Enmerald. Guardianes 1

Capítulo 6: Fuego azul

Capítulo 6 
Fuego azul


17 de mayo de 1.728 
Selt Riquelme

Un día más, la misma rutina. Siento que todo lo ocurrido la noche anterior es como una muy mala pesadilla. Una de las peores que he tenido, pero es real. Ocurrió de verdad, los cambios de temperatura de mi cuerdo de un extremo a otro, la danza en el bosque y ese hombre… todo fue real.

Hoy, el paquete por el que me envió mi madre es una pequeña bolsa de papel.

—¿Por qué tan distraída? —pregunta el duendecillo regresándome a la realidad.

Sus negros ojos me escudriñan con curiosidad.

—No me he sentido muy bien —agarro el paquete.

—¿Qué te sucede niña? —inquiere.

—No estoy segura, me enfermé anoche —me encojo de hombros, sucedió más que eso, pero… —también, ¿supiste de lo que se encontró en el bosque cerca…?

—Sí, es lamentable. Toda una familia que fue sacrificada. Ocultaron sus restos en esa parte del bosque, los guardianes están sobre unas pistas muy importantes —explica de muy buen humor el señor Henry.

Los responsables de lo que sucede en Enmerald estuvieron en un ritual anoche, con la luna roja, muy cerca de casa, bueno en realidad no, pero muy cerca del lugar que visitó en el bosque. Tengo que decirle al padre de Mia. Mi familia podría estar en peligro.

—Ya debo irme.

—Ten cuidado, no vayas sola al bosque.

Asiento y camino hacia la salida. Por lo menos hoy no se enfrascó en despotricar sobre mi madre.

Las calles están igual de abarrotadas que el día anterior. Miro a todas partes en busca de que alguien aparezca de la nada o sencillamente me esté observando. Pero no es así, con lo que ocurrió ayer ando un poco paranoica. No quiero perder otro de los paquetes de mi madre.

Lo que pasó todavía me tiene un poco abrumada. No fui capaz de contarle nada a mi madre, no sé por qué las palabras se atascaron en mi garganta durante el desayuno. Estaba lista para decirle que me sentí enferma en la noche, y que sin darme cuenta camine al bosque y encontré unas mujeres bailando, y a ese hombre que intento… que ellos podrían ser los responsables de lo que ocurre en la ciudad. No pude hacerlo, una sensación de desconfianza me domino y mis palabras murieron sin haber nacido, siquiera. Tampoco me atreví a preguntar dónde estuvieron ellas, porque una vez que regresé a casa, aterrada y desesperada no las encontré por ningún lugar.

Lo que es muy extraño, pero todo es extraño. Hasta yo misma en este momento, me siento un poco confundida.

Las personas siguen cuchicheando sobre los arrebatos de las bestias que siguen sin tener ninguna explicación, y ahora se les ha sumado la aparición de la familia desaparecida.

Camino hacia los callejones para tomar un desvió por el bosque hacia mi casa, pero me detengo casi me tropiezo con una mujer.

—Ten cuidado, jovencita.

—Lo siento —me disculpo.

Regreso para ir por la carretera, Henry tiene razón. No debo estar sola en el bosque, es peligroso. El lugar donde puedo sentirme en tranquilidad ahora es un peligro para todos. Esas brujas están haciendo sus rituales malignos en medio de la naturaleza.

Un carruaje se detiene, alzo la vista para mirar al conductor con desconfianza. Me tranquiliza ver al señor Taylor.

—¿Puedo llevarla algún lado, señorita?

—Sí, tengo que llevar algo a mi madre

—Bueno suba. Le recuerdo que hoy tiene cita con la modista, si mal no recuerdo alguien va a elegir un vestido y se molestara si no llega a tiempo.

Rodeo el carruaje por delante de los caballos, y subo a la parte delantera donde se encuentra el tigre. Me siento a su lado, el jalón de los caballos en movimiento me hace irme hacia atrás. Así que me sostengo con fuerza.

—Tienes razón, Mia me matará si no llego.

Hoy mi única amiga va a elegir su vestido de cumpleaños, y prometí estar allí. Además, necesito hablar con alguien con quien pueda comentar cada una de los detalles de lo que me ha pasado en las últimas horas, y también enterarme de esas posibles pistas. Seguro de que Mia esta enteradísima de todo.

—Supe que fue usted quien encontró los restos. El señor Arturo le manda a decir que tenga cuidado. No debe andar sola por allí —dice Taylor sosteniendo las riendas—. Su madre igual está al tanto.

—¿Por eso me llevas a casa?

—Por supuesto. Los oscuros son una secta peligrosa, y hasta que no se tenga a los responsables es mejor ser prevenidos.

Los oscuros, es la segunda vez que escucho de ellos.

El tiempo que me hubiera tomado caminando hasta mi casa se redujo considerablemente, me bajo. Taylor me espera para llevarme de regreso a la ciudad, así que corro hacia la puerta.

Como es costumbre no encuentro a nadie en la sala, voy directo al sótano. Toco la puerta con premura. Mi madre emerge y cierra detrás de sí.

—Regresaste rápido.

—Taylor me ha traído —le hago entrega del paquete.




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