Enmerald. Guardianes 1

Epílogo

Epílogo 

 

Sonia Riquelme

¿Qué es este lugar? La pregunta no sale de mis labios. La firmeza de sus manos sobre mis hombros me obliga a caminar hasta una caverna que se abre como una esfera iluminada por ardientes antorchas.

Ahora sé por qué Fabián no había regresado, está aquí con mi madre. Me hubiera gustado equivocarme con mis intuiciones, pero no, he acertado. Él es un oscuro, y si Arturo confió en él sobre todo lo que le dije sobre mi madre ha sido él el traidor.

Mi madre se ve regia con esa endemoniada mirada, a diferencia de sus súbditos que poseen ese anillo rojizo en los ojos ella los tiene completamente negros. El carmesí la ha abandonado. Tata no se equivocó en su descripción, ella posee los ojos de un demonio.

Me obligo a sostenerle la mirada, mostrarme sorprendida ya no es una posibilidad. Ella lo sabe, que fui yo quien la entrego.

Mis hermanas son una de las pocas personas que están a su alrededor. Los otros, no puedo ver sus rostros están cubiertos por túnicas negras. Además de Fabián dos personas más están en mi situación. Escoltadas ante mi madre, y me alegra que no sean Mia y Sergio. Tampoco es que me ponga feliz ver a Delia y Henry bajo la gélida mirada de mi madre.

—No te ves sorprendida hija —dice sonriente. ¿Qué le causa tanta gracia? Comienzo a detestar sus momentos de amabilidad, no concuerdan con su mirada—. Te subestimé, estuviste tan cerca de conseguir… pero no previste algunas cosas.

No tiene que mirar a Fabián para saber con exactitud a lo que se refiere.

—Si lo hice, el problema… —es que Sergio estaba demasiado ciego para creer que su mejor amigo era un oscuro—… fue que Arturo no presto atención a mis advertencias.

—Un error que le costó la vida —concuerda mi madre—. ¿Tienes alguna idea de lo que pasará ahora?

Me muevo con brusquedad y doy un paso al frente sacándome las manos de Carmelo de encima.

—Conocerte —mi atrevimiento la hace reír a carcajadas.

—Tenía mejores planes para ti. Tus habilidades es una reliquia que estado buscando por años, pero tu hermana tenía razón eres un peligro para nosotros. Los guardianes iban a matarme Selt, no pensaste en eso.

—Ellos no iban a matarte a menos que…

—Que le permitiera extinguir mis poderes, secarme por dentro. Después de todo lo que he logrado, crees que voy a permitir que me arrebataran todo por lo que me he sacrificado tanto.

El rostro de Federica y la sangre saliendo de su cuello me hace enfurecer, solo era una niña cuando mi madre la sacrifico. Sacrificio, si lo único que ha hecho es asesinar personas. Me siento arder por dentro, y al siguiente segundo helarme por completo.

—Que pudiste haber sacrificado tú, mataste a toda tu familia y todo el que se te ha atravesado por el camino desde ese entonces —el fuego pica sobre mi piel, quiere ser libre.

—Muy bien Henry, supiste a quién contarle mi pasado. Es una lástima que los resultados no hayan sido lo que esperabas. La traición no es algo que tomo a la ligera y lo sabes —mi madre levanta la mano y no entiendo su seña hasta que el filo de un cuchillo se desliza por la garganta de Delia. Quien se encuentra tras su espalda, cubierto por la túnica la deja caer al suelo para que se desangre.

El espeso rojo toma como carril una hendidura en el suelo, y es que me doy cuenta de que el símbolo de los oscuros está a mis pies, y soy parte de este nuevo sacrifico.

—¿Ves lo que has causado, cariño? —Mi madre camino al centro, y Carmelo me empuja en su dirección, el borde de mi vestido se cubre con la sangre de Delia—. Dime una cosa hija, ¿quién más conoce mi pasado?

A Henry lo hacen dar un paso al interior del símbolo. No hay miedo en su mirada aun cuando sabe que será el siguiente.

—Creo que te has asegurado de matar a todos los que se habían enterado, solo quedamos Henry y yo —voy a morir. Soy yo quien moriría, las visiones no eran para Mia sino para mí.

Sonia Riquelme se detiene a escasos centímetros de mí, extiende la mano sobre mi hombro y la regresa al frente de ambas, un cuchillo ceremonial con una gran cantidad de símbolos está en sus manos.

—Tus acciones han adelantado las cosas, pero al final el resultado para mí será el mismo, tu magia alimentara la mía —levanta la mano con la que no sostiene el cuchillo, es la señal para que rajen la garganta de Henry. El fuego se desborda de mi cuerpo como agua brotando de una roca y se expande en un segundo, tengo un objetivo fijo cada uno de los que poseen túnicas se pierden en el azul del fuego.

La reacción de mi madre es tardía, agarro su mano impidiendo que el cuchillo llegue a mi garganta. La oscuridad de sus ojos se prende en un fuego naranja regresándole una mezcla entre el negro y el carmesí. Lucha por recuperar el control, pero no puede contener la helada que atraviesa su carne hasta cristalizar sus huesos. Estoy en medio del calor y el frío, una mezcla que choca en mi interior que no logra unirse, pero encuentran la manera de coexistir.

—¿Cómo te atreves? —gruñe mi madre, la sorpresa que en sus ojos me hace recordar a la mujer que hace poco más de un mes era ante mis ojos solo una bruja que se dedicaba a ayudar, pero todo era una mentira. Una mentira muy bien elaborada para mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.