— Lina ¿Estás bien?— preguntó Salomón, desde hace días la había notado muy rara, no quería comer y en ocasiones la escucho llorar en su baño. Hoy no se había levantado de la cama y no le respondía. Sólo recordaba verla llegar una madrugada con su pelo alborotado, su ropa muy arrugada y los ojos rojos e hinchados, en esas mismas condiciones llegó anoche.
Pensó si debía decirle a Carlos, a pesar de tenerle miedo era el único adulto que podía llevar a Lina al hospital. Bajo de la cama y salió de su habitación, fue hasta la sala, dónde escuchó el sonido de la televisión encendida. Lo vio distraído mirando la pantalla, notó que no tenía camiseta, sus pequeños ojos notaron las marcar largas y rojas en sus brazos y hombros, se asustó al verse descubierto, el adulto lo miraba fijamente, identificó esas mismas marcas en su pecho y abdomen, su rostro era inexpresivo, en su rostro habían las mismas heridas y en su labio tenía un golpe parecido al que él se había hecho al jugar a las luchas con Draco, sin querer su amigo le había partido el labio.
—¿Qué pasa?— Carlos le preguntó al niño mientras se cubría el cuerpo con el abrigo que tenía cerca.
— Nada, solo quiero agua— respondió asustado.
— Dame un momento— se levantó y fue a la cocina por el agua para el niño, regresó con un termo de color azul— Toma— Salomón lo agarró— Dile a Lina que tome agua— regresó a lo que estaba viendo y lo ignoró.
Regresó corriendo a la habitación, cerró la puerta, dejó el termo en el suelo, subió a la cama y abrazó con sus brazos a Lina. No entendía mucho, pero sabía que ese hombre le había hecho daño, tenía que sacarla de aquí. Con una meta en su cabeza besó su frente y volvió a salir, con cuidado fue a la otra habitación, Carlos seguía pegado a la televisión cuando pasó por el pasillo, busco el celular de su captor o las llaves del apartamento.
No encontró nada, salió a la sala otra vez, Carlos dormía con la televisión encendida, vio en la mesita frente a él, un celular, decidido intentó a avanzar, pero una mano le cubrió la boca y lo regresó, alzó la vista y vio a Lina, se calmó y asintió. Tomó su mano, ella lo llevó a la habitación que había salido. Le hizo señas para que vigilará, a lo lejos notó como tomaba algo de lo alto de un armario, sin hacer ruido se encerraron en el baño de la habitación en la que Salomón dormía.
—Es mi teléfono—murmuró mostrándole el aparato— Aquí no me llega la señal, pero tomé esto de su celular— le mostró un pequeño chip, lo colocó junto al suyo dentro del dispositivo y lo reinició— Logré quitar la protección y la ventana de este baño, te bajaré hasta que estés a salvó, quiero que corras, te escondas y llames a tu padre, eres un chico listo y sabrás cómo enviar esta ubicación, voy a distraerlo— el niño negó con la cabeza, aferrando el teléfono a su pecho— Es una orden Salomón Klaus, vamos— abrió la ducha del baño, se acercó a la cisterna del baño de donde extrajo una pequeña mochila y unas sábanas tejidas— Estamos en un segundo piso, no será mucho— lo aseguró bien, fue hacía la ventana, removió los cristales y los protectores— Vamos— lo cargó y lo subió.
Salomón sacó primero sus pies y luego su cuerpo, se aferró al borde de la ventana, se agarró con fuerza de la tela, sin despegar los ojos de Lina sentía como se alejaba, miró hacia abajo se asustó y regresó la vista a hacía arriba, cuando sintió que sus zapatos tocaron el piso, se soltó de todo, miró por última vez a su madre y salió corriendo por la edificación, buscó un lugar donde esconderse, la puerta del parqueo estaba abierta, sin pensárselo se fue en esa dirección. Vio un terreno vacío al lado y se escondió entre la maleza, encendió el teléfono, busco el número de su papá, le envió su ubicación, hizo lo mismo con los números de Matías y su tío Hawk, marcó y esperó que le contestarán.
— Por favor papá— su pequeño corazón latía muy rápido, mientras los pitidos del teléfono sonaba uno detrás del otro.
—Buenas— la voz de su padre lo hizo llorar de felicidad.
—Papá soy Salo— respondió el niño.
—¿Dónde están?— preguntó David desde el otro lado de la línea— ¡Hawk es mi niño, ven a rastrear esto! No te preocupes, voy a ir por ustedes, pasame a Lina—
—Estoy solo, Lina me sacó por una venta que tenía días quitando, Papá debes venir pronto, Carlos le ha hecho daño, ella llora mucho y no quiere comer, él tenía el cuerpo lleno de marcas como las que hace un gato en todo su cuerpo y el labio rotó, tengo miedo que le haga algo porque me escape— Salomón intentaba no llorar muy alto, no debían encontrarlo.
—Ya tengo tu ubicación, quédate conmigo, eres un chico muy valiente, ya vamos para allá, iré a salvar a Lina y a los bebés— David intentaba darle ánimos a su hijo.
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Cerró la llave de la ducha tras dejar todo en su lugar, fue a la habitación, preparó un bulto en la cama con sábanas y almohadas para simular el cuerpo de Salomón, oraba con fuerza para que el niño estuviera bien y lejos de aquí. Ahora debía salir de esa prisión, si debía acabar con la vida de Carlos, lo haría, ya no tenía con que amenazarla, miró su barriga, tenía que salir viva como fuera de lugar por ellos dos, tenía que hacerlo. Tomó ropa seca y se cambió, mientras lo hacía, recordó con lujos de detalle lo que pasó hace días y la noche anterior, sentía sobre su piel, el tacto de sus manos tocarla, esa sensación de impureza que tenía tiempo sin sentir, regresó con más fuerza.
Editado: 05.05.2025