, la que había estado encerrada y la que estaban ahora con una pequeña cama, una cuna grande, varios armarios de diferentes tamaños, juguetes y peluches, tenía una puerta que era el baño.

Reviso la ropa que había sobre uno de los armarios, eran prendas sencillas de niño, camisetas, pantalones, dos pares de pijamas, 2 abrigos, un overol y 3 pares de zapatos. Para ella había mucha ropa de maternidad y vestidos, ropa interior para los dos, tenía un agradable olor a suavizante para ropa, indicando que habían sido lavadas.

— Debes estar cansado, vamos a darte un baño y descansar un poco— agarró unas cuantas piezas de ropa y una toalla.

— No te vayas— le pidió Salomón, sus ojitos verdes mostraban el miedo que tenía.

— Necesito que seas un niño muy valiente, debo ver cómo sacarnos a los cuatro de aquí, me quedaré hasta que te duermas y volveré cuando investigue un poco— le explicó al niño— Si no amanezco contigo, estaré con él, te prometo que dejaré que vuelva a ponerte un dedo encima— abrazó al chico. Por dentro sentía miedo, podía evitar que Carlos no le hiciera nada a Salomón, pero ella era diferente, él no dudaría en ponerle las manos encima.

■■■♡■■■♡■■■♡■■■

—¡No puedes pedirme eso!— David caminaba de un lado a otro con el teléfono pegado a su oreja— Padre debe invalidar esa gracia, ese hombre se robó a mi hijo y mi mujer— Matías y Miguel lo vieron detenerse y terminar la llamada.

—Veo que estamos amarrados de manos y pies— comentó Hawk, este había viajado desde Estados Unidos al enterarse de la desaparición de Salomón y Lina, Habían pasado dos semanas y no podían dar con ellos— La señora Paula utilizó la gracia que mi padre le había dado, no puedo hacerte el favor de matarlo, al parecer este tal Carlos no es tan estupido o tiene un informante— la mirada gris de Hawk miró a los presentes, primero a sus empleados, luego a su hermana, seguido del esposo de esta— ¿Qué tanto sabe de nosotros?— le preguntó a Vladímir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.