Enmerald. Guardianes 1

Capítulo 9:La bestia

Capítulo 29:
La bestia 

 

Selt Riquelme

 

—Selt. ¿Selt, me escuchas?

Entreabro los ojos, ante el agite de mis hombros producto de alguien más. Sergio se ha cubierto mitad del rostro con una tela oscura, puedo ver la bestia asomarme en su mirada. Arañando su iris intentando hacerse paso al exterior.

—S-Siii —me ahogo con mi propia voz. La lengua la tengo algo rígida. También me siento pesada, es bueno estar sentada… en el suelo. Tierra. Estamos fuera de la mansión. No creo que me pueda sostener de pie. Recupero un poco la movilidad de mi lengua—. ¿Qu- qué ocur- ocurre?

—No estoy seguro. Quédate aquí. Necesito regresar a dentro.

Me deja de inmediato. Corre al interior de la mansión. No soy la única que se encuentra fuera aspirando aire limpio. Esa niebla logró que perdiera la conciencia por unos minutos y estoy segura de que no fui la única.

No parece haber nadie herido. Exaltados, sí. Heridos, no. Entonces, ¿Qué finalidad tuvo esa niebla? Dudo que sea solo para arruinar la celebración. Entre los invitados no veo a ningún integrante de la familia De la rosa. Quiero levantarme y buscar por mí misma, pero todavía siento mi cuerpo algo entumecido.

Pasa u tiempo antes de que Sergio salga de nuevo de la casa. Esta vez trae a Mia con él. Mi amiga sale en mejores condiciones que yo de allí. Caminando, mientras que yo sigo estando tirada en el suelo.

—Permanezcan aquí las dos —ordena Sergio.

Mia se acomoda a mi lado. Como una gatita obediente.

—Sí, señor lobo, nos quedaremos aquí —dice ella mordaz.

Sergio mueve la cabeza en negación, y aunque no puedo ver por completo su rostro sé que está sonriendo. Lo vemos regresar de nuevo a interior de la casa. Esto parece que fuera un incendio, pero no, la espesura de la neblina apenas y se ha disipado un poco.

—¿Te encuentras bien? —pregunta Mia entornando sus felinos ojos sobre mí. —Vi como caías inconsciente en brazos del lobo.

—Me encuentro mejor ahora. ¿Todo bien allá dentro?

—No, todo es un desastre. Alguien arruino mi cumpleaños —se cruza de brazos evidentemente, molesta. —Es una muy cruel broma.

Me muerdo el labio, pero no puedo contenerme.

—Si no es una broma.

Ella siente el temblor en mi voz. El miedo deslizarse sobre mi piel. Su violeta mirada es salvaje.

—No. Seguro que ha sido una broma. Ni siquiera hay heridos —dice, pero no la noto convencida. —No va a pasar nada. Todo saldrá bien.

Asiento e intento dejar ir el miedo. Siento un nudo en el estómago. Ella tiene razón esta noche nada saldrá… nada debió haber salido mal. Pero aquí estamos, fuera de la casa porque a alguien se le ocurrió la idea de liberar… Déjalo ir Selt. Solo déjalo ir.

Nos quedamos en silencio. Mantengo mis ojos en la dirección que se fue Sergio, solo quiero verlo salir de nuevo. Agarro entre mis manos la lágrima que cuelga de mi cuello.

—¿Te hizo un regalo? ¿El lobo te hizo un regalo? —inquiere Mia entre sorprendida y eufórica.

—Sí. Es solo un…

Mia cambia en un segundo. Su interés por el regalo que me ha hecho Sergio ha sido sustituido por la entrada de su mansión. No ocurre nada simple vista, pero ella se ha erizado como el felino que es. Su mirada completamente rasgada, la pantera rasgando su piel.

—¿Qué ocurre, Mia? —pregunto. El nudo en el estómago se hace mucho más grande.

No emite ninguna respuesta, solo un gruñido salvaje. Un animal atrapado en el cuerpo de una joven y si quiere salir es porque algo muy malo está ocurriendo. Ella hace caso omiso de la orden de Sergio y se precipita hacia la entrada.

—Mia. Mia, dime que ocurre —grito.

Me levanto casi a rastras para ir tras ella. La pierdo de vista casi de inmediato. Corro hacia la entrada y aspiro de nuevo ese… Retrocedo incapaz de continuar. Es asfixiante. Pongo más distancia y respiro aire menos contaminado.

—No debería entrar allí —alguien susurra detrás de mí.

Volteo en busca del portador de esa voz. Solo alcanzo a verlo de espalda, sus plumas negras… el cuervo. No me lo pienso dos veces antes de moverme en su dirección, pero no alcanzo a llegar a la puerta, alguien me quita del camino con tanta fuerza que me siento flotar. Suelto el aire contra el impacto del suelo, se me nubla la vista por un instante. Solo es un segundo y para cuando la claridad regresa una deforme bestia abre sus fauces sobre mi rostro. Un hombre lobo que no llego a completar por completo su transformación y ha perdido completo control de sí mismo. Lo tienen que estar controlando porque a pesar de que ha perdido total racionamiento no llega a lastimarme solo se dedica a contenerme. Sus enormes patas sobre mi pecho. Me cuesta un poco respirar.

El eco de gritos se convierte en la música de la noche. Mis manos hormiguean ante la presencia del fuego. Arde. La bestia y yo ardemos.

***

Unos gritos irrumpen en mis oídos, alejando por completo la oscuridad del sueño, me despierto angustiada, con la intensa sensación de que algo malo ha ocurrido. Observo el lugar. Es la habitación donde siempre me instalo cuando me quedo a dormir en la mansión.




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