Enmunds

10. Travesía III

—¡No lo escuches! ¡Ellos son los que de la nada se comenzaron a comportar extraño! ¡Intentaron atacarnos! ¡Mira Kimleight, ellos lo hirieron con sus flechas!

Saccani desvió su mirada hacia la derecha, recostado en el tronco de un árbol, Kimleight estaba desmayado, mientras una compañera cuidadosamente le curaba con ungüento las zonas donde estaban las flechas que habían atravesado su cuerpo.

—¡Solo nos defendimos, hermana! ¡Kimleight atacó primero! ¡A él lo han poseído!

—…

—Saccani, si no vas a ayudar a contenerlos, mejor vete de aquí —ordenó Veira.

Saccani detectaba energía maligna por todo el lugar, pero no que ella se emanase de sus compañeros prisioneros.

—Bajen sus armas —dijo.

—¡Estás loca, Saccani vete de aquí!

—…

—Saccani… —dijo Veira implorando que se fuera— Ellos han sido poseídos. De la nada atacaron a Kimleight, obviamente no los lastimaremos, solo los estamos conteniendo hasta purificarlos, pero ninguno de nuestros rituales ha servido, al parecer, tienen un enjambre dentro. ¿Sabes lo que eso significa? ¡Nosotros no podremos hacer nada! Por eso atacaron a Kimleight, quien era el más fuerte.

Saccani miró a Veira con indiferencia, luchar contra un enjambre no tendría por qué ser imposible, si solo era un montón de Nimos, pensé que Veira estaba muy alterada. Luego, miró al chico de rubios cabellos que le imploró fervientemente su ayuda y por alguna razón el sentimiento de preocupación que la había acongojado se sintió más leve—Dime Bendici —le preguntó al chico— ¿Estás poseído?

Los demás compañeros la miraron con reproche, ¿cómo se atrevía a preguntar algo tan absurdo?

—No…

Un enjambre era la posesión de más de cuarenta demonios en un cuerpo. Ello los hacía inmunes a los rituales básicos que conocían, así que por eso eran capaces de contener su aura maligna. Una vez dentro del cuerpo, los demonios humo se fusionaban en uno solo, esa fusión los hacía subir un escalón más en la pirámide.

Saccani se fue acercando al círculo, siendo impedida por Veira. Al oponerse, la rubia solamente le dio una mirada determinada y Veira se apartó de su camino como diciéndole: «Ahora esto es tu problema».

—Bendici, entonces toma mi mano —le dijo Saccani.

Pero Bendici puso retrocedió como si tenerla cerca fuese como fuego ardiente.

—Bendici, ¿por qué no la tomas? —Saccani seguía caminando y extendiendo su mano hacia Bendici, los demás prisioneros retrocedían a su paso y trataban de protegerse detrás de las espaldas de Bendici, mientras la miraban con rostros aterrados.

Era imposible que los jóvenes temerosos siguieran retrocediendo, una gran corteza de árbol trababa el camino, entonces Saccani se detuvo y su expresión seguía serena, sin miedo, sin alguna otra expresión.

—Dime, ¿quién eres?

Bendici volvió a arrugar la frente y no respondió, sus dientes crujían y su mirada trasmitía odio. El demonio había trastornado la cara del joven y delicado adolescente al borde de volverla irreconocible.

—¿Cómo te llamas?

—¿Qué haces, Saccani? Ya detente, no juegues —alegaban los otros jóvenes inquietos y malhumorados. Saccani miró otra vez a Bendici, pero esta vez con una intención retadora.

Un demonio solo se atrevía a dar su nombre si este era poderoso, de lo contrario solo era una insignificante aglomeración de demonios de humo. Saccani recordó haber leído un pasaje en un libro que describía un exorcismo en cuya escena el demonio amedrentaba a los enmunds gritándoles su nombre y su poder. Recordó que en ninguna otra referencia a una purificación un demonio había dicho su nombre, entonces infirió que posiblemente este no tenía uno o no era lo suficientemente fuerte para tenerlo. En esa lógica, ¿si le pregunta directamente y obtiene respuesta? Realmente, como decía Veira, no podrían hacer nada.

Saccani volvió a insistir— ¿no tienes uno? Bendici, entonces expúlsalo de ti.

El cuerpo de Bendici seguía inhalando y exhalando ira y repulsión, este no era el Bendici que todos conocían. Y si los demás se escondían a su espalda, quería decir que el demonio en el cuerpo de Bendici, de entre todos ellos, era el más fuerte.

Ahora estaba realmente caluroso, gotas de sudor recorrían las frentes. Ella también se sentía impaciente, pero ahora sus acciones estaban siendo comprendidas por sus compañeros, aun así, en otras circunstancias, ya le habrían cuestionado todo ello. Los enmunds tiene la obligación de purificar, entrar en diálogo con los demonios, además de estar prohibido era impráctico para la labor, por eso existía la regla orden. Éstos de por sí, eran mentirosos.

—Para de una vez. Puede que los rituales básicos no hayan funcionado, pero como dijo el sacerdote, no hay demonio aquí más fuerte que un demonio humo. Estos son solo una aglomeración sin nombre, no se han fusionado, son muy débiles para hacerlo.

—¡¿A quién llamas débil, sucia mona?! ¡Ustedes son lo más débiles sobre la tierra, ustedes y nada más que ustedes! —gritó Bendici hacia Veira.

Los jóvenes se exaltaron, se pararon firmemente como si un silbato los hubiera hecho espabilar y empuñaron sus armas con más fuerza. Esa voz era sumamente cautivadora, pero llena de ira dejando irreconocible la voz de Bendici.



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En el texto hay: demons, humanos super dotados, purificadores

Editado: 03.04.2020

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