Enmerald. Guardianes 1

Capítulo 19: Mal presagio

Capítulo 19:
Mal Presagio 


09 de junio 1728 
Selt Riquelme 

Hoy es un día que pensé que sería un completo infierno, pero no. Mi madre me ha enviado de nuevo en busca de un paquete a la tienda del señor Henry. No hubo reproches, no hubo amenazas, no hubo insultos. Y eso que la cena estuvo bastante intensa, las asperezas entre mis hermanas y yo están muy lejos de ser limadas. Sin contar que Tanils negó hasta la muerte ser la responsable de las pesadillas vivientes que he tenido con Mia.

Las cosas no terminaron nada bien, el fuego azul que circula por mis venas apenas y lo puedo controlar, y mis emociones parecen estar estrechamente ligadas a mis habilidades, recuerdo estar molesta y luego muy cerca de convertir a mi hermana mayor en una antorcha. Lo que me deja con la posibilidad de estar teniendo especie de visiones, lo que ha generado una capa de miedo como cuando el hielo cubre una superficie.

Mi madre espera que mis habilidades vayan más allá de ser un elemental, sin embargo, el tema de las visiones es algo que no quiero acertar porque eso significa que lo que he estado viendo podría convertirse en una realidad. Todo lo que gira a mi alrededor se traduce en problemas, no he visto ninguna solución solo marañas de secretos que me causan confusiones, y ahora esto. Algo más para lo que tengo que encontrar una respuesta, y tiene que ser pronto, espero que el duendecillo pueda orientarme mejor que la felicidad que se dibujó en el rostro de mi madre.

Me deslizo entre la gente y ninguno se percata de mi presencia. Como en los viejos tiempos. Hoy hay un solo tema de conversación: Tanils Riquelme, la novia que voló por los aires. Un sinfín de cometarios ya debe recorrer toda la ciudad, han pasado algunos días, pero se trata del acontecimiento del año, para mi familia resultó en algo épico, que no será olvidado en siglos. La gente nunca olvida la humillación de los demás.

La tienda del señor Henry permanece igual que siempre, sucia y abandonada, y detrás de la puerta un duendecillo de aspecto espeluznante. A través del cristal polvoriento, diviso su delgada figura reclinada contra el mostrador: los brazos extendidos sobre el grueso cristal, un paquete al lado del brazo izquierdo y los ojos oscuros fijos en mí, como si me estuviera esperando.

A veces, hasta a mí me aterra mirar esos ojos más de unos segundos. En ellos solo puedo sentir vacío, oscuridad… Aspiro con fuerza y doy unos pasos cortos hasta la puerta. Mis dedos se ensucian de polvo en el momento en que la empujo para entrar. La campanilla suena sobre mi cabeza.

Deslizo la mirada por las pequeñas urnas de artefactos que decoran el lugar, buscando una en particular, pero ya la veo. El libro de carátula negra no está, lo que significa que no me he equivocado. El libro que uso mi hermana para convocar a la sombra es el mismo que custodiaba Henry. Lo que no entiendo es ¿por qué estaba aquí?, y ahora ¿Por qué se encuentra en manos de mi madre? Pero no creo que vaya a darme una respuesta a tales preguntas.

—¿Me esperaba? —pregunto.

Cambio la dirección de mi mirada y me encuentro de nuevo con sus oscuros ojos.

—Por supuesto. ¿A quién más enviaría Sonia a buscar un paquete a mi tienda? —Dice el duendecillo con una sonrisa—. Además, con el afán en que lo pidió…

Esta vez, el paquete es más grande.

— ¿Es muy importante lo que hay dentro? —Mi madre nunca me ha permitido saber lo que hay detrás de los envoltorios—. ¿Qué es?

—Si te lo dijera, moriría al pronunciar la última palabra.

Sus frías palabras me hacen estremecer. Pero no es solo eso, sino también su manera de hablar, el hecho de que no duda de que mi madre realmente lo matará por revelar sus secretos. Ya me ha dicho bastante.

—Suficiente con haberte dado las oscuras referencias de tu madre. Ahora, debes irte.

Tomo el envoltorio. Es pesado, lo sostengo entre mis brazos.

—Necesito algo más —digo en tono suplicante.

—No se tratará sobre tu madre o ¿sí? —dice mientras niega con la cabeza.

—No, es que tuve una especie de visión y me gustaría saber su significado. Mi hermana Tanils niega ser la responsable.

Casi hablo en susurros. Sus penetrantes ojos me escudriñan como si fuera un fenómeno de la naturaleza.

—¿Visiones, también? ¿No es suficiente con la tormenta que provocaste ayer? —Dice mientras anota un nombre en un trozo de papel—. Quizás ella pueda ayudarte. En cuanto a Carmelo, ¿te ha seguido molestando? Ten mucho cuidado con él. No es mejor que tu madre.

Me lo entrega.

—También es un…

—Sí, es peligroso —pregunta con preocupación.

Henry ha estado en nuestras vidas desde que recuerdo, pero nunca habíamos tenido una cercanía parecida a lo de ahora. Todo se limitaba a los mandados de mi madre, desde hace algún tiempo para acá. Antes algunas visitas en casa, apenas y lo veía ir y venir. Las cosas han cambiado mucho.

—Él intenta acercarse demasiado para mi gusto —intento explicar con esas pocas palabras los bochornosos encuentros.

Sus dedos golpean el cristal del mostrador con rapidez al tiempo en que niega con la cabeza con disgusto.




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